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Día de Asueto / DIF Michoacán, el abuso innecesario

La autora, Rosamaría Sánchez Rincón, es una destacada periodista con amplia trayectoria, principalmente en radio y en medios impresos de comunicación
La autora, Rosamaría Sánchez Rincón, es una destacada periodista con amplia trayectoria, principalmente en radio y en medios impresos de comunicación

El colmo de las vanidades se registra en el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, DIF Michoacán, a donde llegó la señora Ana Compeán. Una verdadera lástima que la institución políticamente más humanista que pueda existir, se convierta en un cuasi campo de concentración y tortura

Morelia, Michoacán, 16 de julio de 2014.- Mi amá siempre decía que lo primero que Dios castiga, es el hocico, o lo que es lo mismo, nunca digas de ésta agua no he de beber, porque ahí está uno, ahogado en la tragadera. Así ando ahora yo, bien inútil intentando agarrar el chisme de nuevo y nada. No hay inspiration (inspireishion, pal que no sabe hablar inglés, pues).

Quería estar aquí, con Alejandra Ortega y Nicolás Casimiro, en su revista virtual, presumiendo que me sale re-bonito esto de chismear a gusto, pero no. Mi pobre Día de Asueto nomás mudo, harto cansado de tanto echar flojera, sin ningún motivo para revivir. ¿Cómo hacerlo cuando mi precioso Michoacán anda nomás como mujer de la vida galante, en boca de todos y bien criticado?, sufriendo las consecuencias de los pésimos gobiernos que protagonizaron esos chamacos del amarillo y, sobre todo, mi queridísimo Señor de las Cartas (aunque no lo crean, sí lo quiero y lo quiero bien).

Cual guerrera decepticon (vea Transformers 4 : Age of Extinction o cualquiera de las anteriores), lamía mis heridas tras los fallidos intentos de volver a las andadas, cuando un milagro sucedió: la Lupe llegó a mi vida y con ella, además de resolver los horribles quehaceres de mi lado oscuro, esos que obligan al lavado de trastes, barrido, trapeado y sacudida de espacios hogareños; retornó triunfal el Día de Asueto y sus ganas de fastidiar vidas ajenas.

Y ¿cómo no abrir la boca ante tanto desgarriate que se vive en Michoacán? El colmo de las vanidades se registra en el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, DIF Michoacán, a donde llegó la señora Ana Compeán. Una verdadera lástima que la institución políticamente más humanista que pueda existir, se convierta en un cuasi campo de concentración y tortura.

Elementos armados custodiando las oficinas, desde el interior, del alma máter de la asistencia social en Michoacán, cuidándolas, sí, pero… ¡de los propios trabajadores!; ya entrada en gastos, instalada en Sherlock Holmes a lo bravo, que me pongo a investigar: el relevo que se antojaba más tranquilo, el más “institucional” como dicen en gobierno, ¡zas!, ha resultado el más impactante por la forma en cómo se viene desarrollando, violentando los derechos humanos y laborales de los empleados, cuasi etiquetándolos de “malosos”, interrogándolos por horas, advirtiéndoles “¿si sabes que si haces esto, te puedes ir a la cárcel?” y como esos detalles, mil más.

Directores, jefes de programas, de departamento y cualquier otro mando medio, (incluidos todos los de los centros de atención infantil y demás oficinas dependientes del sistema), tuvieron que presentar su renuncia a la de ya. Más que evidente es la desconfianza con la que Ana Compeán llegó y tomó las riendas de la institución. Un panorama que no se vio ni siquiera cuando el relevo obligado por el cambio del gobierno hace poco más de dos años. Una práctica muy propia, por cierto, de las administraciones amarillas.

La ofensa es evidente para quien antes dirigía esas oficinas, Nelly Sastré, pero más aún para la esposa del entonces gobernador Fausto Vallejo, Patricia Mora, quien es, por cierto, una de las presidentas de ese organismo que más herencia social deja en Michoacán, por lo que el conducir de los actuales me parece más inexplicable.

No conozco a Salvador Jara Guerrero, la única referencia personal que tengo es, sin embargo, muy positiva, pero es eso, personal. Me atrevo a pensar, sin embargo, que la decisión de actuar así y convertir al Sistema DIF Michoacán en un centro de tortura e interrogatorio, no es de él. Mis antenitas de vinil se curvan en dirección de mi virrey favorito. Darlo por hecho sería un pecado, dice la Lupe metiche, que mira sobre mi hombro lo que voy redactando. Al tiempo.

Lo que es un hecho es que no es correcto, aunque políticamente, sí es conveniente. Si como dicen los que saben, la intención es borrar cualquier rastro faustista de la faz de Morelia, de Michoacán y de su gobierno, y plancharle así el camino a uno del Oriente que últimamente se la pasa en Michoacán, pos, la neta, ya la regaron.

Pueden “convertir” a todos esos que crecieron a la sobra de Vallejo Figueroa y hasta hacerlos dirigentes del PRI; pueden regalarles la idea de que pueden cambiar una diputación local por una federal y hasta la alcaldía, lograr, pueden implementar esos violentos modos de “sanear” instituciones, pero al final, quienes deberán determinar el futuro de Michoacán, sobre todo a partir del 2015, serán los propios michoacanos, los que semos muchas cosas, menos penitentes. Agréguele a eso la barredora en la que anda trepado don Silvano Aureoles.

En fin. Me extendí tanto en esta mi primera entrega que ya no me queda espacio para hablarles de don Víctor Silva Tejeda y el abrazo que les dio a un montón de chiquillas y chiquillas, huérfanos (as) de la “democracia”. Ahí les platico mañana…

Radiopasillo municipal, (sí, también de regreso), aplaudió como loco la decisión de Wilfrido Lázaro Medina, perdón, de Rosalva Vanegas, de retirarse de la Secretaría de Desarrollo Social del municipio, la que dejó hecha un desastre, por cierto…

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