Editoriales

Días de Muertos / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Las tradiciones mexicanas del Día de Muertos siguen vigentes, los rituales y ceremonias michoacanas con ese motivo son, paradójicamente, una celebración de vida, ello sucede sobre todo en las zonas indígenas de nuestro país, en las que las raíces de cada cultura aún están vigentes

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Morelia, Michoacán, 01 de noviembre de 2014.- México se ha convertido en un enorme cementerio en los últimos años, algunos opinan que se trata de una gran fosa, lo cierto es que la muerte es asunto de todos los días.

Las tradiciones mexicanas del Día de Muertos siguen vigentes, los rituales y ceremonias michoacanas con ese motivo son, paradójicamente, una celebración de vida, ello sucede sobre todo en las zonas indígenas de nuestro país, en las que las raíces de cada cultura aún están vigentes y se manifiestan con sacro simbolismo que encierra una enseñanza vital a través de la muerte misma.

No obstante, más allá de los ritos y ceremonias la violencia e inseguridad que ocupan amplios espacios en nuestro país reportan más muertos, desaparecidos así como múltiples injusticias.

Respecto a la cosmogonía purépecha bien se puede afirmar que los lazos terrenos se manifiestan a través de la fuerza mayor del Universo: el Amor. En la Meseta Purépecha, la zona Lacustre y generalmente en todo Michoacán las raíces antiguas son evidentes en la celebración del Día de Muertos, una festividad pagano-religiosa, ya se incluyen ahí elementos de las tradiciones y religiones vigentes en México, desde antes de la llegada de los españoles, hasta nuestros días.

En las zonas indígenas permanece con honda raigambre la memoria colectiva, donde se encuentran las vertientes singulares de una celebración que festeja la vida más allá de la muerte. Para nuestros antepasados la vida se medía por  instantes de luz y todo lo existente era parte de una dinámica que giraba alrededor de un orden universal. De acuerdo a la filosofía de los pueblos americanos, la muerte no es más que una prolongación de la vida.

El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico, que honra a los difuntos el día 2 de noviembre, comenzando el día primero del mes, y coincide con las celebraciones católicas del Día de los Fieles Difuntos. Y todos los Santos.

Es una festividad mexicana y centroamericana, se celebra también en muchas comunidades de los Estados Unidos, donde existe  una gran población mexicana y centroamericana. La UNESCO ha declarado esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Día de Muertos es un día que se festeja igualmente en Brasil, como día de los Finados, aunque esta festividad no tiene las mismas raíces prehispánicas que la festividad mexicana.

Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones  por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

Se trata en nuestros pueblos raíz, a final de cuentas, de un reencuentro con la nostalgia y el cariño hacia las personas que se ha amado.

Las tradiciones son, sin duda, los rasgos característicos de los pueblos porque aquilatan su historia, reflejan las costumbres convertidas en leyes no escritas, el bagaje cultural producto de su cosmogonía, medida antropológica de la cultura. Se trata de acentos de identidad.

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