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Divide y vencerás, estrategia política (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

En la política mexicana ha tenido efectos nocivos y duraderos. Ha debilitado la confianza en las instituciones, polarizado a la sociedad y obstaculizado la colaboración entre actores políticos

Morelia, Michoacán, 22 de agosto de 2023.- Frase de origen incierto pero de aplicación bastante cierta. Tanto en el terreno de la política como en el ámbito de la psicología aplicada en sociedades, el “divide y vencerás” es utilizado para que un determinado gobierno o estructura pueda mantener el poder mediante la fragmentación de un movimiento potencialmente peligroso (para ellos), en grupos menores, más manejables, manipulables y obviamente con menor capacidad de acción y convocatoria.

El origen de la frase se atribuye a Filipo II de Macedonia en el siglo IV a.C., quien aplicó esta estrategia para desmantelar las polis griegas. El concepto es simple pero efectivo: al dividir una entidad mayor en partes más pequeñas y enfrentarlas entre sí, se debilita su poder conjunto. En esencia, la táctica busca desviar la atención de problemas reales o desafíos mayores, generando conflictos internos. Posteriormente las máximas latinas divide et impera (divide y domina), y sus variantes: divide et vinces, divide ut imperes y divide ut regnes, fueron utilizados por Julio César y Napoleón.

El «Divide y vencerás» tiene una amplia aplicación en política, educación, religión y otros campos. En política, se observa en la manipulación de opiniones y la polarización de la sociedad para obtener ventajas electorales. En educación, puede utilizarse para fragmentar movimientos estudiantiles y evitar protestas unificadas. En el ámbito religioso, ha sido usado para generar conflictos sectarios y mantener el control sobre las creencias de las masas.

Un ejemplo paradigmático lo vemos en el Imperio Romano, que aplicó esta estrategia al conquistar territorios, dividiendo a las poblaciones conquistadas para evitar revueltas unificadas. Napoleón Bonaparte es un ejemplo notorio de un líder que utilizó esta estrategia en sus conquistas, enfrentando a naciones europeas entre sí. Maquiavelo, en su obra “El Príncipe” destacó la importancia de dividir a los enemigos para debilitarlos y hacerlos más manejables.

Más recientemente los movimientos totalitarios, como el nazismo y el estalinismo, explotaron divisiones sociales para consolidar su poder. En la época moderna durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética intentaron dividir a naciones en vías de desarrollo para ampliar su influencia.

En México también tenemos ejemplos. Durante la llamada “Revolución Mexicana”, una lucha que se simplifica en un “quítate tú para ponerme yo”, distintos líderes y facciones revolucionarias compitieron por el poder. Obregón, Carranza, Zapata y Villa, a pesar de tener objetivos similares, enfrentaron grandes divisiones internas que debilitaron su capacidad de lograr un cambio unificado y duradero.

Durante su largo régimen, Porfirio Díaz utilizó la táctica de dividir a la oposición y mantenerla debilitada. Su política de «no reelección» parecía democrática, pero en realidad fue una forma de fragmentar la oposición y mantenerse en el poder. Y su herencia continúa, a lo largo de la historia política de México todos los partidos en el poder, todos, han recurrido a la estrategia de «divide y vencerás” fomentando o exacerbando las divisiones entre sus opositores, imposibilitando o dificultando al máximo la formación de un frente único. En muchas elecciones se han utilizado discursos polarizantes para dividir a la sociedad en torno a cuestiones ideológicas. Candidatos y partidos han empleado la táctica de crear enemigos imaginarios para movilizar a su base y debilitar a sus oponentes.

La estrategia de «divide y vencerás» en la política mexicana ha tenido efectos nocivos y duraderos. Ha debilitado la confianza en las instituciones, polarizado a la sociedad y obstaculizado la colaboración entre actores políticos para la construcción de soluciones a problemas complejos. Esta conducta, si bien puede brindar resultados a corto plazo, finalmente tiene consecuencias negativas a largo plazo, socavando la cohesión social y dificultando la implementación de políticas efectivas.

Pero siempre queda una duda. ¿Por qué triunfa la manipulación? ¿Por qué observamos en amplios segmentos de la sociedad una firme obstinación que raya en la necedad sosteniendo ideas a todas luces inconducentes, equivocadas? Esto puede atribuirse a diversos factores, como el orgullo, la necesidad de pertenencia a un movimiento, a una corriente de pensamiento o simplemente resistencia al cambio. Las personas a menudo se aferran a sus creencias erróneas para preservar su identidad y coherencia interna, aunque esto tenga consecuencias negativas. La psicología humana tiende a evitar la disonancia cognitiva, prefiriendo confirmar las creencias existentes.

Concluyo: La frase «divide y vencerás» ha perdurado a lo largo de los siglos como una exitosa estrategia de manipulación. Reconocer esta estrategia y desarrollar un pensamiento crítico son pasos esenciales para resistir su influencia. En última instancia, una correcta y veraz información, la unión, la aceptación de que no somos poseedores de la verdad embotellada de origen y la cooperación son los antídotos para contrarrestar los efectos de la manipulación y la división.

Alejandro Vázquez Cárdenas

Democracia, concepto, virtudes y defectos (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

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