Editoriales

Educación, entre el miedo y la corrupción (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Si los padres de familia tienen dinero pueden optar por una buena escuela privada. Si no, mal negocio. ¿Esperar a que nuestras autoridades, en especial ahora con MORENA corrijan el desastre educativo? Primero se congela el infierno.

Morelia, Michoacán, 10 de septiembre de 2019.- El dato, si bien anecdótico, es real, y lo más triste, era previsible. ¿Cuál es la capital de Francia?, pregunto a un alumno promedio de una secundaria pública promedio; «Italia», me responde con rapidez. ¿Y la de los Estados Unidos? , «No lo sé» admite con algo de pena. Con un sencillo interrogatorio corroboró que sus conocimientos no van más allá de saber cual es la capital de México; «México» responde triunfalmente.

¿Caso de excepción?, no, la educación en México desde hace ya varios sexenios se encuentra en los niveles más bajos en el mundo. En las actuales condiciones resulta imposible pensar en competir con cualquier país de Europa Occidental, Japón o con nuestros vecinos del norte, los Estados Unidos. Por nuestro nivel, más bien nos ubicamos junto a los países subsaharianos, naciones como Sierra Leona, Guinea, Nigeria, Togo y Camerún. Mencioné países africanos ya que algunas teocracias islámicas, como Irán, nos superan en varios rubros.

Analizando esta situación da la impresión de que nunca a nadie le ha interesado hacer algo para resolver el problema a fondo. El gobierno, del color que sea, no ha sido capaz de articular algo útil para remediar esta tragedia. ¿Cuántas cosas fallan? Pues de las autoridades centrales de la SEP para abajo, casi todo. Obvio, con sus honrosas excepciones.

Singularmente tóxicos resultan ambos sindicatos, tanto el oficial como ese esperpento que es la CNTE, impresentable estructura encargada de arruinar la escasa calidad educativa en México; agresivos «maestros democráticos» que no aceptan ser evaluados pues se saben incapaces de aprobar el más laxo de los exámenes. ¿Conocer su nivel de motivación o su vocación?, no es necesario examen alguno, su vocación es inexistente. ¿Cumplimiento del calendario escolar?, nulo, el calendario es tan solo un referente simbólico. ¿El nivel educativo de los alumnos? Va de malo a pésimo en su mayoría.

¿El gasto en Educación?, es un barril sin fondo y con múltiples boquetes que hacen naufragar el presupuesto que sea. Eso independientemente de que hay que pagarles a maestros aunque no trabajen y que existen miles de «maestros» que llevan años sin pararse en una aula, por las más peregrinas razones.

Ya ni queremos llevar la cuenta del número de días perdidos por culpa de las «marchas» «plantones» «protestas» «paros» y otras razones que un día sí y otro también esgrimen los “maestros”. Es ya parte del panorama cotidiano ver las escuelas públicas cerradas y tapadas sus entradas con mantas y letreros con diversos reclamos, casi siempre con una ortografía deplorable.

Con semejantes estructuras educativas y con «maestros» de este jaez, ¿qué podemos esperar de los alumnos? Pues lo que tenemos, infinidad de niños y jóvenes con una pésima educación y algunos escasos ejemplos de buenos alumnos, varios por méritos individuales y de su entorno familiar y otros por haber sido apoyados por algunos de los ya escasos maestros con verdadera vocación y preparación que sobreviven en el hostil ambiente magisterial. Esa es nuestra realidad, nos agrade o no. El resultado final es una educación deficiente, que si bien nos va, quizá nos permita competir con alguna de las teocracias del Asia menor.

¿Y qué puede hacer el común de los ciudadanos? Si los padres de familia tienen dinero pueden optar por una buena escuela privada. Si no, mal negocio. ¿Esperar a que nuestras autoridades, en especial ahora con MORENA corrijan el desastre educativo? Primero se congela el infierno. ¿Aplicar la ley a los obtusos, limitados y agresivos «líderes» de la corriente democrática?; jamás lo van a hacer, son sus aliados, incómodos y cerriles, pero aliados Los maestros pueden tranquilamente hacer los paros que quieran, bloquear lo que sea , incluidas vías del tren, saben que no hay ley aplicable para ellos.

Evidentemente el miedo paraliza a nuestros funcionarios cuando se trata de tomar decisiones. Si el valor solo les da para exclamar “Fuchi” y “Guácala” como niño de preescolar, pues estamos fritos. Debemos recordarles un par de cosas, primero, el miedo es mal consejero, y segundo, cuando se tiene miedo no se deben aceptar puestos que demanden tomar decisiones.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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