Editoriales

El campo, una tragedia (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

En México hay unos 30 millones de hectáreas de tierra cultivada, de las que poco más de 3 por ciento se dedica a cultivos exitosos. Esos cultivos son espárragos, mangos, limones, tomates, pepinos y en los últimos años el aguacate, que ha alcanzado precios estratosféricos.

Morelia, Michoacán, 08 de octubre de 2019.- No es necesario tener un título universitario, ni tampoco haberse tostado años bajo el sol como iguana, para darse cuenta que en México, el campo, históricamente y en la actualidad, ha sido y sigue siendo un segmento atrasado, incapaz de competir con otros países.

Datos: En los últimos 10 años, la dependencia alimentaria de México empeoró, veamos el caso del arroz, el 87 % del total del consumo se abastece con importaciones, mientras que en 2008 representaban el 70 por ciento. Obviamente se paga en dólares, lo que encarece su precio.

Otro caso es el trigo; hace 10 años el 55 por ciento se importaba, pero para el 2017 ya era el 62 por ciento. Sobra decir que el principal trigo que se importa es el panificable.

La dependencia alimentaria de México es, desde hace sexenios, una realidad que todos los presidentes han matizado. El argumento más utilizado para justificarse es que ningún país es totalmente autosuficiente en alimentos, lo cual es parcialmente cierto, para luego afirmar que buscar la autosuficiencia es una “política equivocada”; listo, ya no hay problemas. Pero no, los problemas siguen ahí.

Nuestros vecinos, los Estados Unidos, poseen autosuficiencia alimentaria y por si no fuera suficiente cuentan con el respaldo de México, que se ha convertido en su proveedor número uno de alimentos, a cambio, nuestro país importa sus excedentes.

¿Cómo se llegó a esta tragedia? Tampoco es necesario título alguno de economista, historiador o lo que se nos ocurra, simplemente basta con poco de sentido común, buscar información y revisar cual ha sido la evolución del campo mexicano.

Veamos, después de Revolución, México fue manejado por militares, no por políticos ni por gente que supiera de agricultura. Al principio, con el Gral. Lázaro Cárdenas como Presidente, el conflicto armado había terminado, no así la agitación social, que continuaba siendo un factor de peso. Entonces, tanto por ideología como por populismo Cárdenas decidió implantar el sistema ejidal… y ahí se pudrió el asunto. Grandes extensiones altamente productivas se fragmentaron en cientos o miles, con “dueños” que no era dueños de nada, y como invariablemente sucede cuando nada es de nadie, la producción se fue al suelo. Y en muchos caso ahí sigue.

En esos años, en el campo mexicano vivía la tercera parte, o más, de la población del país. Y para atraerse a esa enorme masa de voluntades el General repartió lo que los agrónomos a su servicio le decían que excedía de 100 hectáreas. Se entregaron a tres millones de ejidatarios más de cien millones de hectáreas, en calidad de propiedades «inembargables, intransferibles, inajenables e imprescriptibles».

No descubrimos el hilo negro al decir que el campo fue criminalmente abandonado desde el punto de vista operativo, pero bien atendido políticamente. Se cuidó su potencial para producir votos de apoyo al PRI (voto verde), pero se abandonó su capacidad para producir alimentos. La idea proteccionista se mantuvo desde los años 40 hasta su máxima expresión en la época del populismo en los años setentas, a pesar de que ya en las postrimerías del periodo de Díaz Ordaz había conciencia de la imposibilidad de mantenerse como un país cerrado; había que escoger entre abrirse o elevar el proteccionismo. Se escogió lo peor y todos pagamos las consecuencias.

En México hay unos 30 millones de hectáreas de tierra cultivada, de las que poco más de 3 por ciento se dedica a cultivos exitosos. Esos cultivos son espárragos, mangos, limones, tomates, pepinos y en los últimos años el aguacate, que ha alcanzado precios estratosféricos.

Más de un tercio del campesinado cultiva maíz, es decir, compite contra ese mismo cultivo en los EUA. El cultivo mexicano de una tonelada de maíz requiere 14 personas, mientras que para el mismo volumen en los EUA se requiere 0.14 personas. La cifra es de una cegadora evidencia y no admite más que una conclusión: El campo mexicano, como esta, simplemente no puede competir.

Ciertamente tanto en los EUA como Canadá y también en varios países de Europa el campo está fuertemente subsidiado. Pero en ellos la población que se dedica al campo ronda por el 2% y aquí andamos por el 20% ¿El remedio sería subsidiar el ineficiente campo?, mejor quemar el dinero, calentar una caldera con billetes tendría más utilidad; recordemos la experiencia con Banco de Crédito Ejidal, más conocido como «Bandidal» , para ver que por ahí no va el remedio.

No tengo una bola de cristal, pero no se necesita ninguna para afirmar que con nuestras autoridades y legisladores el campo seguirá igual… o peor.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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