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El cochinito del cochinero… / Gonzalo Gabriel Estrada Cervantes

El autor es licenciado en Derecho, especialista en Derecho Agrario; Maestro en Ciencias en Desarrollo Rural Regional; Maestro en Derecho Ambiental y de la Sostenibilidad; Diplomado en la Unión Europea
El autor es licenciado en Derecho, especialista en Derecho Agrario; Maestro en Ciencias en Desarrollo Rural Regional; Maestro en Derecho Ambiental y de la Sostenibilidad; Diplomado en la Unión Europea

Es bueno que quien la debe la pague; pero más bueno será que digan los nombres con quienes han tejido esa red de protección delincuencial tanto en el sector público como en el privado sin la cual no es posible cometer tantos ilícitos por tanto tiempo

México, D.F., 19 de marzo de 2014.- Es agobiante y ofensiva la lluvia de nombres de presuntos delincuentes de toda calaña y género que francamente estamos hasta la coronilla del ambiente delincuencial en que nos tocó vivir, “no construir” Jesús Reyna dixit, ¿será?

Entre autodefensas, traficantes de todo tipo de trapicheos, delincuentes de poca monta, de alta alcurnia, y de exfuncionarios públicos a los que les va tocando el turno político de pasar por las cárceles previa valoración médica para que no se descompensen dentro de los penales, aunque descompuestos moral y corruptamente lo hayan estado ya. Han traicionado al pueblo y a sus instituciones a las que juraron servir.

Es bueno que quien la debe la pague; pero más bueno será que digan los nombres con quienes han tejido esa red de protección delincuencial tanto en el sector público como en el privado sin la cual no es posible cometer tantos ilícitos por tanto tiempo.

Urge saber esos nombres y que el brazo de la justicia también los alcance. Aunque se corre el riesgo de tener más sobrepoblación en las cárceles y el costo por alimentar cada preso es altísimo y va con cargo al erario público que todos sostenemos. Ellos hacen sus tres comidas al día y duermen sin pagar renta; y cuando salen de la cárcel gozan de sus bienes y de los recursos mal habidos.

En consecuencia creo que deberíamos legislar para que el funcionario público y el aspirante a cualquier cargo público paguen una fianza y con sus bienes bien habidos los dejen en garantía y también el patrimonio de su familia más cercana.

Al término del cargo se le devuelven si es que no cometió ilícitos. O bien que con cargo a su familia paguen su estadía en la cárcel, como un miembro de la familia desempleado pero detenido por ser delincuente.

Sé que los juristas puros dirán que es atentar contra el patrimonio personal o familiar, pero el patrimonio público siempre está en riesgo. Debemos estudiarlo, las circunstancias lo exigen.

Y además de nombres, se requiere embargarles de inmediato los bienes mal adquiridos y también los dineros, pero de inmediato. Y darles un fin social que amaine las precarias condiciones en que vive más de la mitad de la población de nuestro país.

Es vergonzoso por ejemplo que a los prestanombres de los Salinas de Gortari les estén devolviendo bienes y dinero; lo mismo a Ponce extesorero del DF cuando Andrés Manuel López Obrador era Jefe de Gobierno. Se escuchará mal, pero debemos hacer un “cochinito del cochinero” y decidir los ciudadanos qué hacer con ello.

Entre billetes, monedas y papeles de bienes muebles e inmuebles haríamos un cochinito del tamaño del Estadio Azteca, mínimo, y no la estaríamos pasando “canutas” como hasta ahora.

Que la riqueza mal habida vuelva de inmediato a la circulación en favor de las mayorías. Sí a las fianzas para desempeñar cualquier cargo público y sí al cochinito del cochinero.

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