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El Evangelio Hoy: Dios es todo, crea el Cosmos, lo sostiene y gobierna

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

Debemos aceptar a Dios en nuestra vida, escucharlo, respetarlo, amarlo como Dios y amar a los hermanos.

Morelia, Michoacán, 04 de noviembre de 2018.- En tu vida. Hay jefes de las naciones que se creen dios, son inconsistentes, necios, traicionan al pueblo, roban, asesinan.

No creen en Dios, ni aceptan su santa ley. Pierden su sabiduría, la guía de Jesucristo y la capacidad de servir.

Dios habla. Jesucristo es el gran regalo de Dios, es el espejo donde el hombre se mira y se comprende, su riqueza personal es divina. “Jesús tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre -afirma la Carta a los Hebreos. Es capaz de salvar para siempre a los que por su medio se acercan a Dios, vive eternamente para interceder por nosotros…

Es un sumo sacerdote… Santo, inocente, inmaculado”, sólo él, los demás hombres son pecadores. Algunos son, además, ciegos porque no reconocen sus grandes defectos y crímenes.

Hay que respetar a Dios, reconocer su poder, recordar que él es justo y sanciona a los hombres por el bien y el mal que hacen, por esa razón debemos temerle.

Moisés ordenó en nombre de Dios: “teme al señor tu Dios y guarda todos sus preceptos y mandatos… Y así prolongarás tu vida. Escucha Israel: guárdalos y ponlos en práctica para que seas feliz…”

El Padre Dios, a lo largo de la historia de la salvación va revelando progresivamente su proyecto de salvación, sus promesas y sus exigencias. Hay una sabiduría que recorre la Biblia de Cristo reafirma y lleva a la expresión más alta y definitiva.

Para responder al escriba sabio, Jesucristo toma el espíritu y los preceptos del Deuteronomio: “Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios es el único señor”.

Ese Dios único, señor de todos los hombres les hace falta a los creyentes de México. Es un apoyo inconmovible, una fortaleza, una autopista de granito.

El primer deber de un creyente es escuchar, leer atentamente y compartir, estudiar la Palabra de Dios. Es el primer alimento de la fe que va formando la comunidad.

El primer paso es creer que sólo Dios es Dios, como rezan los mahometanos. El individuo debe ubicarse frente a Dios, la única realidad, la única grandeza, que está por encima de todos los hombres. Sólo él crea, él es la verdad. Los jefes que se toman por un dios son necios, enfermos mentales. Igual los que pretenden hacer buenos a los servidores públicos y a los mexicanos irresponsables y chapuceros, corruptos con su llegada al poder.

Cristo, sabiduría de Dios centra toda la ley en el amor, divino y auténtico: “amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y con todas sus fuerzas”. Es decir sobre todas las cosas, primero que todo, no sólo cuando es fácil y agradable. Este amor se manifiesta en una opción fundamental por Dios, es el primer paso de la conversión. A partir de ahí se empieza a seguir a Cristo con todas sus exigencias.

La conversión se manifiesta luego en los hechos, no se queda en pensamientos bonitos, en palabras dulces. Es toda una vida vuelta hacia Dios, transformada por Dios.

El precepto del amor tiene una segunda cara: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Debemos amar al hermano como Cristo lo ama, viendo en él a Dios, con esa mirada sabia y con esa capacidad de entrega hasta de la propia vida para salvar al hermano.

Es el gran mandamiento del Reino.

Vive intensamente. Haz el bien Sé sabio, déjate guiar por Dios, en un mundo que vive sin ley, cumple los mandamientos de Jesús.

Cristo está con nosotros. Cristo es el maestro y el guía del camino. Nos alimenta con su palabra y con su cuerpo y su sangre.

En familia. No enseñes a tus hijos a vivir sin ley, se pierden. Despierta en ellos la conciencia moral, que cumplan la ley.

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