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El Evangelio Hoy / Dios, misterio de amor misericordioso y fiel

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

Dios es un misterio que no podemos comprender, es siempre misericordioso y fiel, en Cristo nos revela su Trinidad.

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Morelia, Michoacán, 13 de junio de 217.- En tu vida. Los poderosos del dinero y la autoridad son déspotas, nos dan miedo, no tienen piedad del pobre, no lo respetan.

El pobre es temeroso se siente herido y despreciado por todos, en Dios grande y poderoso vive contento, se siente amado, aceptado, valorado.

Dios habla. Dios es el ser más poderosos, su majestad es infinita, sin embargo no nos aplasta, es una ternura, que invita a confiar al más humilde que lleva el “yo”, dolorido.

Dios es el mismo del Antiguo Testamento que se reveló a Moisés: “Yo soy el Señor, Dios compasivo y clemente, paciente, compasivo y fiel”.

Dios impresiona, es adorable por su misericordia y fidelidad.

Dios va descubriendo su misterio, su plan a lo largo de toda la historia de salvación. En el Nuevo Testamento continúa a mostrarse un “Dios de amor y de paz”, como afirma pablo en la I Carta a los Corintios.

Dios es un misterio, tan grande que nuestra inteligencia creada no puede comprender.

La revelación de Dios en su claridad más pura se realiza cuando interviene en la historia en la persona de su Hijo. Él se hace uno como tú por una ternura infinita del Creador hacia su criatura, del Señor a su esclavo, del Padre bueno al hijo ingrato y mugroso.

Todo en la persona y en los actos de Jesús revela un amor desconocido, grande y puro por encima de los amores torpes y mezquinos de la tierra.

Las palabras del Mesías, Jesús nos llevan a la cumbre de la Revelación, son enseñadas por la sabiduría que bajó del cielo.

¿Habías escuchado una declaración más grande y más hermosa de amor, de un amor absoluto, infinito, más grande que el amor de los hombres, desinteresado, generoso, heroico.

Dios no es un Dios prepotente, dominante sino un Dios de amor. “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único”.

Dios busca al hombre, toma la iniciativa, Dios sabe que el hombre siempre es pobre, sufriente en su alma y en su cuerpo, está desamparado, miserable y triste. Necesitado de redención.

Esta situación es la que mueve la ternura y la misericordia de Dios. Dios se acerca al hombre “Para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga la vida eterna”.

Todo lo hace sin interés, a cambio de nada. ¿Cómo es que un Dios de infinita majestad se interesa por la salvación de los hombres. Es porque él sabe de qué están hechos y siente que están necesitados. “Dios envió a su Hijo al mundo…. Para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado”.

Dios revela al hombre su misterio, es una muestra de confianza y amor. El Dios uno y celoso de los judíos se manifiesta en su Hijo unigénito, el único engendrado por él. Cristo, muerto y resucitado puede presentar al mundo su Espíritu Santo y entregarlo.

Es el misterio que celebramos, la Santísima Trinidad, un solo Dios verdadero y tres personas realmente distintas.

Es el misterio que confesamos a cada momento de nuestra vida. Empezamos nuestro día en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu. El número tres tiene un valor simbólico, sagrado para el cristiano.

Necesitamos conocer nuestra fe, conocer a nuestro Dios, no podemos tener un conocimiento atrasado, superficial. Nuestro conocimiento ha de ser profundo, preciso.

El camino es Cristo, hay que conocer su persona, su obra, los secretos que él nos revela. Hemos de dejarnos guiar por sus palabras a lo largo del evangelio.

La palabra nos lleva al diálogo, a la contemplación.

Vive intensamente.  Acércate a Cristo, que él te lleve de su mano y te introduzca en la presencia de la Trinidad Santa, en su intimidad.

Para platicar en familia. Enséñale a tu familia a conocer a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a vivir en su presencia.

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