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El Evangelio Hoy: La riqueza que no falla

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

Debemos distinguir la riqueza verdadera de la que falla, la que da la seguridad y la vida en plenitud, el gozo y la inmortalidad.

Morelia, Michoacán, 14 de octubre de 2018.- En tu vida. Jorge vive para hacer dinero y darse una vida de lujo y vanidad. Lo demás lo sacrifica eso, la familia, la religión.

Aparentemente todo está bien, pero descuida lo demás: el amor de su esposa, la educación de los hijos, anda perdido.

Dios habla. El creyente tiene en Cristo un gran tesoro: se ubica bien frente a los bienes pasajeros y tiene la mirada puesta en los bienes definitivos de la vida eterna. Tiene una visión completa de su existencia inmortal y no se pierde en la vida terrena pasajera.

El católico tiene las advertencias para no dejarse deslumbrar y enajenar por la vida en este mundo como si fuera plena y eterna. Hay quienes si están atrapados en los negocios del mundo y creen que esto es todo.

En los momentos de lucidez y de inspiración, el hombre siente el llamado de la vida eterna, algo le dice que hay algo más que este mundo con todos sus encantos pasajeros.

Una gran virtud que sostiene todas las virtudes es la sabiduría, leemos en su libro: “ vino sobre mi el espíritu de sabiduría… La preferí a los cetros, sillas presidenciales… Riqueza… El oro… La plata”. Todo es como arena y lodo en comparación.

Todos queremos los bienes verdaderos e imperecederos, es lo que nos dará la plenitud y la seguridad, la paz que buscamos desde el fondo de nuestra alma, como algo absolutamente necesario. Tenemos un deseo profundo e irreprimible de la felicidad y la gloria del cielo y de la vida inmortal.

Es el sentido de la pregunta del muchacho que se acerca: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”

Cristo es bueno por eso sabe aconsejar sobre las cosas buenas.

El camino para alcanzar el cielo es la ley, para el judío ley y camino son lo mismo. “Ya sabes los mandamientos: no matarás no cometerás adulterio… Ni fraudes…”.

La gente sufre en el mundo de hoy porque ha perdido el sentido de la ley, tranquilamente la pisotea. No temen a la policía porque agarra los criminales y los suelta. No obedece a la ley, las autoridades no la aplican ni sancionan a los pecadores. Es el Estado fallido y el reino de la iniquidad y del crimen.

La sabiduría nos lleva a distinguir los paraísos falsos, con todos sus bienes engañosos, perecederos, traicioneros, que terminan matando a la persona.

Es el poder de la mentira y de las tinieblas, el presidente que dicta todo es el dinero, es el demonio del dinero con una multitud de secuaces,  impone su estilo de vida, su dominio, su religión.

Tiene bien engañados y amarrados a muchos hombres, les parece imposible dejar el dinero, el placer, la supuesta seguridad y todas las ventajas que se compran con el dinero.

Qué difícil es que los hombres, en su carrera alocada por hacer riquezas, sean capaces, de tomar su distancia, de comprender el engaño que hay ahí y la frustración que les espera, la perdición.

Debemos ser capaces de ser capaces de asumir la religión de Cristo: “bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”, la sabiduría la felicidad sencilla y auténtica. Se puede tener dinero y vivir desprendidos de él.

Porque tenemos fija la mirada en los bienes puros, auténticos que no defraudan y duran para siempre.

En la vida eterna recibiremos los bienes definitivos inmensamente más grandes, infinitos y quedan la felicidad pura y eterna.

Vive intensamente. Sé sabio, déjate guiar por Dios, renuncia a los placeres y ventajas del dinero. Tendrás la verdadera felicidad.

Cristo está con nosotros. Cristo es la sabiduría y tiene el secreto del Bien verdadero. Nos da el alimento del cielo, su cuerpo y su sangre.

En familia. Enseña a tus hijos a buscar los bienes verdaderos, a resistir a la seducción del demonio del dinero.

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