Editoriales

El Evangelio Hoy: La venida de Cristo en un mundo sin fe

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

La madre de todas las crisis es la crisis de fe. La Navidad es una fiesta pagana de placeres del cuerpo y excesos.

Morelia, Michoacán, 02 de diciembre de 2018.- En tu vida. ¿Ya viste el adorno de navidad, ya pusiste el árbol, ya tienes tu regalo para el intercambio? Es la fiesta mundana.

Muchísima gente vive a ras de la tierra, los valores espirituales no cuentan, no le dedican nada a Dios que nace en Belén.

Dios habla. El hombre sueña siempre por una patria ideal de abundancia de riquezas, de progreso, en el primer mundo de tranquilidad y de paz.

Dios tiene el mismo sueño y va conduciendo a su criatura a la plenitud de bienes, a la vida inmortal, porque para esto los creó y los puso en este mundo.

Es él mismo su guía en el avance y perfeccionamiento, los toma en su forma arcaica y los va modelando. El mismo es su rey que los gobierna y los organiza como pueblo sabio, justo y progresista, destinándolos a formar su Reino de la vida plena, santa y feliz.

Va madurando su obra y culmina su proyecto enviando a su Hijo como el único rey sabio, que no gana $108 000.00 al mes sino que vive con los pobres, desprendido de todo y por ellos se entrega a la muerte.

Dios, Señor de una creación grandiosa, viene entre fenómenos de grandeza cósmica que dejan anonadado al hombre. Envía “señales prodigiosas en el sol, la luna y las estrellas… la gente se llenará de angustia y miedo”,

Estamos viendo acontecimientos horrorizantes, la bestia del Apocalipsis que toma el poder, pueblos enteros masacrados, la hambruna y la opulencia que cohabitan, el cinismo, la rapiña, las complicidad en un estado fallido, el engaño de las cúpulas de poder que hacen creer al pueblo que todo está bien.

Son señales de la venida del Señor. El viene a su creación y muestra su majestad, su poder y hermosura de Dios. Los católicos sabios, practicantes “verán venir al Hijo del hombre sobre una nube con gran poder y majestad”.

A los hombres de un mundo de estudio, ciencia y tecnología, de grandes negocios y viajes, en una vida de abundancia y glamour para los privilegiados, la Palabra revelada llama la atención.

Ante las señales que están viendo “pongan atención y levanten la cabeza…” No se dejen absorber por los resultados de la Liguilla, la cotización del dólar, la bolsa de valores. Son valores pasajeros que no salvan, como no salvan los falsos mesías.

El adviento es un tiempo de gracia, más allá de los negocios, los adornos, regalos, fiestas para halagar los instintos.

Es tiempo de lucha contra los placeres que complacen la parte baja del hombre pero lo pierden todo entero. Lo encadenan, le quitan su libertad para buscar los bienes más puros y duraderos.

Estén alerta para que los vicios, la embriaguez no entorpezcan su mente y aquel día los agarre desprevenidos”. Ahí van las fiestas, plazas abarrotadas de quienes sólo piensan en bienes materiales.

Hay actividades discretas que dan una experiencia de liberación, de pureza, de gozo más profundo. ”Velen, pues, hagan oración continuamente… para que puedan comparecer ante el hijo del hombre.”

Es muy suave y benéfica la presencia en la comunidad, que tira la basura y dejas los espacios del alma para Dios, en la oración, el servicio de amor, el candor, la bondad, la paz.

Cristo viene al final del adviento, nace en su nueva familia de creyentes. Participamos en el memorial de su natividad. “Yo haré nacer de Jesé un vástago que traerá a la tierra la justicia y el derecho.”

Vive intensamente. Deja la seducción del mundo, de los placeres del pecado. Sube a la esfera del gozo espiritual.

Cristo está con nosotros. Cristo, el que vendrá en su gloria, está aquí. El que empezó su camino una Navidad.

En familia. Hay familias que viven sin Dios sólo para las fiestas, conviértanse, busquen los bienes de Dios.

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