Editoriales

El maltrato por un narcicista (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

El narcisista le niega a la víctima el derecho a ser oída y cuando habla su discurso es moralizador, distante e irónico. Normalmente es muy mentiroso y siempre cree tener la razón. Jamás pedirá perdón y si lo hace, dirá que fue “sin intención”.

Morelia, Michoacán, 11 de febrero de 2020.- Primero unos datos. Un narcisista es una persona que siente una admiración excesiva por sí misma, por su aspecto físico y por sus dotes o cualidades. Es una persona egocéntrica y orgullosa hasta el punto de no conseguir vivir una vida feliz, ya que muestra un egoísmo agudo y una desconsideración absoluta hacia las necesidades y los sentimientos ajenos.

Como pareja son una auténtica calamidad, y el arma que emplean fundamentalmente es la palabra, eso sí, el maltrato psicológico no aparece de un día para otro, pero una vez que se instala, es permanente y sistemático. Comienza con una fase de seducción, porque busca mujeres frágiles a las que les da seguridad. Se aprovecha de la admiración que la mujer siente por él y de la imagen bondadosa que ella le devuelve y que él necesita para su narcisismo. Poco a poco, la mujer va anulando sus defensas y ya no puede rebelarse. A partir de ese momento, la víctima pasa a tener una relación dependiente

La estrategia consiste en el desarrollo de un juego lento, a diferencia de los golpes. Lo importante es el sometimiento. Es muy intuitivo a la hora de detectar puntos débiles de dolor o inferioridad del otro y allí atacan. A partir de este momento, la víctima comienza a ahogarse, no puede pensar. Solo obedece… y empieza a tenerle miedo. El perverso da muy poco y pide mucho. Nunca está satisfecho y si la víctima expresa su descontento o se queja, aparecen las amenazas de abandono y ataque. Pero si la víctima se queda tranquila y dócil, puede permanecer un tiempo “en paz”.

El narcisista le niega a la víctima el derecho a ser oída y cuando habla su discurso es moralizador, distante e irónico. Normalmente es muy mentiroso y siempre cree tener la razón. Jamás pedirá perdón y si lo hace, dirá que fue “sin intención”. La idea es hacer dudar a la víctima de sus propios pensamientos y afectos hasta el punto de tener que pedir perdón por algo que no hizo

Pero el mecanismo que mejor pone en juego es la descalificación. Una y otra vez le dirá que no vale nada, que no hizo nada, que nadie la quiere, hasta que la víctima se lo cree. Pero no es solo el ataque a su autoestima, también descalifica a sus amigos, a su familia, a su trabajo etc.

El maltrato psicológico tiene su núcleo agresivo porque se introduce en el territorio psíquico del otro.  El otro no es que sea masoquista, sencillamente no sabe o no puede defenderse, sufre y se cree que es culpable de lo que ocurre. Jamás se le ocurre pensar que el otro pueda ser tan violento ni tan agresivo.

En la mayoría de los casos, la víctima es excesivamente tolerante, y el origen de la misma proviene de reproducir lo que uno de los padres ha vivido y de la necesidad de reparar. El perverso jamás se va a responsabilizar de ningún fracaso ya sea laboral o personal, la culpa siempre la tiene el otro: “No me das lo que necesito”; “nunca haces nada por mí”; “todos son unos incapaces”. La víctima oscila entre la angustia y la rabia, por momentos es conciliadora, por momentos intenta defenderse. Si reacciona y desea recuperar un poco de su libertad, el perverso, al ver que su víctima se le está escapando de las manos, reacciona con mayor saña y puede llegar a la violencia física. Nunca aceptará que se queje y no le perdonará que se defienda.

El perverso jamás deja libre a su presa y siempre la odiará porque piensa que la víctima lo odia como sólo él es capaz de hacerlo. Cómo utiliza el mecanismo de la proyección, la agresión es para siempre. Tampoco se privan de la paranoia: “Hay que atacar primero y gracias a eso sobrevivo”. La víctima desea olvidar, pero él no lo permitirá porque al tenerla como centro de la violencia (vivan juntos o separados) le evita sentirse deprimido o desestructurado.

Para la víctima, olvidar el pasado no es fácil pero tampoco imposible. La manera de poder salir de esta situación es que primero deje de lado toda la culpa que le ha sido asignada por el agresor, reconozca que la persona a la que amó tiene un trastorno de personalidad que le ha hecho mucho daño, que debe protegerse, que no debe entrar más en el juego perverso ni creer que él va a cambiar. Y, fundamentalmente, recibir apoyo terapéutico porque no es fácil superar tanto tiempo de sufrimiento. Es importante rodearse de amigos, de actividades gratificantes, aceptar que se cometió un error y ampliar su círculo de  personas que aumenten su autoestima.

Y algo fundamental, que consulte a su psiquiatra. 

Alejandro Vázquez Cárdenas

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba