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El nuevo gobernador / Diego Leal

Diego Leal es politólogo por el Tec de Monterrey; Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos; y obtuvo en Madrid España, el Máster en Comunicación Política e Institucional
Diego Leal es politólogo por el Tec de Monterrey; Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos; y obtuvo en Madrid España, el Máster en Comunicación Política e Institucional

Su periodo como gobernador será muy corto en realidad, 15 meses, mismos en los que tendrá que lidiar con un estado prácticamente quebrado, levantándose de una crisis de inseguridad que llevó a Michoacán a ser considerado por muchos como un estado fallido

Madrid, España, 21 de junio de 2014.- Salvador Jara Guerrero llegó a la gubernatura del estado de Michoacán de manera sorpresiva, como no lo fue la salida de Fausto Vallejo, quien por más que negaba días antes que regresaría a gobernar, la realidad es que todos en el estado sabían que eso era altamente improbable.

Nuestro nuevo gobernador llega con poca experiencia política en su palmarés.

Fue director del extinto COECYT, hoy CECTI, y rector de la Universidad Michoacana. Sin embargo, tal vez es ahí donde estriba su ascenso a la gubernatura, al haber sido aceptado prácticamente sin debate ni “peros” por todos los partidos políticos, por el voto prácticamente unánime del Congreso del Estado (38 a favor, 2 abstenciones).

Sus detractores le señalan ser una persona cercana a Leonel Godoy, quien dicen, lo apoyó para llegar a la rectoría de la UMSNH. Otros tantos que no pudo con los problemas, los sindicatos o las casas del estudiante de nuestra máxima casa de estudio.

La verdad, es que considero que ser rector de la Universidad Michoacana es un reto de mucha responsabilidad y poco poder. Mucha responsabilidad porque tienes que satisfacer distintos intereses y a la vez proveer una educación de calidad con poco margen de negociación. De poco poder porque prácticamente el rector no tiene ninguna herramienta disuasoria que sea eficaz contra los movimientos magisteriales o estudiantiles, más que el presupuesto, y eso es tratar de apagar el fuego con gasolina.

Su periodo como gobernador será muy corto en realidad, 15 meses, mismos en los que tendrá que lidiar con un estado prácticamente quebrado, levantándose de una crisis de inseguridad que llevaron a Michoacán a ser considerado por muchos como un estado fallido, y a un año de las elecciones para elegir un nuevo gobierno estatal, por lo que tendrá que estar alejado de los intereses de cualquier partido político. Poco tiempo en verdad, pero como bien dijo Manuel Nocetti, “es poco tiempo para hacer mucho y mucho tiempo para no hacer nada.”

Son muchos los frentes que tiene por delante el actual novel gobernador, sin embargo, desde mi perspectiva debe centrar sus esfuerzos administrativos, políticos y de comunicación en dos.

El primero, retomar la auditoria y llevar ante la justicia a los responsables de la penosa situación que vive el Estado en materia de deuda pública. Ya hay camino avanzado, mismo que sorprendentemente fue detenido cuando se conocieron los montos y los supuestos destinos de la tan mentada deuda pública. Lo que no debe quedar inconcluso, ya que es un lastre que todos los michoacanos pagaremos en los años venideros y se tiene un sentimiento de frustración al ver como otros estados han llevado ante la justicia a sus otrora gobernantes por un boquete financiero mucho menor del que sufrimos en el estado, mientras que en Michoacán, aún resuena el ya famoso “no pasa nada”.

Con ello, desarmaría el primer argumento que esgrimen en su contra y muchos le reconocerían dicho logro en aras de la transparencia y la justicia.

Por otro lado, está el tema de la inseguridad. Para nadie es un secreto que los asesinatos, los secuestros, las extorsiones y los robos continúan en Michoacán con todo y el atinado operativo federal. La inseguridad no se acaba por medio de un decreto o de repetir constantemente que los índices de inseguridad van mejorando, la realidad está ahí y tendrá Jara, pero sobre todo Castillo, que lidiar con ella, por lo que deben trabajar en armonía, continuando con el plan maestro trazado para Michoacán, esperando que el diagnóstico y la ejecución del mismo no estén equivocados de inicio. Por las detenciones, bajas y aseguramientos que ha sufrido el principal cartel del estado, al parecer no es así.

Si bien los problemas de Michoacán son muchos más: pobreza, falta de empleo, corrupción, falta de aplicación de la ley ante grupos subversivos y abiertamente anarquistas, política educativa fallida, entre muchos otros, como decía anteriormente, el gobernador Jara, tendrá poco tiempo para incidir decisivamente en ellos, por lo que no debemos, al menos desde mi perspectiva, cifrar falsas esperanzas en que los resuelva en su periodo de gobierno.

Sin más, lo único que me queda como michoacano es apoyarlo moralmente y desearle el mayor de los éxitos en esta encomienda. Nuestro estado merece buenas noticias, y con un hombre de ciencia estoy seguro que no tardarán en llegar.

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