El Papa Pío XII, los judíos y la post-verdad / Jorge E. Traslosheros
Un Papa católico está plenamente legitimado para rezar en un campo de concentración nazi. Junto a los seis millones de judíos asesinados, figuran también dos millones de católicos, el segundo grupo más perseguido por Hitler debido a su clara oposición al régimen; pero esos católicos son las víctimas invisibles. De ellos nadie habla e incluso se considera de mal gusto mencionar su existencia.
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Ciudad de México, 24 de marzo de 2017.- Durante décadas, contra toda evidencia, el Papa Pío XII ha sido acusado de haber sido el Papa de Hitler y de haber colaborado, por omisión, con el exterminio del pueblo judío. La verdad es que, desde sus tiempos de nuncio en Alemania y luego como pontífice, se opuso por todos los medios a su alcance al régimen nazi y fue un valiente defensor de los judíos.
Un reciente escándalo desatado por la BBC de Londres volvió a poner el tema en la palestra. El papa Francisco, durante su visita al campo de concentración de Auschwitz, guardó reverencial silencio. Entonces, la famosa productora afirmó que era para salvar el silencio de Pío XII ante el exterminio de los judíos. De inmediato, Lord Alton salió en defensa el Papa Pacelli y exigió a la BBC retractarse públicamente de tan maliciosa mentira.
El reclamo surtió efecto y la productora reconoció abiertamente la falsedad de tales afirmaciones. Es la primera vez que un medio tan importante reconoce que se trata de falsedades y calumnias contra Pío XII.
Éste ha sido un capítulo más de una larga historia que se remonta a la puesta en escena de la famosa obra de teatro de Rolf Hochhuth, El diputado, estrenada en 1967. Desde entonces, se han apilado mentiras sobre mentiras, cuya historia hoy conocemos mejor. La evidencia apunta a que todo empezó por el interés de la inteligencia soviética de acabar con la enorme autoridad moral de Pío XII, para usarlo como arma arrojadiza contra la Iglesia Católica. De la campaña se hicieron cómplices en su momento, y promotores después, las izquierdas socialistas y comunistas, los liberales y, más recientemente, los laicistas empeñados en extirpar el cristianismo del corazón cultural de Occidente. Para estos políticos e intelectuales sólo ha importado la propaganda, jamás la verdad. Eso que ellos mismos ahora escandalizados llaman la post-verdad, no es más que una añeja estrategia la cual consiste en sembrar calumnias para favorecer intereses políticos y programas ideológicos de muy distinto signo. En este caso, unidos por su irracional aversión a la Iglesia.
Lo bueno que han traído estos años es una constante investigación para sacar a relucir la verdad. La primera de ellas fue ordenada por el papa Paulo VI en 1967, quien conocía la historia en primera persona por haber sido uno de sus protagonistas. Desde entonces, se ha venido confirmando de manera abrumadora lo que siempre se supo, incluso por los mismos nazis quienes llamaban a Pío XII “el amante de los judíos”. Muchas voces se han sumado en su favor, desde sencillos testigos, hasta notables personajes del pueblo hebrero, entre quienes destacan Albert Einstein, Golda Meir e Isaac Herzog. Llaman la atención, también, dos iniciativas y un libro.
Una, Pave the Way, dedicada a la investigación para el diálogo entre cristianos y judíos, donde se han acumulado numerosos testimonios en favor del papa Pacelli. Otra, Houses of Life, dedicada a rendir homenaje a los sitios en donde dieron refugio a los judíos durante la guerra. En primera línea están numerosos conventos, monasterios, parroquias y, en general, sitios propios de la Iglesia Católica incluido el Vaticano y Castel Gandolfo. El libro más interesante, entre varios que se pueden consultar, fue escrito por el rabino e historiador David Dallin titulado, El Mito del Papa de Hitler, el cual se puede leer en español gracias a la humilde editorial Ciudadela.
Ahora que gozosos celebramos cuatro años del pontificado de Francisco, sería hermoso que el Papa procediera de una vez a la beatificación de Pío XII.
Nadie con su legitimidad para hacerlo. Por un lado, como latinoamericano, es ajeno a los embates ideológicos contra el papa Pacelli nacidos al calor de la guerra fría en Europa y; por otro, él mismo fue víctima de crueles difamaciones e injustas persecuciones las cuales, de no haber sido Papa, hubieran quedado para el debate de los historiadores.
El ocultamiento de la verdad ha llegado al grado del absurdo. Un Papa católico está plenamente legitimado para rezar en un campo de concentración nazi. Junto a los seis millones de judíos asesinados, figuran también dos millones de católicos, el segundo grupo más perseguido por Hitler debido a su clara oposición al régimen; pero esos católicos son las víctimas invisibles. De ellos nadie habla e incluso se considera de mal gusto mencionar su existencia.
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