Editoriales

El proyecto secreto: Despertar y renacimiento de México

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

El verdadero cambio esperado lo realiza el pueblo según sus necesidades y sus valores culturales. El gobierno no puede imponer un cambio ajeno.

Morelia, Michoacán, 27 de julio de 2018.- Es bello el despertar de Estrasburgo en el valle del Rhin. En el invierno está todo desnudo, negro y helado. Si no despiertan a la naturaleza, no habrá cambio, todo seguirá inerte, el lado.

Ese invierno cansa, se hace interminable, se espera su fin y el despertar de la vida.

El mal terrible de los mexicanos es que el pueblo no despierta. El cambio es de la clase política. En las elecciones, los líderes organizan la fiesta, la disfrutan y hacen el gran negocio.

Nadie plantea esa necesidad primera, condición indispensable para el cambio en la sociedad. El cambio de las autoridades es un cambio en otra esfera, en sus intereses y deseos que le imponen al pueblo.

Que tremendo y fundamental desafío, el despertar del gran pueblo de México. ¿Quién impulsará la conmoción tremenda como el alumbramiento de un mundo nuevo?

Nos recuerda la conmoción de la tierra cuando el Mesías se despierta de la muerte en un mundo sin corrupción, sin crimen ni muerte, el domingo de resurrección.

¿El cambio hacia dónde? Hay señales de retroceso: presidencialismo, autoritarismo, impugnación de sanciones merecidas, reacciones viscerales: “es una vil venganza”.

Es necesario definir bien las metas, el bien de los mexicanos, no de un partido.

No se hace por decreto. no basta cambiar a los jugadores en el juego de las sillas. No bastan cambios en la clase política, de partido, no son suficientes nuevos titulares en la “mafia del poder”.

No lo impone una elite, un partido, un caudillo que trae algo ajeno a las aspiraciones y necesidades del pueblo democrático, DEMOS. Por eso los programas no funcionan. No responden a las necesidades profundas de la gente, a su cultura e idiosincrasia.

Todo cambio es un paso de la muerte a la vida, del viejo mundo de la corrupción y la injusticia a la tierra de la libertad y la vida digna. Hay que dejar el país de la corrupción, la impunidad, la desigualdad social, de los malos gobiernos. Hay que buscar el país tan deseado por las multitudes: gobiernos transparentes, aplicación de la ley y la justicia que sanciona a los criminales que matan, que despojan a los inocentes impunemente.

Hay que despertar al pueblo para que pueda dejar la corrupción, con su inercia y ventajas, sacudirle el sopor, ponerlo en pie, fortalecerlo y entrenarlo para que sea el gigante que rompe sus cadenas, vida cómoda, letargo de muerte.

Entonces sabrá experimentar los aires de la libertad, se sentirá atraído, estará dispuesto a despojarse de todo para ir a conquistar la vida y la grandeza.

Debe salir de la noche oscura del seno materno donde recibe todo y no hace nada, es alimentado, Viven en la inconciencia, en la dependencia, espera que papá gobierno le resuelva los problemas.

Tiene actitudes infantiloides. Se deja tratar como niño que aún “se chupa el dedo”.

Grandes multitudes no se han formado un criterio. Toman decisiones irracionales, llevados por la emoción y el fanatismo.

Son presa fácil de líderes perversos que les compran su voto por una torta, una cachucha y programas de gobierno.

Hay una gran ignorancia, la escuela está en emergencia y sólo transmite algunos conocimientos. No educa, no forma hábitos, no cultiva virtudes, no entrena para usar bien la libertad, de hacer el bien no de destruir. Por eso, ese panorama de asesinatos, rapiña, complicidad con el crimen,

Hay que poner los pies en la realidad y plantearse la pregunta decisiva: ¿quién dará la sacudida para despertar al gran pueblo de México, con sus millones y millones de habitantes?

Con todo, el despertar es posible.

¿Quién o quiénes tienen la energía para despertar el país adormilado, anestesiado, ignorante, con las grandes virtudes escondidas, con grandes vicios de egoísmo, desorden, vandalismo?

El ser humano tiene el poder insospechado, como la energía de los átomos, para cambiarse a sí mismo y ser simiente del mundo nuevo.

Como el pueblo de esclavos judíos en Egipto, tiene el más grande aliado, que lucha por él, que tiene el poder de resucitar muertos y de crear mundos nuevos.

La cuestión exige respuestas más concretas para iniciar el despertar del amado pueblo de México.

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