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Eliminar el fuero…, ¿es la solución? (Por: Alejandra Ortega)

La autora, Alejandra Ortega, es subdirectora de ATIEMPO.MX, con una amplia trayectoria de más de 15 años en los medios de comunicación
La autora, Alejandra Ortega, es subdirectora de ATIEMPO.MX, y cuenta con amplia trayectoria en los medios de comunicación

Lo que se debe corregir es la forma en la que se hace política en nuestro país, la manera en la que los políticos se benefician de sus cargos sin ningún pudor y en la forma más obscena posible, sin que haya nadie que los llamen a rendir cuentas, con o sin fuero

Morelia, Michoacán, 28 de noviembre de 2017.- En México el fuero ha significado siempre injusticia y abuso. Es también la impunidad en el desempeño de las funciones de los legisladores, gobernadores y representantes populares.

No cabe duda que esta figura ha sido traducida mal por muchos en nuestro país, pues esta existe en todas las legislaciones del mundo y sin embargo, en ninguna otra nación se abusa tanto de ella como en la nuestra.

Y no es que el fuero sea malo o negativo por sí mismo. No, al contrario, es necesario para que en algunos casos se pueda desarrollar un trabajo de la mejor forma, sin la presión y autoritarismo que algunos podrían ejercer para vulnerar no sólo a diputados o senadores, sino a otros representantes o funcionarios que tengan en sus manos trabajos en temas delicados que requieran de una protección como la que da este derecho.

El problema es la ignorancia y el desmedido abuso que de esto han hecho gobernadores, diputados, senadores y magistrados quienes han visto en el fuero la ocasión para salir impunes de cualquier situación que ameritaría la cárcel, porque hasta los policías poco entienden lo que es el fuero y se cree entonces, que cualquiera con una charola de legislador tiene permiso de hacer lo que le venga en gana, de infringir leyes y reglamentos sin ninguna consecuencia.

Sin embargo, la realidad es que la inmunidad procesal protege no a las personas particularmente, sino a las instituciones y órganos, esto con el fin de evitar que gobiernos autoritarios quieran, como sucede en Venezuela, eliminar los congresos porque ahí estén sus enemigos, o perseguir funcionarios cuya labor represente un problema para alguien. Es por ello que el fuero significa mucho más que inmunidad, es una herramienta necesaria para las democracias, que representa el equilibrio entre poderes, pero llevado y entendida de la forma correcta.

Y es aquí en donde estriba el problema, que no se ha sabido entender el concepto del fuero, los alcances y limitantes y solo se le ha traducido como privilegio o prebenda de una clase ya de por sí favorecida.

Algunos constitucionalistas reconocidos han argumentado que eliminar el fuero como se ha hecho ya en varios estados de la república, y pronto en Michoacán, traerá problemas, pues se trata de una facultad que es irrenunciable, y con su anulación seguramente algunos políticos recurrirían a medidas legales para protegerse, como los amparos, lo cual representaría que éstos funcionarios se distrajeran de su encomienda para estar en los juzgados.

Y no me cabe duda que estas iniciativas y medidas obedezcan también a un asunto puramente electorero, pues en encuestas muy recientes como la de Mitofsky revela que un 69.6 % de la población están en contra de que exista el fuero, lo que hace muy populares a quienes legislan para eliminarlo.

Sin embargo, en los debates públicos se dicen verdades a medias y quienes no somos expertos en derecho caemos fácilmente en apreciaciones que se antojan sesgadas y no cercanas a la realidad.

Lo que debió hacerse es analizar muy cuidadosamente este tema, antes de tomar decisiones apresuradas y sin el análisis pertinente, pues hay que recordar que no estamos exentos de tener un próximo presidente del país que pudiera representar un autoritarismo como el que tienen otras naciones que hoy quieren quitar el fuero a sus congresos para instaurar uno a modo. No sabemos, pero deberíamos haber tomado en cuenta todas las posibilidades para después no darnos de topes contra la pared.

Considero entonces, que lo adecuado hubiera sido mantener la figura del fuero constitucional pero, como han dicho expertos constitucionalistas, hacer las modificaciones y correcciones necesarias para que éste no sea un obstáculo para rendir cuentas, o para que sea aplicada la ley como a los demás, en casos en los que se les descubra o se les detenga en flagrancia cometiendo algún acto ilícito.

Pues en todo el mundo, incluso en las constituciones más avanzadas del planeta existe el fuero y funciona bien.

Lo que es un hecho, es que de nada servirá eliminar el fuero, si nuestros funcionarios y representantes continúan con las prácticas abusivas y deshonestas que todos les conocemos y de las que los ciudadanos estamos hartos.

Lo que se debe corregir es la forma en la que se hace política en nuestro país, la manera en la que los políticos se benefician de sus cargos sin ningún pudor y en la forma más obscena posible, sin que haya nadie que los llamen a rendir cuentas, con o sin fuero.

La inmunidad procesal no es el problema, el problema son las prácticas añejas y cada vez más rebuscadas de robar las arcas públicas por parte de nuestra muy deteriorada clase política.

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