Editoriales

Entelequias, Freud y Lacan / Alejandro Vázquez Cárdenas

El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas
El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas

La diferencia entre las fantasías de Freud y Lacan y el trabajo de un científico es absoluta. Para el científico, la búsqueda de la verdad y la crítica constructiva es fundamental. Nada es más valioso para el científico que ver sus teorías debatidas y criticadas por sus pares. Si las críticas son infundadas, sabe que sus teorías sobrevivirán.

Morelia, Michoacán, 22 de agosto de 2017.- Hace algún tiempo, revisando otras cosas, encontré un escrito que, imagino, pretendía ilustrarnos sobre la depresión; saltaba a la vista que la persona que pergeño dicho artículo nada tenía que ver con la medicina; su artículo era una catálogo de lugares comunes, citas bibliográficas inexactas, apreciaciones subjetivas, un evidente resentimiento en contra de las transnacionales, desprecio a los usuarios de determinados medicamentos y una serie de parrafadas psicológicas, mal hilvanadas y peor sustentadas.

Lo que me llamó la atención fue que dicho artículo citara, como si tuvieran valor científico, las opiniones de personas como S. Freud y  J. Lacan, este último, uno de los mayores charlatanes que ha dado el mundo de la medicina, en toda su historia. Y eso que la medicina ha parido a grandes farsantes.

Como cualquier investigador serio lo sabe, las tesis fundamentales del psicoanálisis carecen de base científica, pero eso a Freud no le importaba pues poseía ambición, talento literario y una gran imaginación. Acuñaba neologismos y creaba lemas como olla de palomitas de maíz.

La diferencia entre las fantasías de Freud y Lacan y el trabajo de un científico es absoluta. Para el científico, la búsqueda de la verdad y la crítica constructiva es fundamental. Nada es más valioso para el científico que ver sus teorías debatidas y criticadas por sus pares. Si las críticas son infundadas, sabe que sus teorías sobrevivirán. Si están bien fundamentadas, entonces sabe que deberá cambiar sus teorías, o incluso abandonarlas. La crítica es vital para la ciencia, pero el psicoanalista se ha opuesto siempre a cualquier forma de crítica. La reacción más corriente ha consistido en acusar al crítico de «resistencias» psicodinámicas, procedentes de complejos de Edipo no resueltos y otros disparates; pero esto no es una réplica. Los puntos  deben ser juzgados en términos de su relevancia fáctica y de su consistencia lógica. El uso del argumento ad hominem como réplica a la crítica es el recurso de los que no pueden responder con hechos.

Todo en el psicoanálisis es discutible, pero entre todas sus escuelas la más ridícula es la de Lacan. No hay nada, pero absolutamente nada que se pueda rescatar de las tonterías que dicen los lacanianos.

Lacan es básicamente una combinación de Freud y Saussure. Para Saussure, un lingüista suizo de principios de siglo pasado, las palabras están constituidas por un significante y un significado. El significante es el sonido, el conjunto de fonemas que constituyen a una palabra. Mientras que el significado es la representación psíquica del objeto mencionado. Para Saussure todo lo que se debía conocer para aprender un idioma era un diccionario, él no se preocupaba por las estructuras de las palabras cuando son combinadas en oraciones. Lacan hace una modificación a las teorías de Saussure. Para Lacan no hay significados, un significante no se refiere a nada en particular, un significante es lo que es, no porque tenga un significado sino por lo que no es, se define por una relación negativa (así hablan los lacanianos). Como los significados no significan nada en particular, están constantemente cambiando, forman cadenas cambiantes de la misma forma que se forman las oraciones según Lacan y es esto lo que constituye nuestro inconsciente.

Lacan, dueño de significantes sin significado escribió una vez: Así, calculando esa significación según el álgebra que utilizamos, a saber: S (significante) sobre s (significado) = S (el enunciado). Con S=1, tenemos s = Raíz Cuadrada de menos 1. Es así como el órgano eréctil viene a simbolizar el lugar del goce. No en cuanto él mismo, ni siquiera en cuanto a imagen, sino en cuanto parte faltante de la imagen deseada: por eso es igualable a Raíz Cuadrada de menos 1.  Medalla de oro a quien descifre a la primera este galimatías.

Y que dice el buen Lacan sobre la curación de un paciente: «La curación, en definitiva, se realiza por medio de la restitución de las cadenas asociativas que sostienen los símbolos hasta el acceso a la verdad del inconsciente, a los significantes elementales que por metáfora y metonimia se habían propulsado a la consciencia. La curación es la reintegración en el hilo normal del discurso de una palabra, la palabra plena, que no había podido decirse más que deformada.» Segunda medalla de oro al que traduzca esto.

Quien desee leer una sólida y demoledora critica a las tonterías de Lacan puede consultar el libro “Imposturas intelectuales” de A. Sokal y J. Bricmont (Paidós 1999); se asustará. Finalmente un consejo sano, no intente sacar de su error a un convencido del psicoanálisis, saldrá peleado.

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