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Gobiernos y control de los medios de comunicación (Por: Alejandra Ortega)

La autora, Alejandra Ortega, es subdirectora general de ATIEMPO.MX, con amplia trayectoria en medios de comunicación de Michoacán
La autora, Alejandra Ortega, es subdirectora general de ATIEMPO.MX, con amplia trayectoria en medios de comunicación de Michoacán

Actualmente hay un rechazo total hacia los medios de comunicación por parte de ciertos grupos sociales, que ven a reporteros, comunicadores y periodistas como un enemigo, como un selecto grupo que manipula la información y que se enriquece a costa de ello

Morelia, Michoacán, 06 de septiembre de 2018.- Controlar los medios de comunicación es un asunto bastante viejo. Algunos grupos siempre han buscado tener el control de la información, pues no es casual aquello de: la información es poder.

Incluso en la Segunda Guerra Mundial se usaban los medios masivos para difundir la propaganda de los diferentes grupos que en ella intervinieron y éste manejo y control incidió de forma importante en el triunfo de los aliados, que luego pudieron escribir su versión de la historia, que hasta el día de hoy es la oficial y la única que se conoce, se divulga y no se cuestiona. Los buenos son los norteamericanos y los países amigos, y los malos los alemanes.

Y aunque la realidad es distinta, la verdad oficial no se puede contradecir porque es políticamente incorrecto parecer que se apoya al régimen nazi y a Hitler. Desde que terminó la guerra y hasta nuestros días, la propaganda antinazi continúa y no se permiten los matices en ella.

Esto fue obra del control de los medios de comunicación, que luego sirvió para que éstos fueran encabezados por grupos projudíos que hasta ahora siguen estando al frente, sobre todo en los informativos más importantes y de mayor difusión en el mundo.

Así que no es nuevo. Pero hoy lo que empezamos a observar en México, es un fenómeno que no habíamos visto antes, un rechazo total hacia los medios de comunicación por parte de ciertos grupos sociales, que ven a reporteros, comunicadores y periodistas como un enemigo, como un selecto grupo que manipula la información y que se enriquece a costa de ello.

Según estos grupos, que son los que se consideran a sí mismos como de izquierda, se debe acabar con la mafia de los medios, acabarlos para crear un nuevo modelo de comunicadores que no vivan del “chayote”, es decir, que no perciban un ingreso económico que venga del dinero público.

Sin embargo, y aunque esto suene bien, se debe estar consciente de que los medios son empresas privadas, que pagan impuestos y también una nómina y gastos de producción y operación, que son como cualquier otra empresa y no son parte de los gobiernos, así que tratar de regular sus ingresos y la forma en la que ellos vendan sus espacios informativos y de publicidad, no es cosa sencilla, pues es como si llegáramos a Walmart a decirles cómo deben hacer sus convenios con las diferentes marcas y patrocinadores y con quiénes sí y con quiénes no deben hacerlo.

Ser periodista y reportero es un oficio que requiere no sólo de la formación académica, sino de la experiencia y de la preparación constante, que les hacen ser expertos en las áreas y fuentes que cubren. Se debe tener un conocimiento general importante, porque sin contexto, no se pueden entender muchos procesos que se deben informar correctamente y pasar por controles.

Así que todo esto no lo puede cumplir a cabalidad cualquiera que se diga o crea periodista y esa es la relevancia que tienen éstos profesionales, pues no cualquiera informa bien, no cualquiera sabe discernir entre una información real de una que no lo es. De algo que tiene sustento y cumple con los parámetros en comunicación, y aquello que carece de todo esto.

Sin embargo, el rechazo ha ido creciendo, al grado de que ya en redes sociales los insultos y agresiones a comunicadores es de todos los días, pero llama la atención que las propuestas que se leen, por parte de éstas muy enojadas e indignadas personas, son el eliminarlos a todos, excepto a los que son afines a López Obrador, entre ellos mencionan a Carmen Aristegui, Jenaro Villamil, Lorenzo Meyer, Lydia Cacho, Álvaro Delgado, Brozo y hasta personajes que no son periodistas pero que tienen la aprobación de muchos seguidores de Obrador, como Alfredo Jalife y El Chapucero.

De esta forma vemos cómo se empieza a dibujar un escenario nada positivo para el país, pues carecer de una diversidad de medios informativos y líneas editoriales, se acerca más a una forma de dictadura, que a una democracia, en donde los recientes despidos de muchos articulistas y periodistas, crean un ambiente enrarecido que permite mayores expresiones de odio. Situación que no habíamos visto antes y que ojalá no sea el preludio de algo que ponga en juego la diversidad de opiniones que son fundamentales en una verdadera democracia.

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