Editoriales

Hablando de genocidios / Alejandro Vázquez Cárdenas

El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas
El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas

“Hemos luchado contra el enemigo equivocado”.       

Gral. George Patton

Ahora que está en boga hablar sobre genocidios, es bueno recordar uno de verdad,  y reflexionar que, aunque parezca increíble, aún existen estalinistas convencidos. Y de paso también saber por qué la mayoría de los polacos detestan a los rusos.

Morelia, Michoacán, 20 de junio de 2017.- Es frecuente escuchar la palabra “genocidio” aplicada a casi cualquier hecho de sangre, independientemente de los factores que lo rodean. Da la impresión que si son más de unas decenas de muertos algunos personajes sienten la obligación de usar la palabra “genocidio”, imagino que la consideran algo así como más impactante, contundente y llamativa.

Pero concretamente ¿Que es un genocidio? La ONU nos proporciona una definición: “Cualquiera de los siguientes actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, tales como: (a) exterminio de miembros de un grupo; (b) atentado grave contra la integridad física o mental de los miembros de un grupo; (c) sometimiento deliberado del grupo a condiciones de existencia que puedan acarrear su destrucción física, total o parcial; (d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en un grupo; (e) traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Existen muchos genocidios, y este mayo se cumplió un aniversario más de uno poco recordado, la masacre de Katyn. Veamos.

En la II Guerra Mundial, durante la invasión soviética a Polonia en 1939, unos 14,500 oficiales polacos fueron capturados e internados en campos de concentración en la Unión Soviética. Posteriormente, entre los meses de Abril y Mayo de 1940, la NKVD (Policía soviética) trasladó los prisioneros polacos desde campos de concentración en Starobielsk, Kozelsk y Ostashkow hacia un lugar en la carretera Smolensk-Vitebsk. La orden de Stalin era eliminar a los prisioneros.

Para asegurarse que no hubiera testigos, la policía seleccionó un lugar de un Km2 rodeado de espesa arboleda, el bosque de Katyn.  Ahí  fueron asesinados 4,143 oficiales polacos, con las manos atadas a la espalda y un disparo en la nuca. Los cuerpos fueron enterrados en fosas comunes, apilados a razón de unos 500 cadáveres por fosa. Pero cometieron un gran error, muchos cuerpos fueron enterrados sin quitarles sus pertenencias.

Después de la Operación Barbarroja (Invasión de Alemania a la URSS) en 1941 y cuando la Batalla de Smolensk terminó, la zona quedó en manos alemanas. Probablemente nunca se hubieran hallado las fosas de no haber mediado una verdadera casualidad.

En abril de 1943, en Katyn, una jauría de lobos era rastreada por un oficial del Ejército Alemán, el cual descubrió lo que parecían grandes partes escarbadas del terreno y huesos en los alrededores. Reportó el hallazgo a sus superiores y enviaron una patrulla con el médico de la unidad, el cual confirmó que se trataba de huesos humanos. El asunto cobró otra dimensión y se hicieron investigaciones con el personal médico del Grupo de Ejércitos Centro; lo que hallaron fue aterrador; enormes zanjas  con miles de cadáveres apilados, todos con uniformes polacos, con insignias y medallas, pero sin anillos ni relojes.

Después de desenterrar todos los cadáveres,  se contabilizó un total de 4,143 oficiales y profesionales polacos y se determinó que eran los cadáveres de prisioneros procedentes de campos de concentración soviéticos. Las autoridades polacas, que participaron en las investigaciones, confirmaron que había suficientes evidencias que determinaban que los soviéticos fueron quienes cometieron el asesinato de militares y civiles, profesores, artistas, intelectuales, abogados y sacerdotes.

El Primer Ministro polaco en el exilio, Sikorsky, se reunió con Churchill y le manifestó que las evidencias indicaban, sin lugar a dudas, a los ya para  entonces aliados soviéticos, como los culpables del crimen en masa. Churchill, político al fin,  hizo lo posible por evitar una confrontación entre los aliados, manifestándole al Primer Ministro que mejor era olvidar el asunto, en vista que nada le devolvería la vida a los oficiales asesinados.

En 1989, después del colapso de la Unión Soviética, el Primer Ministro Gorbachov admitió, que la NKVD había ejecutado a los polacos y confirmaba la existencia de otros dos lugares más de ejecución similares, donde siguiendo las órdenes de Stalin, en Marzo de 1940, la NKVD había dado muerte a 25.700 polacos, incluyendo los encontrados en Katyn.

Ahora que está en boga hablar sobre genocidios, es bueno recordar uno de verdad,  y reflexionar que, aunque parezca increíble, aún existen estalinistas convencidos. Y de paso también saber por qué la mayoría de los polacos detestan a los rusos.

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