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Hace 54 años… / Reflexión

Era un barrio sumamente heterogéneo, conocido por la vox-populi, como el barrio de “Cristo Rey”, en donde convivíamos niños de todas clases sociales
Era un barrio sumamente heterogéneo, conocido por la vox-populi, como el barrio de “Cristo Rey”, en donde convivíamos niños de todas clases sociales

Tuve la fortuna de nacer en un barrio típico del centro de nuestra colorida y colonial Morelia, conocida como “la ciudad de las canteras rosas” un día 17 de Julio de 1959…

Morelia, Mich., 24 de julio de 2013.- Tuve la fortuna de nacer en un barrio típico del centro de nuestra colorida y colonial Morelia, conocida como “la ciudad de las canteras rosas” un día 17 de Julio de 1959. Y digo fortuna, porque nací aproximadamente a la 1 AM, y mi madre, quien ya tenía los dolores de parto desde el día anterior (Día de la Virgen del Carmen) había pensado en que, de nacer en ese santo día, me iba a poner en honor a tan preciosa Virgen, …Carmelo!. Me salvé por cuestión de minutos. Dicho sea con todo respeto para la virgen que entre otras cosas nos ofrece echarse un tirito con el ángel caído a la hora de nuestra muerte para que no nos lleve el “patas de cabra”.

Era un barrio sumamente heterogéneo, conocido por la vox-populi, como el barrio de “Cristo Rey”, en donde convivíamos niños de todas clases sociales. Desde los Aguilar Barragán (hijos del respetado señor “Don Librado” próspero comerciante del mercado de San Juan y consejero de un banco de renombre de aquéllos tiempos, pasando por las familias Aguilar Cortés (de conocidos abogados y ex-funcionarios públicos), Los García (hijos del afamado “Arturo, el peinador de la mujer exigente”-slogan publicitario-, que le atraía a las más finas damas de “sociedad” de aquéllos ayeres, a quienes encopetaba y las dejaba, a mi infantil entender, un poco más bellas que una cacatúa del amazonas y más feas que una máscara viviente de Quiroga).

Entre estas familias, se encontraban muchas más de clase media baja y baja, cuando existía esa “segmentación de castas” de mediados del siglo XX, hoy en día solo hay una para mi…Los Hijos de Dios y punto. En ese entonces mi familia de alguna manera encajaba entre las últimas dos mencionadas al igual que el 90% de los amigos conocidos que pasábamos los días de una manera maravillosa, sin importar quién traía mejor calzado o quien, incluso, carecía de él. Simplemente éramos niños, con todo lo que esa maravillosa palabra encierra, con fantasías, sueños e ilusiones que trae a la mente mis primeros lustros…

“Zapatitos de polietileno, resorteras y ligas, cáscara de naranja,
cerbatanas con poderosas municiones de garbanzo que escapaban de mis bolsillos rotos, mas no de mi inagotable paciencia para recogerlos.

Multicolores papalotes de papel de china, desvencijados en sus débiles armazones de popote después de batallas interminables de sus pitas contra el viento que se elevaban hasta el infinito, igual que mi imaginación.

Carretas de palos, ruedas de balín en afanosa y ruidosa competencia,
Surcando velozmente las calles del centro de mi Morelia.

Cánticos y juegos, largas tardes de pantalones cortos, moretones y rozaduras.
Piel manchada de lodo y alegría.

Navidades bañadas de luces de colores y escarcha, rezos y canciones…
Fuego en las banquetas y en los corazones.

Días maravillosos de escuela sin fin.
Libros forrados de manila y de esperanzas,
Entrelazados en cintillas plásticas y deseos impacientes de saber.
Con sordos gruñidos sin importancia en mi vientre hambriento
Que algún pan distraía amablemente.

Yo-yos, trompos, baleros, brillantes y coloridas canicas, carritos de corcholata, soldaditos de plomo…
Fueron mis inseparables compañeros de aquellos días.

¡Correr, saltar, patear al balón y a la vida!, eran mis preocupaciones al alba.
Al caer la noche, las estrellas me sonreían y la luna me acariciaba suavemente despidiendo un día más, lleno de aventuras y caramelos.

¡Oda a la vida y la libertad!, ¡mi corazón derramaba felicidad!
Simplemente por ser niño…igual que todos los demás grandes amigos que a la fecha conservo.

Crecimos postrados ante la imagen de Cristo Rey…
Una imagen que comunica y compromete…
Que revela que no estoy solo, que sigo siendo niño,
Que sigo entretejiendo sueños, matizados de esperanza.
Que sigo mirando al cielo buscando a los barbados magos de oriente
Que nunca se dejaron pillar…, ¡pero ya los atraparé!”

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