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Katyn, un genocidio casi olvidado (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Escucho la palabra “Rusia”, o bien “Union Soviética” y en automático lo primero que me viene a la mente es la palabra “genocidio”. Y no es gratis.

Morelia, Michoacán, 08 de marzo de 2022.- Escucho la palabra “Rusia”, o bien “Unión Soviética” y en automático lo primero que me viene a la mente es la palabra “genocidio”. Y no es gratis.

Vayamos a la Historia. El resentimiento que existe hacia Moscú en Ucrania tiene profundas raíces históricas, no surgió de manera espontánea. En los años 30 del siglo pasado un aproximado de cuatro millones o más de ucranianos murieron de hambre durante la colectivización forzosa de las granjas ordenada por el dictador soviético Jose Stalin. Ucrania lo llama «Holodomor» y así es recordado hasta la fecha. Los ucranianos nunca lo olvidaron y aun después de la desintegración de la URSS los recuerdos de lo que sufrieron a manos del Kremlin alimenta su resentimiento hacia Rusia.

Pero ese genocidio, el Holodomor, es conocido por casi cualquiera que tenga un mínimo de conocimientos de Historia. Pero los soviéticos son responsables de otros genocidios, algunos ya casi olvidados, como lo fue el de la granjas de Katyn

En la novela del escritor italiano Giovanni Guareschi, «Pequeño mundo», escrita en los iniciales 50 en uno de sus capítulos hay una línea, es una pregunta hecha al candidato a alcalde de ese pueblo por parte del Partido Comunista Italiano, la pregunta en cuestión es: ¿Quién llenó las zanjas de Katyn? Obviamente el candidato comunista afirma que eso eran patrañas del imperialismo en contra de Stalin (en esa época estaba vivo).

Ahora bien, lo que en esa época quizá era duda; después de la caída de la URSS, la desclasificación de algunos archivos y la apertura informativa, la realidad es ya pública . ¿Qué fue lo que pasó en Katyn? Los detalles son los siguientes:

Durante la invasión soviética a Polonia en 1939, unos 14,500 oficiales polacos fueron capturados e internados en tres campos de concentración en la Unión Soviética. Posteriormente, entre los meses de Abril y Mayo de 1940, durante cinco semanas, la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) estuvo transportando prisioneros polacos desde campos de concentración en Starobielsk, Kozelsk y Ostashkow hacia un lugar en la carretera Smolensk-Vitebsk. La orden directa de Stalin era eliminar a los prisioneros.

Para asegurarse que no hubiera testigos, la policía seleccionó un lugar de un kilómetro cuadrado rodeado de espesa arboleda que se encontraba a dos kilómetros de distancia de la granja más cercana. El camino fue cerrado y se prohibió transitar por las inmediaciones. En ese lugar fueron asesinados 4,143 oficiales polacos. Los cuerpos fueron enterrados en fosas comunes, apilados a razón de unos 500 cadáveres por fosa. Sin embargo, a pesar del cuidado que tuvo para evitar dejar rastros cometieron un error; muchos de los cuerpos fueron enterrados sin quitarles sus pertenencias, posiblemente debido a la premura con que se efectuaban las ejecuciones.

Después de la Operación Barbarroja en 1941 y cuando la Batalla de Smolensk terminó, la zona quedó en manos alemanas. Luego de la limpieza del bosque y cuando las fuerzas de ocupación tenían totalmente asegurada la zona, no había razones para revisar nuevamente. Probablemente, nunca se hubieran hallado las fosas que ocultaban el crimen en masa, de no ser por un hecho fortuito que revelaría uno de los crímenes de guerra más sonados del siglo XX.

A comienzos de ese año, una jauría de lobos, que azotaba la zona, era rastreada por un oficial subalterno del Regimiento de Transmisiones 537, estacionado en el Bosque de Katyn en Rusia. En su búsqueda, se tropezó con lo que parecía una parte escarbada del terreno, al lado de una cruz hecha con ramas de árbol. En los alrededores había huesos. Reportó el hallazgo a sus superiores, quienes enviaron una patrulla que incluía al médico de la unidad. El médico, confirmó que se trataba de huesos humanos. Para identificar los restos, se hicieron investigaciones con personal médico del Grupo de Ejércitos Centro, quienes realizaron excavaciones. Lo que hallaron fue espeluznante. Se trataba de enormes fosas con miles de cadáveres apilados, todos con uniformes polacos, con insignias y medallas, pero sin anillos ni relojes.

Después de desenterrar todos los cadáveres y hacerles la autopsia, se contabilizó un total de 4,143 oficiales y profesionales polacos y se determinó que eran los cadáveres de prisioneros procedentes de campos de concentración soviéticos que, a partir de un traslado, habían sido declarados desaparecidos. Las autoridades polacas, que participaron en las investigaciones, confirmaron que había suficientes evidencias que determinaban que los soviéticos fueron quienes cometieron el asesinato de todos los militares y civiles.

La guerra avanza y cuando la URSS recupera sus territorios ocupados, inmediatamente vuelven a exhumar los cadáveres y emiten informes probatorios de los «verdaderos autores de la masacre» es decir las fuerzas armadas alemanas. Para entonces, como se supo más tarde, no había político británico que creyera ni remotamente en la culpabilidad alemana, aunque públicamente manifestaran el descargo de culpa del «aliado» soviético. Incluso durante el juicio de Nuremberg se intentó, bajo presión soviética y la indiferencia británica, acusar de culpables a los alemanes.

En 1989, después del colapso de la Unión Soviética, el Primer Ministro Gorbachov admitió, que la NKVD había ejecutado a los polacos y confirmaba la existencia de otros dos lugares más de ejecución similares, donde siguiendo las órdenes de Stalin, en Marzo de 1940, la NKVD había dado muerte a 25.700 polacos, incluyendo los encontrados en Katyn.

Así actuaba la antigua URSS, y Putin, heredero de sus tradiciones por su paso por la KGB sigue con esta mentalidad.

Es bueno reconocerlo.

Alejandro Vázquez Cárdenas

Pacifismo, Ucrania y el Pacto de Munich

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