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La paradoja del mal; Epicuro (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

La paradoja del mal o Paradoja de Epicuro consiste, para la filosofía de la religión, en la contradicción que surge al combinar la existencia del mal y del sufrimiento en el mundo

Morelia, Michoacán, 17 de enero de 2023.- Epicuro (342 a.c. – 270 a.c.) fue uno de los grandes filósofos de la cultura griega de su época y fundador de la corriente filosófica que lleva su nombre, el epicureísmo, cuya principal característica fue la identificación de la felicidad con el placer.

La paradoja del mal o Paradoja de Epicuro consiste, para la filosofía de la religión, en la contradicción que surge al combinar la existencia del mal y del sufrimiento en el mundo con la existencia de un Dios omnisciente, omnipresente, omnipotente y omnibenevolente.

Es decir, que el problema del mal emana de la suposición de que un Dios omnisciente y todopoderoso debería ser capaz de arreglar el mundo según sus intenciones. Como el mal y el sufrimiento existen, puede parecer que Dios quiere o permite que existan, por lo que no sería perfectamente bueno, o no sería omnisciente porque no se percata de todo el sufrimiento del mundo, o no es todopoderoso ya que no puede arreglar el mundo para eliminar de raíz el mal.

Diversos artículos en distintos medios se han ocupado de este problema intentando justificar la existencia del dolor y del mal. En la revista The Global Spiral aparece un artículo del teólogo Arthur Gianelli en el que propone una nueva teodicea (una explicación de Dios) basada en los postulados de la ciencia y que, desde ellos, permitiera comprender la existencia del mal en el mundo. Por ejemplo, señala Gianelli, dado que la ciencia nos dice que el universo está compuesto por infinitas posibilidades en el espectro entre el mal absoluto y el bien absoluto, Dios podría haber creado criaturas libres, cuya libertad no podría tocar. Por tanto, estas criaturas podrían vivir cualquiera de esas posibilidades. No suena muy sensato ni muy científico, pero eso dijo.

Un artículo que se ha ocupado del problema del mal es el escrito por Peter Singer, profesor de bioética de la Universidad de Princeton, para The Guardian. En él, Singer comenta las discusiones que mantuvo con el teólogo Dinesh D’Souza en la Universidad cristiano-evangélica de Biola, en California.

Para Singer, el teólogo no fue capaz de dar una respuesta convincente y definitiva a la pregunta de por qué en el mundo hay tal cantidad de dolor y sufrimiento, habiendo, según los cristianos, un Dios todopoderoso y omnisciente

Los argumentos cristianos, según Singer, responden a esta contradicción con la explicación del libre albedrío: Dios nos concede este regalo y, por tanto, Él no es responsable del mal que ocasionamos. Pero esta respuesta falla cuando se habla, por ejemplo, del sufrimiento que generan los desastres naturales.

Por otro lado, explica Singer, los cristianos intentan justificar el dolor humano afirmando que todos los humanos son pecadores y, por tanto, pueden tener un destino horrible. Pero, señala el científico, ¿qué pasa en el caso de los niños que aún no han cometido pecado alguno?

Entonces, los cristianos acuden al pecado original que han heredado todos los habitantes del planeta, el pecado de Adán y Eva, y Singer se pregunta ¿por qué han de sufrir por dicho pecado también los animales, como ocurre en realidad?

En la discusión con D’Souza, éste señaló, en primer lugar, que dado que los humanos viviremos felices eternamente en el cielo, el sufrimiento del mundo es menos importante de lo que sería si nuestra vida en este planeta fuera la única que tendremos

A esto, Singer contestó que, aún desde la perspectiva de la eternidad, el mundo podría ser mejor sin dolor o, al menos, sin tanto dolor. Cierto es, escribe el autor, que quizá necesitemos algo de sufrimiento para apreciar la felicidad, pero no tanto como el que tenemos en la Tierra.

Por último, escribe Singer, D’Souza, «como hacen muchos cristianos cuando son presionados», acabó cayendo en la argumentación de que «no deberíamos esperar comprender las razones de Dios por crear el mundo tal y como es».

Ya el filósofo griego Epicuro escribió en el siglo III a. c. «O bien Dios quiere quitar los males y es incapaz de hacerlo, o puede hacerlo pero no quiere; quizás ni quiere ni puede, o tal vez quiere y puede. Si quiere pero no puede, es débil, lo cual no concuerda con su carácter; si puede pero no quiere, es envidioso, algo que también está en desacuerdo con él; si no quiere ni puede, es tanto débil como envidioso, y por lo tanto no es Dios, pero si quiere y puede, que es lo único que resulta apropiado para Él, ¿de dónde vienen entonces los males?, o ¿por qué no los quita?»

Interesante cuestión.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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