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Legislar en minoría (Por: Jorge Luis Hernández Altamirano)

El autor, Jorge Luis Hernández Altamirano, es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México
El autor, Jorge Luis Hernández Altamirano, es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México

El desarrollo de los partidos políticos, la configuración de las normas electorales y la propia erosión de la idea de representación ha convertido a los parlamentarios cada vez más en agentes promotores de agendas de élite, y cada vez menos en efectivos portavoces de las exigencias de los distritos o grupos de población a los que representan

Morelia, Michoacán, 19 de noviembre de 2018.- La idea del Parlamento surgió como contraposición al poder absoluto del monarca en la Inglaterra del siglo XVII, en donde poco a poco se le configuró como poder soberano, representante de la voz de los integrantes de la comunidad política y control político de los otros poderes.

La evolución filosófica del principio de división de poderes siguió distintos caminos en la Europa Continental y en la tradición anglosajona, pero en ambas aplicaciones prácticas se entendió que el Poder Legislativo debía prestar voz a las expresiones del país y, por lo tanto, su configuración debía parecerse, lo mayormente posible, a éste, ya por su organización territorial, ya por su composición poblacional.

Por eso, se entendió que era el lugar adecuado para el desarrollo de los grandes debates nacionales. Con los representantes de todas las visiones e ideologías reunidos en un mismo recinto, dotados de reglas claras para el desarrollo de sus ideas, que tenían un solo camino para resolverlas: el debate público.

Lamentablemente, el desarrollo de los partidos políticos, la configuración de las normas electorales y la propia erosión de la idea de representación ha convertido a los parlamentarios cada vez más en agentes promotores de agendas de élite, y cada vez menos en efectivos portavoces de las exigencias de los distritos o grupos de población a los que representan.

Estas contradicciones se hacen más evidentes en Cámaras integradas por una coalición mayoritaria en la que ésta parece tener pocos incentivos para debatir. Pero, esta situación tampoco debe conducir al absurdo caso contrario, en el que la oposición, imposibilitada para ganar el debate, se retira a modo de “protesta” en contra de la mayoría, dejando al grupo que representa sin voz.

Así parece estar sucediendo en esta nueva realidad política. Con solo introducir en la búsqueda de Google Noticias las palabras “abandonan sesión” he encontrado tres casos ocurridos en México en la semana del 11 al 17 de noviembre, uno a nivel Federal en el que PRD y MC abandonaron la Cámara de Diputados Federal ante la “cerrazón” de Morena, y sucesos locales en Veracruz y Coahuila.  

¿Hay caminos para representar efectivamente a las minorías políticas sin que esto signifique acallar su voz en las tribunas de los Congresos? A mi entender, el éxito de las minorías es directamente proporcional al que puedan tener al extender la base promotora de sus demandas; es decir, les urge hacer visibles los temas que se están discutiendo y evidenciar que son muchos los que están a favor de sus propuestas o reticencias. Los caminos pueden ser muy variados, el PAN optó por la muy utilizada presentación de lonas en los que acusaban de autoritarismo al nuevo gobierno y que terminó por reventar la sesión. Que más tarde sería retomada, quedando en una anécdota para la nota de color.

No obstante, intentos más serios debieran entender que el camino para hacer más fuerte a las visiones mayoritarias pasa por un fortalecimiento de la representación. Ahora, se cuentan con muchas herramientas en redes sociales y con aplicaciones móviles completas para crear vínculos efectivos de comunicación entre representantes y representados, que conseguirían, al menos, llevar la información de las reformas a las que se oponen a más personas, a la vez que presentan alternativas digeribles para todos los públicos.

Más le vale a la oposición encontrar formas para articular y representar mejor a sus votantes, pues las encuestas (Gabinete, 2018) ya han demostrado que el ánimo de polarización sólo le beneficia a AMLO y los suyos. Muchos políticos del país tienen la convicción de que sus votantes son tontos, si empiezan a dejar de creerlo y deciden escucharlos, tal vez tengan oportunidades reales de construir un Legislativo que sirva.

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