Editoriales

López de Santa Anna (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Durante su última gestión, su gobierno se convirtió en una dictadura; Santa Anna suprimió los derechos y las libertades individuales, impuso su voluntad personal e instauró una feroz persecución en contra de sus opositores (¿algún parecido con otro López?)

Morelia, Michoacán, 14 de enero de 2020.- Si hacemos una búsqueda en Google con la pregunta “los peores presidentes de México” obtendremos poco más de un cuarto de millón de entradas; la inmensa mayoría son sitios que no se distinguen por ser fuentes confiables; son blogs, o bien sitios identificados con determinadas corrientes políticas, o sea periodismo militante.

Las pocas fuentes supuestamente serias se limitan a opinar, de acuerdo a alguno de sus pagados “analistas”, que el peor presidente en la historia de México fue Enrique Peña Nieto; verdadero disparate para cualquiera que tenga idea del pasado del México independiente, de Guadalupe Victoria a la fecha.

El título de “El peor presidente de México” puede tener muchos candidatos, dependiendo de las filias y fobias de cada persona. Hay muchos seguidores de López O. que desde su agresiva ignorancia afirman que el peor ha sido Felipe Calderón; otros, igual de mal informados, dirán que Enrique Peña, los más añosos sostendrán contra viento y marea que el peor ha sido Salinas de Gortari. El común denominador de estos opinantes es su desoladora ignorancia aunada a una veneración por el Sr. López. 

La verdad es que afirmar tajantemente que “X” personaje ha sido el peor presidente de México es un tanto cuanto arriesgado. Terreno definitivamente resbaloso y con pliegues inesperados. Existen muchos datos, parámetros, circunstancias, etcétera que condicionaron el actuar de ellos y juzgarlas a la luz del siglo XXI es poco juicioso.

Pero de que existe consenso en uno de ellos, como uno de los peores presidentes en la Historia de México, sí que lo hay. Se trata nada más y nada menos que de su Alteza Serenísima, Don Antonio López de Santa Anna. El día 21 de febrero del presente año, se cumplen 226 años del nacimiento. Él, junto con Cortés e Iturbide, por buena o malas razones, forman parte del averno de la Historia de Bronce mexicana.

En un apretado resumen podemos decir que Santa Anna, como cadete en el Regimiento de Infantería de Veracruz, por su «valor y valentía» en el combate a los insurgentes que peleaban por la independencia de México obtuvo varios ascensos. En marzo de 1821, en Orizaba, cambia de bando adhiriéndose al Plan de Iguala apoyando a Iturbide. En diciembre de 1822 junto con Guadalupe Victoria, firma el Plan de Veracruz, ahora desconociendo la legitimidad del ya Emperador Agustín de Iturbide y proclamando la República. Inició entonces una larga serie de sus imprevisibles (o previsibles)  adhesiones, encuentros y desencuentros políticos e ideológicas.

Se le recuerda básicamente por haber ocupado la presidencia en 11 ocasiones, por ser gallero empedernido y por los resultados negativos, por no decir nefastos, para México, de casi todas sus decisiones; el más grave fue cuando se da la independencia de Texas y su posterior anexión a los EUA, episodio que derivó en una guerra con nuestros vecinos (1846-1848), misma que finalizó con la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano a manos de los  Estado Unidos, que por esas fechas no era, ni de lejos, la potencia emergente que sería a finales del siglo XIX, pero sí contaba con un ejército disciplinado, bien organizado y mejor abastecido. Las batallas contra el invasor norteamericano nos dieron una colección de «derrotas gloriosas» y el cuento de los «Niños Héroes».

Durante su última gestión, su gobierno se convirtió en una dictadura; Santa Anna suprimió los derechos y las libertades individuales, impuso su voluntad personal e instauró una feroz persecución en contra de sus opositores (¿algún parecido con otro López?). Vendió a los Estados Unidos el territorio de La Mesilla para obtener dinero, ya que todo se evaporaba por la enorme corrupción institucional y al final no tuvo mejor ocurrencia que cobrar impuestos sobre coches, ventanas y perros ocasionando un descontento generalizado entre toda la población.

En 1854 un antiguo insurgente, Juan Álvarez, se levantó contra Santa Anna y proclamó el Plan de Ayutla; el movimiento se extendió rápidamente. Derrotado el dictador salió de México y desapareció del escenario político. Regresando hasta 1873 para morir en la miseria.

Irónicamente, se dice que Santa Anna ha sido nuestro «mejor vendedor», pero también se le reconoce su ingenio para inventar impuestos; ingenio que permaneció insuperado hasta la llegada de Peña Nieto y su IVA al alimento de las mascotas. Pero siempre podemos estar peor, ahora los personajes de la 4T trabajan a marchas forzadas inventando nuevos impuestos y aumentando los ya existentes, y de paso desatando un terrorismo fiscal como no se había visto en toda la historia del México moderno.

No hay duda, siempre podemos estar peor, mucho peor. Solo hace falta una masa de ignorantes resentidos con capacidad para votar y un iluminado mesías de discurso vindicativo que los engañe. 

Es cuanto.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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