Editoriales

Los independientes / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Las candidaturas independientes parece que llegaron para quedarse; aunque no garantizan por sí solas mejores resultados, son un viento de aire fresco, hasta ahora con más preguntas que respuestas.

Morelia, Michoacán, 18 de octubre de 2015.- Llegó el tiempo de las candidaturas independientes como una consecuencia de la erosión registrada por los partidos políticos tradicionales, aunque tampoco son la panacea ni el milagro esperado. La mayoría de candidatos independientes tienen su génesis en los partidos cuestionados como sucede con Jaime Rodríguez El Bronco en Nuevo León o Alfonso Martínez en Morelia.

La democracia ha sido una asignatura abordada a medias desde tiempos lejanos en nuestro país, siempre se argumentó su precaria inexistencia, se trató de cubrir la forma aunque el fondo simplemente fue contradictorio. Se estiló por décadas una monarquía con ropaje republicano. Con Porfirio Díaz la democracia moría sin nacer, ulteriormente los caudillos revolucionarios prolongaron el conflicto, los altibajos remataban un deficiente orden institucional; en la fase posrevolucionaria Plutarco Elías Calles fundó al Partido Nacional Revolucionario para, según su dicho, dar paso a las instituciones y acabar con los caudillos, aunque el llamado jefe máximo se blindó de dicha purga.

Durante décadas la democracia fue un cuento, un partido hegemónico garantizaba su permanencia a través del corporativismo, el control avasallador, incluso el propio sistema imperante entonces auspició a pequeños partidos que jugaban el papel legitimador del modelo político mexicano.

En 1988 se evidenciaron a las grietas en un sistema político envejecido que vio perder el control autoritario, fue la primera vez que el PRI perdía grandes porciones territoriales y en algunos casos recibió una aplanadora a través del Frente Democrático Nacional como se registró en Michoacán, bastión originario del Partido de la Revolución Democrática. Después de ello se diseñó un sistema de partidos y se creó al entonces Instituto Federal Electoral.

Inexplicablemente el turgente sistema de partidos  se envileció progresivamente, los escándalos impregnaron todas las siglas, ninguna se escapa, las ideologías se diluyeron para dar paso al pragmatismo sin rubor. Llegarían alianzas inconcebibles de la derecha con la izquierda para potenciar votos y asegurar posiciones, la desmemoria cundió para dar paso a los desfiguros de inspiración maquiavélica: el poder por el poder. Medio y fin.

Como una consecuencia gestada por el hartazgo provocado por las franquicias partidarias en los últimos comicios federales se registraron las candidaturas independientes, un brote natural que no significa la panacea porque simplemente refleja lo que parece el fin del secuestro de la participación política. Es aire nuevo dentro de este sofocante modelo.

Jaime Rodríguez El Bronco es el caso paradigmático de los últimos tiempos, declarado independiente luego de tres décadas de militar en el Partido Revolucionario Institucional, parece semejante a Vicente Fox,  fue empoderado sin claridad ideológica, logró romper al bipartidismo de Nuevo León, pero sus aires de mesianismo no son buenos augurios. En Morelia Alfonso Martínez Alcázar ganó como candidato independiente después de una ruptura al interior del PAN cuyo autor intelectual fue Marko Cortés, sus principales colaboradores son panistas o lo fueron. Las candidaturas independientes parece que llegaron para quedarse; aunque no garantizan por sí solas mejores resultados, son un viento de aire fresco, hasta ahora con más preguntas que respuestas. Al tiempo.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba