Los medios hoy / La Guadalupana (¿o MORENA)
PUES NI la MORENA (y no me refiero a la virgencita del Tepeyac) les pudo alivianar a los izquierdistas y falsos izquierdistas que en el Senado se aprobara la reforma energética, pero no sé por qué se rasgan las medias y se ponen a mentar madres si eso ya era cosa cantada y consumada
Morelia, MICH., 12 de diciembre de 2013.- Del Senado una hermosa mañana
Del Senado una hermosa mañana
Privatizan a PEMEX
Privatizan a PEMEX
Privatizan a PEMEX …
PUES NI la MORENA (y no me refiero a la virgencita del Tepeyac) les pudo alivianar a los izquierdistas y falsos izquierdistas que en el Senado se aprobara la reforma energética, pero no sé por qué se rasgan las medias y se ponen a mentar madres si eso ya era cosa cantada y consumada. Lo cierto es que el empuje que se supone tendrían los falsos izquierdistas para echar abajo la iniciativa no fue tan numeroso como se imaginaba. Afortunadamente hay Televisa, TV Azteca, un Piojo Herrera, una Selección chafísima de Futbol y hartas telenovelas para poder echarles la culpa de todos nuestros males. Pero hay un dios, jijos, hay un dios que todo lo ve (y una opinión pública que estará atenta a sus bolsillos).
No sé, “yo respeto tú respetas”, como dijera el amigo Bora; entiendo que la virgencita… pos es la virgencita. Yo no soy guadalupana pero me queda claro que si existió o no existió, su imagen fue estandarte que inició la lucha de independencia para nuestra nación, lo que la convirtió tal vez en la primera bandera de México. De ahí mi respeto a la figura.
Pero también se debe reconocer que al igual que el futbol, el uso mediático que se le da para confirmar lo que es el mexicano, cae en el abuso: ya se emplea para distinguir a un buen mexicano de un mal mexicano: “ese güey no es guadalupano” ¡sopas! SE ha de sentir feo que a uno que es guadalupano le digan eso, tan feo como andar de rodillas por varios cientos de metros con las rodillas peladas dizque para pagar una manda o “dar las gracias”.
Y hablando de gracias, eso me recuerda la anécdota de don Roberto Bartolache, un pobre indigente que, aunado a su pobreza extrema, pues no tenía ni dónde dormir, vagaba pidiendo limosna montado en un carrito de madera que impulsaba con su brazo izquierdo, pues don Roberto no tenía el derecho y pa´colmo de males, tampoco las piernas, las cuales habían sido amputadas casi hasta las ingles “por ir a la guerra” –decía él- (la guerra de la diabetes, diría yo). A don Roberto no le iba mal con las limosnas, pues con esa facha casi fatal, se sumaba un parche en el ojo izquierdo que había perdido en una pelea de cantina, además de la tiña que inundaba su cabeza, la gente nomás de mirarlo de reojo le daba sus buenos centavos. Así, mugroso, solitario, apesadumbrado, impulsando su carrito de madera, no dejaba de ir cada año a la Basílica de Guadalupe. Un día como hoy, o sea, un 12 de diciembre, logró abrirse paso hasta los umbrales del templo ante el caudal de peregrinos que llegaban de todos lados, cantando, de rodillas, borrachines, hasta en bicicleta. Antes de ingresar el párroco nomás lo miró de repente y no se aguantó las ganas de increparlo ante semejante imagen:
-“¿A qué viene usted buen señor?”.
– Pos a dar gracias a la virgencita, –le respondió don Roberto-
-¿Gracias? Amigo, usté debería venir a quejarse.
Sí, sí, ya sé que me oí muy mala onda, ojeis y malora ¡Pero así fue! Bueno, al menos eso decía don “Juaquiro”, el dueño de la tienda que estaba a una cuadra de mi casa en Aguililla, Mich. Cuyas aventuras lo hicieron famoso, pero pues, una de chiquilla se lo cree todo.
AUMENTO AL METRO
Ahora resulta que según el gobierno del De Efe, una mayoría aplastante de los encuestados estuvo a favor del incremento al precio del Metro para que quedara a cinco pesillos. ¡A otro perro con eso hueso!. Pasar a escrutinio público las decisiones financieras no siempre resulta ser buena idea. Muchos amigos chilangos me dicen lo mismo como repetidoras: «Ay Cami, deberías de considerar cómo le va a hace la gente que gana el salario mínimo, ahora que ya aumentaron el Metro». Ay gordos, no marchen, la capital tiene el salario mínimo más alto de México, y no sólo eso, estadísticamente, en materia económica, está mejor que el resto del país, donde los precios del transporte público oscilan los siete pesos (Michoacán, por ejemplo), hasta los 11 pesos (Mexicali, por ejemplo), con el agregado de que ahí no hay forma de transbordar. Aaaah, se me olvidaba: en provincia (como cariñosamente dicen al resto del país los chilangos), también se gana el salario mínimo y en la mayoría, es más bajo que en el De Efe. Bien por ese incremento; es hora de que los gobiernos populistas sepan que la lana no se surra (ups).
Gutmornin a tochos.