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Los suspirantes… El debate, ¿todos ganaron?

Si sólo con el mal llamado “debate” de ayer yo tuviera que decidir mi voto, no habría uno sólo entre los seis que me hubiera movido decididamente a su favor
Si sólo con el mal llamado “debate” de ayer yo tuviera que decidir mi voto, no habría uno sólo entre los seis que me hubiera movido decididamente a su favor

Como era de esperarse los tres candidatos que desde antes de las campañas se veían como aquellos que tenían posibilidades, dijeron o mandaron decir que fueron ellos los que ganaron el segundo y último debate entre los aspirantes a la gubernatura de Michoacán

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Morelia, Michoacán, 21 de mayo de 2015.- Como era de esperarse los tres candidatos que desde antes de las campañas se veían como aquellos que tenían posibilidades, dijeron o mandaron decir que fueron ellos los que ganaron el segundo y último debate entre los aspirantes a la gubernatura de Michoacán.

No hay novedad, no hay sorpresa ni autocrítica en los candidatos, sus partidos y sus equipos de campaña.

Reza el refrán que “todo depende del cristal con que se mira” y esto aplica toda la vida a los actores y partidos políticos, como es el caso de los priístas que ven ganador a Ascensión Orihuela Bárcenas, los panistas que ven triunfadora a Luisa María Calderón Hinojosa y los perredistas que vieron una victoria contundente de Silvano Aureoles Conejo.

Una vez más, yo no diré quién ganó el debate, pero sí haré algunas reflexiones en torno a lo que observé de primera mano en ese último encuentro formal:

Por ejemplo, la panista Luisa María Calderón, podría ser considerada por muchos apartidistas como la vencedora del debate; fue la que habló más fuerte y lanzó algunos dardos. Independientemente de que después se confirmen o sean desmentidos, por lo pronto ya hizo daño.

Sin embargo, su actitud retadora se pareció mucho a la del candidato de Movimiento Ciudadano, Manuel Antúnez Oviedo, pues a mi parecer ambos se comportaron como aquél que en una competencia deportiva va por el todo o nada, pues considera que ya no tiene nada qué perder.

Por su parte, Silvano Aureoles Conejo, candidato común de PRD, PT y Nueva Alianza, se comportó casi igual que en el debate pasado, con un buen arranque, algunos titubeos a la mitad ante los ataques que recibió y al final un cierre en el que se recompuso.

Tal parece que a medio camino el diputado federal con licencia se percató de que continuar replicando a las acusaciones de Luisa María le daría a ella más puntos; después, reconsideró la postura que a la mitad del debate asumió para volver a la estrategia de aquél que sabe o considera que puntea las encuestas.

En tanto, Ascensión Orihuela sorprendió esta vez, por dos aspectos fundamentales, uno positivo y otro negativo. Ahora el candidato común de PRI y PVEM optó por dejar atrás la actitud ofensiva del primer debate y se concentró casi en su totalidad en plantear sus propuestas.

Por lo que se refiere al punto negativo, no es nada nuevo, pero prácticamente toda su exposición la leyó, lo que no se vio ni se ha visto bien a lo largo de la campaña y en casi todos los foros en los que ha participado con otros candidatos. Chon Orihuela tiene tablas, tiene oficio, y el hecho de que lo hagan leer sus intervenciones le impide enfatizar cuándo y cómo debe hacerlo.

María de la Luz Núñez Ramos, candidata de Morena, esta vez se ocupó menos de atacar; apeló, como siempre, al lado sensible del público y demostró que tiene algunas buenas ideas, pero ahora le faltó ser más concreta para permitir que la gente que no la venía siguiendo en las semanas anteriores recordara con claridad sus propuestas más relevantes.

Finalmente,  Gerardo Dueñas Bedolla, del Partido Humanista (PH), trató de involucrarse más que la vez pasada en el debate, buscó interlocución con los otros candidatos y trató de plasmar sus propuestas, varias de ellas poco entendibles para el grueso del público. No dudo de su inteligencia ni de su capacidad, pero nos demostró por tercera vez que no está hecho para este tipo de dinámicas.

Si sólo con el mal llamado “debate” de ayer yo tuviera que decidir mi voto, no habría uno sólo entre los seis que me hubiera movido decididamente a su favor, pero vaya una reflexión final:

Los michoacanos no podemos seguir exigiendo a nuestros candidatos a cargos de elección popular que hagan campañas de altura, cuando entre los ciudadanos hay grandes cantidades de votantes potenciales que quisieran ver en los debates pastelazos o golpes entre los aspirantes.

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