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Los suspirantes… Todos contra Anaya

Vamos a ver en qué termina esto, pero por lo pronto, Anaya es víctima de un fuego cruzado, entre los de su partido y los de la competencia
Vamos a ver en qué termina esto, pero por lo pronto, Anaya es víctima de un fuego cruzado, entre los de su partido y los de la competencia

Sí es cierto que a simple vista las cuentas no dan, y que el tema merece aclaración, pero tampoco nos chupemos el dedo y omitamos cuáles son los motivos de fondo que están detrás de esta campaña de desprestigio, porque las hemos visto antes y las seguiremos viendo cada vez con mayor frecuencia a lo largo de los próximos meses y años

Morelia, Michoacán, 09 de noviembre de 2016.- Como en la política “todo se vale”, hoy al dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés, le toca enfrentar una serie de ataques basados en supuestas omisiones en su declaración 3 de 3, pese a que Transparencia Mexicana y el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) han dicho que se cumplieron los lineamientos de la iniciativa que ambas organizaciones impulsaron desde hace años.

Hoy, es blanco de las críticas de panistas del grupo calderonista, encabezados por el ex presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, quienes lo ven como un peligro para lograr la candidatura presidencial de Margarita Zavala Gómez del Campo.

También es objeto de los ataques del dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, que pretende desviar la mirada de la opinión pública de su ex gobernador prófugo de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, y, por supuesto, también es criticado por el fundador y dueño plenipotenciario del Morena, Andrés Manuel López Obrador, quien sistemáticamente se ha negado a debatir tanto con Ricardo Anaya como contra Enrique Ochoa.

Me llama la atención que en un país donde es común que los políticos se hagan millonarios a partir de su paso por la política, donde son comunes las casas blancas y los juniors con autos de lujo, con yates y frecuentes viajes a destinos exóticos, al queretano se le juzgue y condene mediáticamente por el simple hecho de haber nacido rico y de ser socio de exitosas empresas que generan cientos de empleos en el país.

A Anaya Cortés no se le culpa de haber cometido fraude en alguna elección, de comprar votos, de actos de corrupción, de tráfico de influencias, de enriquecerse a costa del erario público, ni de invadir terrenos, cerrar carreteras, robar, secuestrar o asesinar, se le culpa de que en su vida familiar gasta más de los 48 mil pesos que gana como dirigente nacional del PAN, de rentar una casa en Atlanta y de tener a sus hijos estudiando inglés en escuelas de Estados Unidos. ¡Ah!, y de ir a ver a su familia casi todos los fines de semana.

Sí es cierto que a simple vista las cuentas no dan, y que el tema merece aclaración, pero tampoco nos chupemos el dedo y omitamos cuáles son los motivos de fondo que están detrás de esta campaña de desprestigio, porque las hemos visto antes y las seguiremos viendo cada vez con mayor frecuencia a lo largo de los próximos meses y años.

Ricardo Anaya cometió el gran pecado de crecer mucho en las encuestas, de convertirse en un riesgo para el proyecto calderonista de impulsar a Margarita Zavala, por lo menos, porque a la hora de las negociaciones encarecería su apoyo.

Además, tras las victorias panistas de este año, también al PRI y al Morena les urgía debilitar al dirigente del blanquiazul, lo que hasta ahora parece que están logrando, al capitalizar el hecho de que millones de mexicanos odian a los ricos por ser ricos, sin importar que varios de ellos hayan obtenido sus recursos de manera lícita.

Vamos a ver en qué termina esto, pero por lo pronto, Anaya es víctima de un fuego cruzado, entre los de su partido y los de la competencia.

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