Editoriales

Maquiavelo / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

En la polémica obra El Príncipe, Maquiavelo no pretendió que se utilizara como manual de procedimientos ni es un prontuario o formulario para mentir, robar o asesinar, lo que el politólogo italiano hace es describir algo que parece inmutable: la condición humana

Morelia, Michoacán, 31 de mayo de 2014.- Nicolás Maquiavelo no fue comprendido y menos aún asimilado, la clase política lo ha trivializado al asociarlo con las peores conductas, lo más ruin, incluso patético.

En la polémica obra El Príncipe, Maquiavelo no pretendió que se utilizara como manual de procedimientos ni es un prontuario o formulario para mentir, robar o asesinar, lo que el politólogo italiano hace es describir algo que parece inmutable: la condición humana.

Los laberintos del poder se alimentan de lo mismo en los tiempos antiguos como en la actualidad, es inherente a los seres humanos esa proclividad de dominar, controlar, en esas condiciones todos parecen igualarse, una cosa es lo ideal si leemos a Platón o Aristóteles, el deber ser adornado con las florituras románticas termina abatido por el ser.

Regularmente al detectar conductas desviadas de actores políticos se les califica de maquiavélicos, en muchos casos quienes lo afirman desconocen el porqué de su comentario, se vuelve muletilla, lugar común; si partimos de esa “lógica” entonces personajes así los tenemos en cascada, de todos los emblemas partidarios y signos ideológicos.

Nicolás Maquiavelo inauguró el pensamiento político contemporáneo, trazó planos de la ciencia política, las discusiones académicas suelen contar con semejante invitado para diseccionar fondos y formas en el ámbito público.

El Príncipe fue escrito en 1513, lapso temporal del Renacimiento, en dicha etapa el hombre se volvía el centro de la discusión para dejar atrás la bruma de la Edad Media en el que, salvo destellos, todo fue oscuridad en occidente. Se inauguraba el pensamiento político realista para tomar distancia de la patrística y la escolástica como las corrientes filosóficas de la iglesia católica, mismas que tuvieron como referentes a San Agustín y Santo Tomás de Aquino, quienes retomaron tanto líneas del pensamiento platónico como aristotélico.

En la actualidad se detectan diversos fenómenos políticos, prevalece esa invariable búsqueda del poder a través de los partidos como vía legal, también se registran los grupos fácticos para ocupar vacíos ilegalmente.

La condición humana es la misma que describe Maquiavelo, es la que motivaba a Joseph Fouché en Francia para militar en la derecha luego en la izquierda, a favor y en contra de Napoleón, siempre en el poder; fue motor de Plutarco Elías Calles para convertirse en el jefe máximo hasta que Lázaro Cárdenas lo expulsó del país. Todos los signos e identidades sucumben ante el embrujo del poder.

Muchos políticos actuales dicen haber leído El Príncipe, en lo personal no les creo, algunos de ellos más bien presumen su carencia de letras y cultura, su precario forje ideológico. Seguramente no leyeron a Maquiavelo, quien señaló “todos los estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”.

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