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Mario Delgado está aniquilando la democracia en Morena (Por: Javier Lozano)

Es un error anticipado de Mario Delgado tender la alfombra a las “corcholatas” preferidas. Eso, sin duda, traerá no sólo un efecto negativo, sino que será un detonante para generar la división.

Morelia, Michoacán, 17 de junio de 2022.- Mario Delgado se envanece diciendo que han construido un gran proyecto democrático en Morena. No podemos negar que ha vivido un momento de gloria, pero todo ha sido gracias al efecto que jala el presidente López Obrador. De hecho, ni el propio partido tiene una ruta estratégica definida; tampoco hay directrices en los órganos internos; aunque lo que sí existe es un desorden en los comités estatales hasta con dos representantes por estado. Una cosa lamentable.

Y no sólo eso, el padrón de Morena está impugnado ante los tribunales correspondientes porque hay irregularidades y desaseo. Lo peor de todo es que ni sus propios mecanismos son confiables. Las encuestas han resultado una farsa ya que han atropellado la propia voluntad del pueblo en la que, por cierto, se escudan diciendo que han caminado de la mano con la población civil.

Pero la realidad es que la sociedad sí ha caminado- pero bajo el liderazgo histórico del presidente, y todos aquellos precursores del movimiento que han acompañado al mandatario federal durante 25 años en las buenas y en las malas, incluso empujando las propuestas desde el legislativo sin titubeos ni medias tintas para buscar consolidar la 4T.

En cambio, el partido se ha llenado de oportunistas que comienzan a sembrar sus intereses de cara a los próximos procesos electorales. Eso ha pasado con Mario Delgado; y lo ha hecho marcadamente a favor de las “corcholatas” preferidas de las cúpulas de poder tratando de posicionarlas sin importar pisotear la ley electoral pese a que las normas de actos anticipados de campaña son claras en todos sus criterios.

Lo he dicho infinidad de ocasiones: he respaldado la política del presidente López Obrador desde que cumplí mi mayoría de edad hace 22 años. Voté por él en tres ocasiones. Por tal motivo, me irritó la forma en cómo le robaron la presidencia en 2006 y 2012, aunque también me ilusioné en el momento que triunfó su proyecto democrático en 2018 en el que superó cualquier tipo de obstáculos.

Y claro, eso no me impide señalar lo que está mal o lo que a todas luces se percibe. Quizá el presidente ha confiado de más en los dirigentes de Morena, y creyó ciegamente en toda la información que llega a Palacio Nacional. De hecho, con intrigas como lo que pasó en el momento en que Claudia Sheinbaum dejó ir un número importante de alcaldías en 2021- cuando era su responsabilidad retenerlas y ganarlas.

¿Qué pasó? Sencillo: trataron de buscar culpables y no aceptaron que hubo exceso de confianza y mala operación local para asegurar un voto en una situación inmejorable que tuvo Morena en ese momento. Sin embargo, lo que resultaba más fácil para los que perdieron era construir teorías de la conspiración para qué el resultado negativo recayera en otro lado.

Se lavaron las manos y, apoyados con personeros como René Bejarano y Dolores Padierna que hicieron todo lo posible por repartir culpas y pasar el balón a otra cancha, no fueron capaces de ganar la alcaldía Cuauhtémoc- aun y con el efecto del presidente- que es quien jaló, en ese momento, la mayoría de votos.

Y con esa teoría de la conspiración han navegado también, para seguir sembrando intrigas dentro de Palacio Nacional.

Pero eso no es todo, el partido o los intereses particulares han echado andar una estrategia para intentar frenar la aspiración legítima de Ricardo Monreal en Morena. Lo han hecho desde el momento en que se refieren con mucha entusiasmo a las “corcholatas” favoritas del Palacio Nacional. Asimismo, con lo que pasó cuando no invitaron al coordinador de los senadores de Morena al desayuno de la “unidad” en Toluca.

Y luego dicen que no hay exclusión ni favoritismo.

Ese era un momento perfecto para sentar a todos los presidenciables sin excepción. De hecho, el propio presidente López Obrador comentó que, el partido, debe tomar en cuenta a todos. Y no lo dijo sarcásticamente: él perfectamente sabe que, cualquier señal o síntoma para propiciar la polarización, puede traer quiebres al interior de Morena, especialmente si se trata de actores que cuentan con un capital y un poder político inmenso.

Pero eso no lo calculó Mario Delgado quien se ha mostrado de cuerpo entero como un político pragmático tradicional que, bajo la simulación, personifica el hombre demócrata de un partido, pero que más bien comienza a dar señales de entrar en un punto de rompimiento si no corrigen a tiempo lo que han hecho mal.

Primero, que comiencen a mostrar cancha pareja a los presidenciables. Esa sería una buena señal democrática y plural. Después, reflexionar qué tanto puede una encuesta garantizar el proceso de unidad, que ni siquiera el canciller Marcelo Ebrard tiene confianza a pesar de decir lo contrario. De hecho, mandó un mensaje cuando expresó, exigió piso parejo y se marchó en el momento en que habló Mario Delgado con un desentonado discurso de “unidad” que ya nadie le cree.

Finalmente, es un error anticipado de Mario Delgado tender la alfombra a las “corcholatas” preferidas. Eso, sin duda, traerá no sólo un efecto negativo, sino que será un detonante para generar la división.

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