Editoriales

Medicinas alternativas y médicos (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

La tragedia es cuando un ingenuo y crédulo enfermo se pone en manos de un charlatán y pierde valiosos meses de su vida siguiendo un tratamiento inútil mientras su enfermedad avanza, y en no pocos casos le cuesta la vida

Morelia, Michoacán, 03 de septiembre de 2019.- Las  medicinas alternativas, aquellas cuya eficacia terapéutica no está demostrada gozan de buena salud. Los usuarios pagan gustosamente por una ilusión, a veces unos cuantos pesos, pero con frecuencia son miles. Y curiosamente, existen muchos médicos que cierran los ojos antes este problema o bien, discretamente miran hacia otro lado.

El problema no es nuevo, los charlatanes los podemos rastrear hasta los magos de Babilonia o más para atrás. Ya el filósofo y político Edmund Burke (1729- 1797) sentenció “para que las medicinas alternativas triunfen, basta con que los buenos médicos no hagan nada”. Entonces la duda queda ¿Por qué el personal médico no critica y rechaza, de manera firme y contundente a esas “medicinas alternativas”? ¿Por qué eluden el cumplimiento de los principios éticos más básicos de la medicina?

Si bien existe, en algunos países, la carrera de Médico Homeópata, México es uno de ellos, la realidad es que son una minoría, escasamente unos 7 mil contra poco más de 365 mil médicos de verdad.

Las noticias para la homeopatía no son buenas, la homeopatía ha sido rechazada y clasificada como pseudociencia por la mayoría de los científicos y la clase médica de los Estados Unidos y Europa Occidental, ya que consideran que sus efectos se deben exclusivamente al efecto placebo.

En el Reino Unido en febrero de 2010, el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes concluyó, a la vista de la inexistencia de base científica, que la homeopatía debía dejar de etiquetarse como una medicina.

Otra vuelta de tuerca la da la British Medical Association en junio de 2010 cuando acordó calificar la homeopatía de disparate y recalcó los posibles perjuicios al paciente que abandone los tratamientos convencionales por otros homeopáticos.

En los Estados Unidos, los remedios homeopáticos están regulados por la Administración de Alimentos y Medicamentos, FDA. Sin embargo, la FDA trata los preparados homeopáticos de un modo diferente a como trata a los medicamentos convencionales.

Los productos homeopáticos no necesitan ser aprobados por la FDA antes de salir al mercado, no se les exige probar su seguridad, ni se les pide etiquetar sus productos con fechas de caducidad, ni son sometidos a pruebas que verifiquen sus contenidos y potencial. Las etiquetas de los productos homeopáticos, al contrario que los medicamentos convencionales, no tienen que identificar sus principios activos dado que tienen muy poca cantidad, o ninguna en absoluto;  en otras palabras, los productos homeopáticos no son considerados medicinas, equivalen a pequeños dulces, caramelos o agua saborizada.

Hace unos pocos años, Laboratorios Boiron, el gigante francés de la medicina homeopática  tuvo que pagar 12 millones de dólares en los EUA por publicidad engañosa, al etiquetar sus productos como medicamentos. En los EUA las demandas son cosa seria.

Ahora bien, ¿por qué pocos médicos alzan la voz para denunciar a las terapias alternativas como lo que son, un fraude? Analicemos algunas posibilidades. Insisto, posibilidades.

  • Por solidad de grupo, ¿cómo va a criticar abiertamente una organización médica oficial una medicina alternativa si entre sus filas se encuentran médicos creyentes en ellas? ¿Cómo va a criticar un médico públicamente la medicina alternativa, cuando entre sus compañeros puede haber uno que la practique y con la que pueda entrar en conflicto?
  • Por dinero. La demanda en el uso de las medicinas alternativas se incrementa y es un negocio creciente. Lamentablemente algunos médicos, de elástica moral, por unos cuantos (o muchos) pesos han entrado al negocio de los fraudes.
  • Por desinformación e ignorancia. La realidad es que la formación de los médicos durante la carrera no tiene una vertiente científica. Memoriza datos y pocas veces se les explican de dónde vienen esos datos y cómo se ha llegado a ellos a través de estudios científicos. El médico sale de la escuela sin saber cómo se inventa y desarrolla un fármaco, ni cómo se comprobó su efectividad. Aprenden farmacología, no cómo se desarrolla un fármaco.
  • Por evitar conflicto con los pacientes que utilizan medicinas alternativas. Criticar a las medicinas alternativas  garantiza un enfrentamiento con sus fanáticos usuarios. Es normal que muchos médicos quieran evitar meterse en dicho berenjenal.

En resumen, ¿cuál es el costo en millones de dólares tirados a la basura con las terapias alternativas? Incalculable. Pero el problema mayor no es ese. La tragedia es cuando un ingenuo y crédulo enfermo se pone en manos de un charlatán y pierde valiosos meses de su vida siguiendo un tratamiento inútil mientras su enfermedad avanza, y en no pocos casos le cuesta la vida.

Morir por ignorancia es un darwinismo social  duro. 

Alejandro Vázquez Cárdenas

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