Editoriales

Michoacán, tierra de contrastes / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Michoacán es mucho más que el egoísmo de unos cuantos que suelen lanzar veneno, es más que la ambición desmedida de quienes sólo concentran sus emociones en buscar poder en el futuro inmediato. Michoacán es nuestra tierra que demanda hoy más que nunca la participación social

Morelia, Michoacán, 28 de junio de 2014.- Michoacán es una gran tierra de contrastes, ha registrado inseguridad que genera incertidumbre y propicia éxodos, el desempleo es ostensible, la inestabilidad hace rato que deja huellas remarcadas; la clase política tradicional actúa en base al egoísmo porque nadie reconoce culpas pero si imputa todos los yerros al adversario.

No obstante, también forja cultura Michoacán, su densidad histórica es simplemente impresionante porque desde estas tierras se inspiró el movimiento emancipador que culminó con la independencia al germinar la semilla sembrada en el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás.

En Michoacán encendió la tea revolucionaria don Miguel Hidalgo y Costilla, en la antigua Valladolid nació el más grande michoacano don José María Morelos y Pavón, quien fuera el arquitecto que diseñó a la nueva nación y sentó las bases fundacionales del estado mexicano. Así lo consigna nuestra historia.

Las grietas de nuestra tierra no se pueden ocultar, los enconos derivados de una política emparentada con la carroña han dejado los estragos, aunque tampoco se puede negar toda la gama de intereses comunes que nos convocan para encontrarnos.

Michoacán tiene un simbolismo lleno de colores, rituales, usos y costumbres que conforman un sello multicultural como acervo propio de la identidad que pese a los avatares mantiene sus acentos y características.

Miles de historias se han escrito y contado desde la costa con paisajes inspiradores, o en los pinos de la Meseta Purépecha, el oriente de mariposas amarillas, los pueblos mágicos; en suma todos los rincones expresan la belleza de nuestra entidad que en muchas ocasiones ha estado en llamas, descontento y crisis.

Es cierto, no todo está perdido, parafraseando a Fito Páez, porque aquí están los corazones. Los ritmos de la Tierra Caliente son festivos, pícaros, en la sierra purépecha los sones son nostálgicos, dolientes, hablan de esperanza y pesar, pero también se ríe llorando.

Los contrastes marcan mucho de lo que somos, es cierto, cada quien debe asumir plenamente su responsabilidad porque no hacerlo ha sido una constante como lo escribiera alguna vez José Emilio Pacheco.

Michoacán es mucho más que el egoísmo de unos cuantos que suelen lanzar veneno, es más que la ambición desmedida de quienes sólo concentran sus emociones en buscar poder en el futuro inmediato. Michoacán es nuestra tierra que demanda hoy más que nunca la participación social.

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