Editoriales

Opiniones, no todas son respetables (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Todas las personas son respetables, sean cuales sean sus opiniones, por el hecho de ser personas, pero no son respetables todas sus opiniones

Morelia, Michoacán, 26 de octubre de 2021.- Una frase que escuchamos con mortificante frecuencia es  “Esta es mi opinión y debes respetarla”. La podemos oír en cualquier plática entre personas con intereses divergentes, en un diálogo entre conocidos o una mesa redonda con supuestos profesionales de algo; todo el mundo opina de todo y además exige ser respetado por ello.

La cuestión se ha agravado en los últimos tiempos como consecuencia de la invasión de las redes sociales, a las cuales puede acceder prácticamente cualquier persona con un mínimo de conocimientos y un teclado disponible. Ahí podemos encontrar desde serios y fundados artículos de opinión  escritos por  expertos hasta  delirantes disparates tecleados  por ignorantes  de desbordada o patológica imaginación. Ahí,  junto con esos artículos, encontraremos también  una serie de opiniones que hacen lectores ayunos de todo conocimiento  y cuya intención al parecer es dejar en claro que su opinión es tan válida como la del autor.

Para algunos es una especie de democratización del debate, para otros solo es una vulgarización y degradación del mismo. Solo recordemos que un debate , para ser útil, debe darse entre pares, de lo contrario termina en monólogo o peor, en un diálogo de sordos.

Evidentemente todo mundo tiene derecho a emitir una opinión,  pero eso no significa que todo el mundo tenga derecho a que esa opinión se respete. Vayamos a un ejemplo sencillo. En un problema relacionado con la salud  no tiene el mismo peso la opinión de un médico competente que la de un economista o un ingeniero, por más buena intención que tengan. Podemos escuchar sus “diagnósticos” y sus recomendaciones con comedida atención, agradecer su preocupación pero hasta ahí. Tampoco es cosa de decirle que no opine de lo que no sabe.

El problema se da cuando alguien que da una determinada opinión y percibe una desaprobación toma esta como una afrenta. Aquí hay que dejar claro que se está en desacuerdo con lo que se ha dicho y no con quién lo ha dicho.

Algo que no siempre se toma en cuenta es que tener una  opinión no es lo mismo que pensar. El pensamiento deriva del estudio, la reflexión, la deducción y la experiencia, solamente siendo un experto en la materia debe participar en un debate.  Si nos limitamos a repetir opiniones de otros, pues no se aporta mucho a la discusión.

Pero ubiquémonos en nuestra realidad, aclaremos si vivimos en una época científica o si seguimos estacionados en el medioevo intelectual. De primera intención quisiéramos pensar que estamos viviendo una era marcada por el triunfo de la razón sobre el dogmatismo, una época donde existe el predominio de la inteligencia y la educación por sobre la ignorancia y la estupidez.

Pero resulta que el avance tecnológico, académico y cultural se ha dado por y para  una mínima parte de la humanidad. La inmensa mayoría de la población, del país que sea,  tienen un nivel cultural bajo o muy bajo. Viven aislados de los avances culturales y educativos aunque sean capaces de sintonizar una televisión, medio picar el teclado de una computadora o emplear diversos equipos de avanzada tecnología, como un teléfono inteligente (smartphone)  sin que tengan la mas remota idea de como funcionan .

Es preocupante la pobreza cultural y credulidad del mexicano promedio. ¿Cómo, de otra manera,  podemos explicar la popularidad de cosas tales como la astrología, quiromancia, iridologia, ángeles, tarot y toda esa caterva de adivinos que proliferan como hongos? ¿El gran número de convencidos en que los extraterrestres nos visitan a cada rato, como si la Tierra fuera una especie de paraíso vacacional  galáctico? Y lo peor, ¿Por qué razón un importante número de mexicanos, con títulos o sin ellos, involucionaron hasta el paleolítico para convertirse en fanáticos seguidores de un Mesías populista? Tal vez, el problema resida en que preferimos anteponer nuestras ganas de creer en algo que nos gusta, a examinarlo detenidamente, lo cual nos conduce  fatalmente al autoengaño.

Vivimos una época en la que se escucha la opinión, equivocada para mí, de que todas las opiniones son respetables. Pero, ¿qué quieren decir con «respetables»? ¿Quieren decir que no podemos criticarlas?; si esto es así, si no podemos criticar ni debatir las opiniones ¿cómo vamos a avanzar en nuestro conocimiento? Y lo que es más importante ¿cómo vamos a averiguar si estamos equivocados? Hay que respetar a todas las personas, no a todas las opiniones. Si alguien dice que la Tierra es plana, podemos argumentar en contra de su opinión, podemos darle pruebas de que está equivocado. Lo que no podemos hacer es insultarle. Si alguien afirma con toda solemnidad que los negros o los indígenas son seres inferiores, pues la raza aria es superior podemos tirar a la basura semejante opinión ya que resulta evidente que no tiene nada de respetable. Y de paso alejarnos de este personaje.

Concluyo. Todas las personas son respetables, sean cuales sean sus opiniones, por el hecho de ser personas, pero no son respetables todas sus opiniones.

Es cuanto.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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