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Populismo, ¿qué es? (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

La propuesta que promueven estos Mesías es absolutamente quimérica. Promesa de un mundo perfecto, el otorgamiento de infinidad de derechos y ausencia de obligaciones y responsabilidades. "Garantizan" el empleo y en ausencia de éste, un estado paternalista que pague por no hacer nada.

Morelia, Michoacán, 11 de junio de 2019.- En estos tiempos el término “populismo” lo escuchamos a diario en México, por lo general asociado a la descripción que se hace de esa cosa que el Camarada López y sus miembros del Politburó llaman “Cuarta transformación”.

Pero, ¿qué podemos entender por populismo? En política lo entendemos como un sistema que adopta y utiliza medidas destinadas a ganar la simpatía de la población, aún a costa de tomar decisiones contrarias al Estado y la democracia.

En el populismo lo común es que el futuro se hipoteca ya que el presente es lo que importa, después, como se decía en sexenios anteriores “El que venga detrás que arre”. Sobra decir que el populismo es frecuentemente utilizado para gobernar un país cuando una buena parte de su población está en la pobreza, pero con cierto grado politización, equivocada, desubicada, pero politizada, y si tienen una buenas dosis de agravios anteriores, mejor.

El populismo promueve y exalta la división entre ricos y pobres, en consecuencia polarizan la sociedad y sientan las bases de la inestabilidad social y el desorden económico. Su gran inconveniente: Basan las políticas públicas en medidas que crean expectativas falsas que no pueden ser cumplidas.

Cuando los funcionarios públicos sugieren que la pobreza puede reducirse o que se hará justicia quitándole dinero al rico o elevando los salarios por decreto, les dan a los pobres la impresión de que su pobreza puede y debe ser eliminada por ley.

Intrínsecamente el populismo promueve la idea de que la redistribución, por decreto, de los ingresos y la riqueza puede reducir la pobreza. Pero las cosas no son tan sencillas, la pobreza por lo general es el resultado de un bajo crecimiento económico por malas decisiones políticas.

Un buen camino para la reducción de la pobreza ha sido el disminuir las barreras burocráticas que obstaculizan la creación de empleos. Y no olvidar algo básico, las iniciativas privadas pueden crear crecimiento económico sustentable y empleo, pero las inversiones de largo plazo de los hipotéticos empleadores nunca llegarán si existe la amenaza de padecer ocurrencias o acciones caprichosas de un iluminado líder.

¿Y cómo es un líder populista? El líder apela a los resentimientos de los pobres y amenaza a los privilegiados, curiosamente siempre se gana a una fracción de estos, generalmente por ambiciosos, recuerden el viejo y vigente aserto “Un comerciantes es capaz de vender la soga con la que lo van a ahorcar”.

El líder es afecto a los actos grandiosos, masivos, discursos emotivos llenos de lugares comunes. Apela al patriotismo y a las tradiciones culturales para unir a los que lo apoyan y acusa a los que se oponen de ser traidores y antipatrióticos. El ejemplo más claro en el pasado muy reciente es Hugo Chávez, anteriormente Juan Domingo Perón.

Uno de los requisitos para la instauración del populismo es la previa existencia en el país de un cierto caos político y social, una buena dosis de corrupción y mucho descontento social. Por supuesto, una condición es que exista un mínimo de estado de derecho, ya que esto hace más probable el éxito de la desestabilización.

El ataque sistemático a las estructuras del Estado, la aniquilación mediática de las figuras públicas representativas del orden establecido y la destrucción de las instituciones que no sean afines son parte de la misión del líder populista; líder que por antonomasia es mesiánico, todo lo sabe y tiene soluciones para todos los problemas. Él y solo él puede interpretar la voluntad de las masas y quien no esté de acuerdo con él es un traidor.

La propuesta que promueven estos Mesías es absolutamente quimérica. Promesa de un mundo perfecto, el otorgamiento de infinidad de derechos y ausencia de obligaciones y responsabilidades. «Garantizan» el empleo y en ausencia de éste, un estado paternalista que pague por no hacer nada.

¿Conoce usted a alguien así?

Alejandro Vázquez Cárdenas

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