Editoriales

Proyecto Secreto: La corrupción, infección de todo el cuerpo social

El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales
El autor es el Presbítero Mateo Calvillo Paz, vocero episcopal y colaborador de diversos medios de comunicación locales, regionales e internacionales

El gobierno no tiene visión de país ni de hombre o es pobre y parcial. Se pregona como un gran éxito, lo máximo la venta de bonos de deuda.

Morelia, Michoacán, 22 de enero de 2019.- Estamos en la era del dinero, las grandes fortunas y el consumismo. El hombre es considerado comunidad de producción y consumo.

No se considera el hombre en su realidad integral de espíritu y cuerpo, con todas las exigencias que de allí dimanan.

Sobre todo, se ha olvidado nuestra condición de homo sapiens que tienen necesidad de bienes espirituales y se norma por la inteligencia y voluntad libre, basado en los principios universales e inmutables: la persona humana, el bien común, la subsidiaridad, la solidaridad. ahora se ve al ser humano como homo consumens, el ser del consumo que necesita al ser de la producción. A fin de cuentas, el control lo tienen los grandes capitales y lo que buscan es hacer grandes negocios y ser más ricos.

El homo sapiens, creado a la imagen y semejanza de Dios tiene otros valores del espíritu, trascendentes. En sus decisiones y acciones seguía por valores: la verdad, la justicia, la libertad y el amor fraterno.

No hay mal absoluto, todo gobierno tiene sus logros como es la lucha por una forma de corrupción, el robo de combustibles. Pero no hay que olvidar que hay otras formas de corrupción, más perniciosa que la corrupción del dinero es la corrupción del poder. Más profunda y perniciosa que la corrupción de la gasolina es la corrupción en el sistema educativo, nada más que las consecuencias no son visibles ni medibles tal vez.

Necesitamos tener una visión sabia, integral del hombre para llevar la gestión de su vida y de la realización de su destino definitivo. Necesitamos tener bien claro y presente el abanico casi infinito de las necesidades espirituales y materiales, individuales y sociales de la persona de cada mexicano.

No podemos soslayar los grandes principios que norman y sostienen la conducta del individuo y la convivencia humana, que hacen sabio al sencillo, que hacen personas que no roban gasolina, no se prestan a la corrupción y detectan el populismo y la soberbia.

Los hombres sabios tienen un instrumento para valorar cada acción gubernamental sin dejarse envolver por retóricas sesgadas, envolventes muestran una visión parcial, controlada y maquillada de las acciones del gobierno.

El problema de la corrupción es muy complejo, profundo, universal. Si el cuerpo social tiene un virus que infecta todo, individuos, estructuras, gobierno, no se puede acabar atacando los brotes aquí y allá. Hay que enfrentar el mal total.

Como ya se vio, a manera de ejemplo, la corrupción no está sólo en los huachicoleros, que cargan con la culpa de todo. Ya se vio que están en los individuos investidos del poder del dinero o la política. Están los millones de mexicanos humildes que son oportunistas y no respetan el orden moral y el mandamiento: no robarás.

Hay que atacar la corrupción en todas sus formas y en todos sus ámbitos, tener una visión, muy difícil, del mal en su conjunto. No hay que tapar otros grupos o áreas de corrupción por compadrazgos, entendimiento político o proteccionismo. Por ejemplo, no hay que olvidar la corrupción en muchos miembros del gobierno, no sólo en el caso de Gómez Urrutia, de Pastora, gobernadores y otros. Es patente la corrupción en educación y el magisterio democrático.

Sin una renovación moral, espiritual en la conciencia, en los principios y valores que el Creador grabó en el ser humano, sin una formación moral, más allá de prejuicios liberales y ateos, no podemos combatir la corrupción en el corazón humano y las estructuras sociales. Necesitamos hombres nuevos, murales para combatir la corrupción en sus raíces y en todos los frentes, en su totalidad.

El primer paso urgentísimo sino es despertar al hombre, hacerlo madurar para que tenga los pies bien puestos en la realidad y la visión fundamentada de la situación y del rumbo que lleva el país, con la sabiduría milenaria revelada por Dios y cultivada por los pueblos .

Urge educarnos para hacernos personas de criterio, de carácter firme, de personalidad honesta.

¡Qué bello sueño! Mejor dicho que bella posibilidad del hombre que dormita y espera del ser humano, capaz renacer y crear mundos nuevos.

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