Editoriales

¿Qué ganamos con el acuerdo nuclear con Irán?

Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS
Teresa Da Cunha es doctora en Derecho; con diversos posgrados en universidades de México, España y Francia; profesora investigadora de la UMSNH; miembro del Sistema Nacional de Investigadores; y coordinadora del Área de Ciencias Sociales en el CIJUS

Un acuerdo nuclear con Irán podría conducir a una normalización de sus relaciones con Occidente. Este acuerdo parece estar inminente, pero según el premier israelí el pacto con Irán nos “lleva a una pesadilla nuclear”

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Morelia, Michoacán, 06 de marzo de 2015.- Durante los últimos meses, hemos asistido a la coreografía diplomática de las negociaciones entre el Grupo 5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania) e Irán sobre la cuestión de energía nuclear en el país. Un acuerdo entre las dos partes, podría conducir a una normalización de sus relaciones. Este acuerdo parece estar inminente, pero según el premier israelí el pacto con Irán nos “lleva a una pesadilla nuclear”.

Es altura, entonces, de colocar la cuestión: ¿Qué ganamos y, que podemos perder con este acuerdo nuclear con Irán?

En primer lugar, hay que tener bien claro, que la dinámica de las negociaciones se hace en base a un cálculo hecho por Estados Unidos para aprovechar la ventana de oportunidad para una posible reconciliación, abierta con la elección de Hassan Rohani. En la visión de Obama, para estabilizar la región, la peor solución sería no hablar con Irán. Para Washington, la lógica de considerar a Irán como un enemigo llegó a su fin.

Sin embargo, no debemos engañarnos: Irán se va a transformar, de un día para el otro, en un aliado de Occidente. Por una parte, no debemos olvidar que el cuadro regional se ha complicado con la guerra civil Siria y con la emergencia del Daech (Estado Islámico). Para Occidente ( léase EE.UU y Unión Europea) y también para Rusia, Siria tiene una enorme importancia estratégica, e Irán todavía apoya Assad.

Por otro lado, existe la amenaza a la supervivencia misma de Israel caso la región se transforme en una región nuclearizada y se fortalezca el eje Irán, Assad, Hezbolá. Sin embargo, está claro que es mejor ir a la mesa de negociaciones con un enfoque constructivo para ver lo que podemos hacer porque, de todos modos, sin Irán probablemente nada podremos hacer.

Otro elemento importante a tener en cuenta es el hecho de que un acuerdo nuclear con Irán tiene que ir complementado de toda un serie de acuerdos (paralelos unos, subsecuentes otros) sobre la convergencia de intereses entre Occidente e Irán en otros frentes -Irak, Afganistán, Líbano, Siria. Y, claro, de toda una serie de salvaguardas para colocar límites al rayo de acción estratégica de Irán que pueda comprometer nuestros aliados naturales, o sea específicamente a Israel.

ganamos-acuerdo-nuclear-iran_1_2221341 150306El tema de Irak es uno de esos acuerdos complementarios urgentes. Hay que recordar que sobre el tema de Irak, Irán también tiene un papel importante que desempeñar. La ofensiva contra el Daech (Estado islámico) en Tikrit, la cual se encuentra actualmente en curso, es llevada a cabo con tropas iraquíes y comandantes iraníes. Irán es el único país de la región que apoya oficialmente Irak y está luchando contra el Daech al lado de las fuerzas armadas iraquíes. Una vez más, hay que decir que los iraníes tienen un interés estratégico en estas intervenciones y, si bien no van a convertirse en un aliado de Occidente, es obvio que existe una conjunción de intereses entre las dos posiciones. Sin Irán, la ofensiva del Daech (Estado Islámico) en Irak en el verano de 2014, habría tenido consecuencias mucho más graves. Así que los estadounidenses y la Unión Europea saben y, lo reconocen, que podemos encontrar un terreno común con Irán para luchar contra el Daech y llegar a una posible (necesaria) estabilización de Irak.

También hay que hablar del papel de Irán en la negociación de la crisis en Afganistán pasando por la transición a un nuevo entendimiento después de la retirada de la OTAN. Aunque Irán realmente no tiene todas las cartas en este ámbito, debemos saber que los talibanes son los enemigos jurados de los chiítas, e Irán ha apoyado desde el principio el gobierno de Karzai.

Otro frente a tener en consideración: el Líbano, dónde Irán tiene fuertes lazos con Hezbollah y dónde, al mismo tiempo, sabemos que existen fuertes tensiones con Arabia Saudí a causa de la rivalidad religiosa y política entre sunitas y chiitas y de la lucha por el papel de líder regional entre Teherán y Ryad. A pesar de todos estos frentes, creo que la lógica de Obama es positiva en el sentido de que la peor solución sería excluir a Irán de todas las negociaciones en Oriente Medio. Pero, pienso también que Washington tiene un largo camino por delante para reconstruir la confianza que perdió entre sus aliados tradicionales. En particular, tiene que asegurar a Israel el tiempo, el financiamiento y el acceso a la tecnología de punta, para que esta mantenga su ventaja militar y sea un aliado eficiente.

Creo que junto con este cálculo geoestratégico, los Estados Unidos también tienen fuertes intereses económicos a los cuales debemos sumar la importancia simbólica de un acuerdo pre-electoral con Irán, para continuidad de los demócratas en la Casa Blanca. Desde la Revolución Islámica las empresas estadounidenses quedaron fuera del mercado iraní en el sector de la energía, por ejemplo. En términos de política interna, la cuestión de Irán tiene tantas resonancias y mueve tantas emociones, que es muy claro el interés del presidente de Estados Unidos por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Irán . Este hito, tal como el final del embargo con Cuba, sería una parte importante del legado histórico de Obama.

Pero, en estas circunstancias, si hay acuerdo, ¿no debemos temer que el mismo sea redactado a toda prisa, añadiendo una nueva capa de confusión acerca de lo que está pasando en la región?

Es una posibilidad, pero remota. Primero, las negociaciones no se desarrollan entre Estados-Unidos e Irán, sí entre el grupo 5+1 e Irán. Además, cada problema ha sido re- analizado punto por punto, desde noviembre de 2013 y el Acuerdo Interino. Cabe también resaltar, que cada potencia del grupo 5+1 conoce bien las carpetas de la negociación y está familiarizada con los últimos 12 años de negociaciones con Teherán. En los trabajos y con asiento en la mesa de negociaciones, todavía existen técnicos, en ambos lados, que han participado en cada una de las rondas desde su inicio. Todo se discute, y no creo que lo sea de forma impulsiva, porque hay mucho en juego (no sólo para EEUU, sino también para los otros cinco países) al momento de determinar los términos que definen el acuerdo sobre el programa nuclear iraní.

Pero, que el acuerdo es posible, es posible. Además, existen otras cuestiones sobre las que los Estados Unidos e Irán han tenido seguramente que empezar a compartir información. Tal ha creado una red de contactos personales, fruto de las conversaciones directas que es importantísima. En las relaciones internacionales (como en la vida), los contactos personales juegan mucho, y los estadounidenses se han dado cuenta de que los iraníes no eran los “demonios” que la narrativa oficial presentaba. Sin embargo, si tal abre una posibilidad real de estabilización de las relaciones bilaterales, el riesgo inherente consiste también en la introducción de una sobredosis de confianza que baja la guardia en un momento crítico y que puede alienar otros parceros. Sobredosis que puede llevar Irán a pasar del nuclear civil a la producción de la bomba, uno de los argumentos de Netanyahu en el discurso ante el Congreso estadounidense, es que, aunque el acuerdo que negocian EE UU y las cinco potencias de la ONU (más Alemania) congelase el programa nuclear, a Irán le bastaría un año o menos para reactivarlo, lo que además, podría ser llevado a cabo clandestinamente, ya que es cuestionable la eficacia de los inspectores.

Esta posibilidad apocalíptica, presentada en momento pre-electoral, también explica por qué el discurso de Benjamin Netanyahu, el martes 3 de marzo, ante el Congreso de la Unión, no cayó muy bien a la administración Obama. Si bien Benjamin Netanyahu tiene una visión demasiado unilateral del riesgo del acuerdo nuclear con Irán y de sus repercusiones para Israel y para el conjunto del Oriente Medio, también es cierto que colocó cuestiones pertinentes para las cuales tenemos que encontrar respuestas. Sin embargo, tal como lo escribe el editorial del Haaretz del 4 de marzo (ver http://www.haaretz.com/news/diplomacy-defense/1.645250) la verdadera amenaza para la supervivencia de Israel no es el “apocalipsis” que viene de Teherán. El peligro real reside en el ataque a sus instituciones de estado democrático. O sea, la amenaza no se encuentra en la ratificación del acuerdo nuclear de los 5+1 con Irán, sí en la manutención de la ocupación y en las iniciativas legislativas recientes que merman los derechos civiles de los palestinos. Netanyahu ha estado jugando al gato y al ratón tanto con la comunidad internacional como con el electorado israelí. En el camino se ha llevado a Israel a un aislamiento sin precedentes. Visión apocalíptica que debemos combatir. Aislamiento que debemos romper.

Tenemos que pensar en etapas, en pasos, en términos de proceso. Después de solucionar esta crisis, los dos lados verán lo que quieren hacer relativamente a toda otra serie de cuestiones que quedarán en la mesa. Es importante tener presente que cada problema debe ser estudiado y solucionado, caso a caso, de manera estratégica, y fundamentalmente pragmática. El camino no es, ni será, fácil, ya sea porque en Irán, muchos se oponen a estas negociaciones (por ejemplo para los conservadores más radicales del Pasdaran, esta idea de un acuerdo con Occidente cae mal) ya sea porque en ninguna circunstancia podemos imaginar que Irán vuelve a ser un verdadero aliado de Occidente, o que pueda convertirse en el gendarme de los estadounidenses en la región.

Si un acuerdo se concluye positivamente, tanto iraníes como occidentales deben considerarlo como el resultado de una convergencia de múltiples y complejos intereses y que realmente se trata de un acuerdo de contingencia para servir a los objetivos de los dos lados.

La conciliación es siempre un paso positivo, pero tiene que ser tratada de una forma pragmática y nunca idealizada. Irán tendrá que estar dispuesto a no entrar en el campo de influencia occidental o el acuerdo, estará muerto desde su firma ya que es de sospechar que el mismo molesta a algunos aliados de Occidente en la región, a las monarquías suníes del Golfo, especialmente, como Arabia Saudita o Qatar …y, como ya lo referimos a Israel. Hay que tener presente que el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) se estableció en contra de Irán, para consolidar las petro-monarquías del Golfo alrededor de Arabia Saudita. Existe en Arabia Saudita, desde la caída de Saddam Hussein y el ascenso al poder de un gobierno chií en Irak, la sensación de que Irán está expandiendo su influencia para allá de lo razonable. La preocupación es también fuerte en los Emiratos Árabes Unidos, que tuvieron disputas territoriales con Irán, y cuyos miembros se pueden sentirse amenazados, como es el caso en Qatar.

Sí, por un lado, los 5+1 no deben estar sordos a las preocupaciones de los aliados tradicionales ni aislar Israel, por otro lado, también debemos preguntar: ¿cuál es el escenario alternativo para resolver la crisis nuclear iraní?

Sinceramente pienso que la vía del acuerdo es la única plausible. Sin acuerdo, solo tendremos la emergencia de nuevas tensiones. Irán volverá a su esquina y a enriquecer uranio al 20%, lo que tendrá como consecuencia el fortalecimiento interno de la ala radical que usará el discurso de “que no vale la pena la negociación” y de que “Irán tiene derecho a enriquecer uranio” para regresar al poder. Los moderados serán asesinados porque políticamente Rohani ha supeditado su futuro en gran medida a la capacidad de conseguir firmar el acuerdo nuclear. Ahora bien, si los radicales llegan al poder en Irán, no será posible volver a negociar. Por lo menos en la próxima década. O sea, el escenario alternativo a las negociaciones es la peor política.

Seamos realistas, esta es una cuestión estratégica de la máxima importancia y existe, en este momento, una ventana de oportunidad, con Barack Obama en la Casa Blanca y Hassan Rohani, en Teherán. La oportunidad es enorme. El tiempo es corto.

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