Editoriales

Ser de izquierda (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

En México, ser de “izquierda” implica no argumentar, sino descalificar a un interlocutor insultándolo, agrediéndolo, caricaturizándolo o llamándolo "represor", "burgués", “fifi” "explotador", "lacayo de los poderes fácticos" o cualquier otro insulto de los que vemos a diario en la prensa supeditada al Líder

Morelia, Michoacán, 23 de julio de 2019.- Las utopías se resisten a morir, pocas cosas cuestan más trabajo que reconocer que se ha vivido en un error, que nos “vieron la cara” y que por años nos tragamos, enterita, una entelequia.

Es el caso de la llamada genéricamente  “izquierda” en sus variedades marxista, leninista, trotskista, maoista etc. Cada uno de ellas dueña absoluta de “La verdad” pues las otras son revisionistas, están equivocadas y deben ser eliminadas. Ya lo dijo la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexievich “El imperio rojo se ha desvanecido, pero el Homo sovieticus se mantiene”. 

Solo conociendo la peculiar naturaleza humana podemos entender que a estas alturas del siglo XXI existan  personajes que se dicen de “izquierda” y que eso les haga sentirse algo así como de vanguardia, comprometidos con los pobres y partidarios de la igualdad, fraternidad y del bien colectivo.

Pero también muchos personajes abandonaron esta posición de «izquierda» al corroborar su falsedad o por haber vivido en carne propia la tragedia que representó el llamado «socialismo real»,  con su secuela de miseria, intolerancia y asesinatos. Unos cuantos ejemplos: G. Orwell, A. Koestler, A. Camus, A., Guide., A. Malraux. Nadie medianamente culto, de una moral íntegra y neuronas funcionales puede identificarse con la izquierda en sus versiones stalinista, maoísta y similares. 

El conocido estudioso de la filosofía política Giovanni Sartori, dijo una vez algo muy curioso: «Izquierda es hacer el bien para los demás, derecha el bien para sí; izquierda es Kant, derecha Bentham». Lo primero que sorprende de la frase de Sartori es la capacidad que tienen algunas personas inteligentes para decir de vez en cuando verdaderas idioteces. Es tan vacua la descripción y tan injusta con Kant, con Bentham y con toda la ética como proclamar: «Los buenos somos de izquierda; los malos son de derecha».

En todo el mundo y México no es la excepción cuando se hable de la «izquierda» hay que hablar en plural pues con esa denominación existe una variopinta cantidad de  prácticas, posiciones, ideas y tradiciones que difícilmente tienen un denominador común.  

Hay que recordar que, bajo la etiqueta de izquierda solían designarse las posiciones que, hipotéticamente, y recalco lo de hipotéticamente, luchaban por la justicia social, que supuestamente anteponían los principios al pragmatismo, que hacían de la democracia un compromiso y no una coartada.

Y ahora que vemos que desde esas «izquierdas» se realizan actos de refinada corrupción, cuando lo que les importa son exclusivamente los resultados inmediatos, cuando vemos que se aceptan a conocidos delincuentes por meras razones electorales, y cuando en nombre de una inexistente ideología de izquierda se mantienen prácticas clientelares que trafican con el interés  de las personas, en estos casos resulta evidente que hay una absoluta incongruencia con el concepto. 

Cuando nos encontramos con el despropósito de que pretenden ser de izquierda políticos tan alejados de la democracia como Bejarano, Batres, Fernández Noroña, conjuntamente con viejos y nuevos caciques del PRI como Bartlett, Monreal, Ebrard evidentemente hay una gran confusión conceptual.

Nada que ver estas gentes con las trayectorias y definiciones políticas de Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo o Alejandro Gascón Mercado, entre otros dirigentes de una ya inexistente izquierda. 

Finalmente aclaremos que ser de “izquierda” en México implica algunas obligaciones, no es nada más etiquetarse como tal. Veamos:

Debe aceptar que el Líder piensa mejor  y por lo tanto debe ordenar y el ciudadano debe obedecer. El Líder es la “conciencia” del país. 

  • Debe aceptar sacrificar al individuo por el bien del grupo. 
  • El Líder nunca se equivoca.
  • Ser de “izquierda” implica no argumentar, sino descalificar a un interlocutor insultándolo, agrediéndolo, caricaturizándolo o llamándolo «represor», «burgués», “fifi” «explotador», «lacayo de los poderes fácticos» o cualquier otro insulto de los que vemos a diario en  la prensa supeditada al Líder. 
  • Debe de creer firmemente que las mayorías siempre tienen razón y que jamás se equivocan.

Si cumple lo anterior puede considerarse de “izquierda”

Alejandro Vázquez Cárdenas

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