Editoriales

Sin milagros / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

El 12 de diciembre es un día de fiesta para la grey católica de México y de negocio para muchos mercaderes, pero no hay milagros que resuelvan bajo el dogma de la fe, se trata de un asunto distinto en el que cada cual debe asumir su responsabilidad, gobierno y sociedad

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Morelia, Michoacán, 12 de diciembre de 2014.- Es 12 de diciembre, día de frenesí religioso, fecha importante para millones de católicos que manifiestan su creencia en la Virgen de Guadalupe, símbolo mexicano, tradición inmutable. Los contrastes operan al recordar que la criminalidad sigue a la alza aunque las opiniones de las autoridades digan lo contrario. No alcanza con rezar, implorar ni hacer penitencias porque eso tampoco resuelve nada.

Los índices delictivos no sólo se cuentan a través de la estadística porque los estragos se padecen en carne propia, no hay discursos, ni responsos ni elegías que mitiguen el dolor de tantos mexicanos que han perdido a familiares en estos tiempos virulentos.

Con todo, no faltan los que lucran con las tragedias para convertirse en aves de rapiña, a veces da la impresión que no es justicia lo que se demanda sino venganza, más que argumentación se leen improperios, más que un hartazgo se percibe el odio.

Los grupos de la delincuencia sembraron temor y cosecharon los efectos, los frutos oscuros de la impunidad, las manzanas podridas de un inmenso jardín social.

México es un país multicolor, fervoroso respecto a la religión, la libertad de creencia es un logro de los gobiernos liberales que construyeron un modelo laico al separar al estado de las iglesias para dotarnos de una mejor manera de convivencia.

Sólo que no basta la creencia, la fe ciega no resuelve los grandes problemas porque se trata de un asunto terrenal, es decir del más acá, autoridades, sociedad, voluntad política y otros instrumentos que contribuyan para superar los males que hace mucho salieron de un cofre inmenso.

Si a los problemas de inseguridad agregamos el económico tras los últimos movimientos en el tipo de cambio entonces tendremos más aprietos. La economía no registrar repunte alguno, el 56 por ciento de la población mexicana vive en condiciones de pobreza, la generación de empleos se ha quedado en los anuncios oficiales porque no han pasado de las expectativas las cuales no son concretas ni reales.

El escándalo detonado por la famosa Casa Blanca abrió otro frente en la resonante caja de opiniones acerca de la cosa pública, todo ello sucede apenas a los dos años de gobierno del presidente Peña Nieto, es evidente que muchas cosas no han funcionado.

Hace unos meses se presumían los llamados logros de la administración federal al concretar las reformas estructurales, el reconocimiento desde el exterior llegaba con fluidez, se destacaba un ánimo renovador. Sólo que la tragedia de Iguala llegó para eclipsar los llamados aciertos y se entró a un callejón oscuro que reprocha a diario la ausencia de los 43 normalistas, el peso de la impunidad y la violación brutal a los derechos humanos.

El 12 de diciembre es un día de fiesta para la grey católica de México y de negocio para muchos mercaderes, pero no hay milagros que resuelvan bajo el dogma de la fe, se trata de un asunto distinto en el que cada cual debe asumir su responsabilidad, gobierno y sociedad. México no puede ser uno de los 13 círculos infernales que describe Dante en La divina comedia, ni podemos darnos el lujo de anular presente y porvenir.

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