Editoriales

Trump el clown / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

El racismo de Trump es una mancha que tiñe el presente y ensombrece el futuro, una persona sin valores que sólo ha fabricado riqueza en base a la explotación no puede ser un buen presidente, un tipo prófugo de la cultura no augura trato sensible

Morelia, Michoacán, 28 de febrero de 2016.- Donald Trump vocifera, lanza exabruptos que indignan a la comunidad migrante y halagan a una cauda de oscurantistas negados a la democracia, el magnate se emparenta con Hitler y esa recua de engendros que destilaban odio como una sustancia purulenta.

Mientras el presidente Enrique Peña Nieto ha sido omiso e indiferente, tal es el sello de su personalidad, los ex presidentes Felipe Calderón y Vicente Fox le han respondido al millonario gringo que desconoce la historia para no atinar a descifrar los signos de estos tiempos.

El racismo va de la mano de la discriminación, estamos en el siglo XXI aunque para muchos aún vivimos en el sopor oscurantista de la Edad Media por la concepción primitiva del mundo, negación de empatía y esos complejos de superioridad que dejan ver el lado oscuro de la miseria humana.

En nuestro mundo existen seres que son como los buitres porque se alimentan de la muerte, Donald Trump se ha obsesionado por levantar un muro que ponga final a la emigración aunque Estados Unidos sea un país eminentemente nutrido de los éxodos de gente de todo el mundo, allá se presume de tener la democracia más madura del orbe aunque el aspirante del Partido Republicano desconozca el significado de tal sistema patentado en Atenas hace dos mil 500 años.

En el siglo XIX se libró en Estados Unidos la guerra civil del norte contra el sur, los estados de la Unión contra los confederados, los primeros contra la esclavitud y los segundos por la supremacía blanca, en el marco sangriento de la confrontación el presidente Abraham Lincoln pronunció un emotivo discurso en el cementerio de Gettysburg, ahí resaltó los principios de igualdad que están contenidos en la declaración de independencia, también hizo votos para que nunca perezca sobre la faz de la tierra el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Dicha pieza retórica no duró más de dos minutos.

Donald Trump desconoce la igualdad que postulan diversos ordenamientos jurídicos, seguramente pensará que Lincoln es una marca y que la democracia es una palabra común. Lo lamentable es que un buen número de sus compatriotas idolatran al magnate aunque dicen creer en Dios aunque el racismo contradice al cristianismo porque no es virtud más bien es un peligro.

Sorprende que el gobierno federal mexicano sea extremadamente omiso ante las opiniones del aspirante a la Casa Blanca, no se cuenta en nuestro país con una política internacional destacada, tal parece que los diplomáticos excelsos sólo figuran en la historia porque los actuales son improvisados.

El racismo de Trump es una mancha que tiñe el presente y ensombrece el futuro, una persona sin valores que sólo ha fabricado riqueza en base a la explotación no puede ser un buen presidente, un tipo prófugo de la cultura no augura trato sensible.

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