Editoriales

Trump / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Allende nuestras fronteras Trump tiene al mundo en vilo por la amenaza de romper los esquemas de la política para optar por la antítesis que es la guerra, una aldea global crítica en la que se han sembrado múltiples conflictos con sendas ramificaciones está a la vista de todos, la sensatez casi ha desaparecido para dar cauce a la incertidumbre

Morelia, Michoacán, 07 de mayo de 2017.- Han transcurrido ya más de cien días desde que Donald Trump ocupó la Casa Blanca como mandatario de una poderosa nación cuyo génesis no se explicaría sin los aportes interminables de la migración. No obstante, Trump no lo asume ni lo comprende porque la exclusión parece estar dibujada en su mapa mental, él es un plutócrata que oscila en lo frívolo y ocurrente, carente de experiencia política y se volvió experto en lanzar exabruptos a diestra y siniestra.

Debido a su falta de pericia política de nueva cuenta el fantasma de la guerra recorre el mundo, envía una bomba para mostrar el músculo de poder norteamericano cuyo símbolo es el águila calva. Rusia, Corea del Norte, Siria, China; la comunidad internacional observa desde un panóptico el orden mundial que puede variar por un golpe de voluntarismo para rematar con la estulticia.

Una cosa es ser candidato, una muy diferente radica en gobernar y dicho ejercicio debe trascender fobias y filias porque una administración política debe ser inclusiva para aspirar a concretar aquella aspiración de los antiguos griegos, es decir perfilar y diseñar el bien común.

Trump no tiene propiamente una ideología, más bien se adhiere pie juntillas al credo de los mercados bajo un signo capitalista, característica típica de su país, desconoce la historia o tal vez la aprendió de las películas de orientación maniquea made in Hollywood, si, las tramas que invariablemente sitúan a los estadounidenses como los salvadores de la humanidad porque así lo dicta su destino manifiesto.

Trump parece incontinente a la hora de pronunciar discursos, suelen ser huecos o plagados de juegos artificiales en detrimento de una retórica de hombre de estado, nadie da lo que no tiene.

El Tratado de Libre Comercio será modificado, así se anunció, nuestro país es un socio de nuestro vecino del norte aunque siempre en desventajas, las variaciones habrán de llegar para cambiar ese convenio trilateral, seguramente como lo exija Trump. Es lo predecible.

En nuestro país no hay grandes novedades en materia de relaciones exteriores porque suele subordinarse, más bien la política interior refleja un clima preocupante, sofocante porque la corrupción aunada a la impunidad provoca daños letales. Nuestro país vive un desenfrenado ambiente proselitista que va aparejado de las descalificaciones, filtraciones e inmundicias, aún falta más hasta que el hastío se coloque como el vencedor.

La narrativa cotidiana parece revelar un expediente sobre otro de las espeluznantes andanzas de ex mandatarios que ya amenazan con abatir nuestra capacidad de asombro, lo cual no es alentador porque ello implicaría cancelar la indignación ante tanto desatino y desvergüenza.

Mientras, allende nuestras fronteras Trump tiene al mundo en vilo por la amenaza de romper los esquemas de la política para optar por la antítesis que es la guerra, una aldea global crítica en la que se han sembrado múltiples conflictos con sendas ramificaciones está a la vista de todos, la sensatez casi ha desaparecido para dar cauce a la incertidumbre.

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