Editoriales

Virus político / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

Tenemos la partidocracia vil, tan ayuna de acuerdos y similares formas para llegar al poder por la vía que sea, la ética naufraga, la inoperancia corroe para que tengamos un país con serias fisuras de la que esos partidos son corresponsables aunque en su discurso se desmarquen para prometer un paraíso en la tierra

Morelia, Michoacán, 25 de enero de 2014.- Desde hace mucho tiempo nuestro país padece crisis recurrentes en materia económica y actualmente de inseguridad, cada vez que un presidente de la república asume su mandato parece que busca reinventar México, de un plumazo se pretende borrar al antecesor, la medida son seis años, un lapso en el que se impregna el estilo personal de gobernar.

Hemos tenido mandatarios de todo tipo, desde quienes destacaron por un compromiso nacionalista y dotaron a la política exterior de un lustre que destacó en el concierto de las naciones hasta quienes se han distinguido por plegarse a los dictados externos para agilizar la venta de empresas paraestatales montados en la ola de un asfixiante neoliberalismo.

Pervive un esquema autoritario, si revisamos la historia encontraremos ese distintivo, dictaduras, centralismo, monopolio partidario, las transiciones suelen ser gradualistas no radicales y seguramente por ello no damos un gran salto al futuro.

En 1988 la vida política de México dio un vuelco porque fue el germen de un pluralismo político que dejaba detrás un pasado de simulación plagado de una oposición paraestatal con el sello de izquierda o una más bien denominada leal a través del Partido Acción Nacional.

En ese año la participación de la sociedad que en muchos casos no estaba vinculada a partido político alguno vigorizó al llamado Frente Democrático Nacional que arrolló en varias entidades federativas a tal grado que se cayó el sistema electoral para arrojar un resultado cuestionado a favor del Partido Revolucionario Institucional.

Tal fue un antecedente cercano que ya delineaba una futura alternancia para inscribirnos en la denominada normalidad democrática. En el año 2000 Vicente Fox destronaba al PRI en la presidencia de la república, llegó legitimado pero sin vocación de gobernar, desprovisto de la cultura política necesaria, ignorante de nuestra historia y la legislación vigente, su gestión fue plagada de chistoretes, divorciado de la ideología.

La pluralidad arraigó aunque ello dio pauta a los abusos de la oligárquica clase política, si, la minoría que gobierna, las ideologías se marcharon de vacaciones porque el pragmatismo se impuso maquiavélicamente, al grado de estrecharse izquierda y derecha aunque tengan agendas tan desvinculadas como heterogéneas.

Tenemos la partidocracia vil, tan ayuna de acuerdos y similares formas para llegar al poder por la vía que sea, la ética naufraga, la inoperancia corroe para que tengamos un país con serias fisuras de la que esos partidos son corresponsables aunque en su discurso se desmarquen para prometer un paraíso en la tierra.

Bien lo dijo Milan Kundera, la política lleva la maldición de la naturaleza humana. Este año es el del centenario del natalicio del gran Octavio Paz quien al revisar nuestro acontecer e historia expresó que el reino del progreso no es de este mundo.

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