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Cartelera Retrospectiva / Exodus: Dioses y reyes

Si bien la larga trayectoria del cineasta británico lo avala como un cineasta hábil y solvente, es evidente que sus obras más significativas vieron la luz hace ya varios lustros, tal es el caso de Blade Runner (1982) y Thelma & Louise (1991)
Si bien la larga trayectoria del cineasta británico lo avala como un cineasta hábil y solvente, es evidente que sus obras más significativas vieron la luz hace ya varios lustros, tal es el caso de Blade Runner (1982) y Thelma & Louise (1991)

Mis expectativas no eran muy altas cuando se anunció el inminente estreno de Exodus: Dioses y reyes (Exodus: Gods and kings, 2014), pero la dirección del experimentado Ridley Scott garantizaba (al menos eso creía), ciento cincuenta minutos de ameno y superficial entretenimiento

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Morelia, Michoacán, 07 de diciembre de 2014.- Por razones que no vienen al caso siempre he tenido problemas para identificarme con las películas de temas bíblicos: desde la soporífera y exageradamente larga versión de Cecil B. DeMille de Los diez mandamientos (The ten comandments, 1956), hasta la peculiar visión de Noé (Noah, 2014), de Darren Aronofsky, pasando desde luego por el martirizante éxito taquillero de Mel Gibson, La pasión de Cristo (The passion of the Christ, 2014). Dicho lo anterior, es justo decir que mis expectativas no eran muy altas cuando se anunció el inminente estreno de Exodus: Dioses y reyes (Exodus: Gods and kings, 2014), pero la dirección del experimentado Ridley Scott garantizaba (al menos eso creía), ciento cincuenta minutos de ameno y superficial entretenimiento.

Definitivamente las películas históricas no son el fuerte de Ridley Scott, por lo que no queda claro la decisión del cineasta de rodar esta puesta al día del mito de Moisés, una especie de actualización de Los diez mandamientos, a la que el británico le reduce minutos cuando convierte la historia del bebé en la canasta en un simple relato, mientras elabora las Tablas de la Ley en apenas unos pocos minutos y finalmente cuando las plagas que azotan Egipto se comprimen en una veloz sucesión de viñetas, desprovista (a pesar de los cocodrilos) de todo efecto dramático.

Aunque carece de originalidad narrativa e interpretativa (algo de lo que sí puede presumir el Noé de Aronofsky), encontramos que la versión de Scott se arriesga a presentar la figura de Dios de una manera inusual en este tipo de producciones, en este caso con forma de infante, cuyo semblante virginal no lo hace menos vengativo, discrecional y caprichoso.

No obstante, otro de los puntos débiles de Exodus radica en la inadecuada selección de una parte del elenco. Es inevitable sonreír ante el humor involuntario que despliega John Turturro como faraón egipcio o ante la notoria rigidez de Sigourney Weaver enfundada en un poco agraciado traje dorado. Si bien se podría argumentar que ambos representan personajes secundarios, con apenas unos minutos en la pantalla, no podemos decir lo mismo de Joel Edgerton, quien exhibe ciertas limitantes (quizás impuestas desde el mismo guión) en su papel de Ramsés.

Si bien la larga trayectoria del cineasta británico lo avala como un cineasta hábil y solvente, es evidente que sus obras más significativas vieron la luz hace ya varios lustros, tal es el caso de Blade Runner (1982) y (¿por qué no?), Thelma & Louise (1991). Pero ni siquiera vistosa utilización de efectos digitales (acompañada de un innecesario uso del formato 3D), de este costoso intento de reivindicarse con los temas históricos de Ridley Scott, logra superar la medianía que permea esta especie de subgénero que es la representación de temas bíblicos.

Dado que el relato es ampliamente conocido, sabemos que lo que al final importa es la forma en cómo lo cuenten, en ese sentido, Exodus: Dioses y reyes es una película de enormes proporciones que arriesga poco y nada, sin profundizar al menos en los paralelismos que encontramos en la actualidad en esa zona del planeta. Ni siquiera la escena más importante del filme, cuando se abren las aguas del Mar Rojo para dejar pasar a Moisés con su pueblo, resulta la mitad de memorable que la versión de DeMille filmada en modesto Technicolor hace casi sesenta años.

 

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