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Cartelera Retrospectiva / Mucho ruido y pocas nueces

La película, presentada en un formato de blanco y negro, fue filmada en apenas doce días en la mansión californiana del propio director Joss Whedon
La película, presentada en un formato de blanco y negro, fue filmada en apenas doce días en la mansión californiana del propio director Joss Whedon

La película es un acercamiento fresco y elegante a la obra original de Shakespeare, es una pequeña maravilla. Aunque esto no fue suficiente para los grupos de adolescentes que decidieron abandonar la sala después de apenas quince minutos de película

Morelia, Mich., 28 de septiembre de 2013.- Era imposible no arquear las cejas cuando escuchamos la noticia de que Joss Whedon adaptaría para la pantalla grande una obra de William Shakespeare. Y es que el neoyorquino es conocido sobre todo por su trabajo en televisión en series del tipo Buffy, la cazavampiros, mientras que en cine se le acusa de ser el responsable de ese armatoste llamado Los Vengadores (The Avengers, 2012).

Estos antecedentes obligaban a ser cautelosos a la hora de ver Mucho ruido y pocas nueces (Much ado about nothing, 2012), tercer largometraje en la cuenta personal del director, que llegó a nuestro país con un reducido número de copias (solo Cinépolis la estrenó).

El propio Joss Whedon se encargó de hacer la adaptación casi literal de la obra Mucho ruido y pocas nueces (en ocasiones también se traduce como Mucho ruido para nada), una de las más divertidas comedias del dramaturgo inglés William Shakespeare, material que se publicó por primera vez en el año 1600. La historia nos presenta a Leonato, gobernador de Mesina, quien es tío y padre de dos encantadoras chicas, Beatrice y Hero. Un día reciben la visita del distinguido militar Don Pedro y dos de sus oficiales: Benedick y Claudio, quienes regresan victoriosos de una campaña emprendida contra Don John, el hermano incómodo del líder castrense. Los engaños y malentendidos provocados por el villano, intentarán hasta lo imposible por evitar que el amor llegue a las vidas de cada uno de los implicados.

La película, presentada en un formato de blanco y negro, fue filmada en apenas doce días en la mansión californiana del propio director, justo al mismo tiempo que rodaba la ya mencionada megaproducción con los superhéroes de Marvel (de hecho, el actor Clark Gregg actúa en las dos). Whedon hace un interesante trabajo con una cámara muy cercana a los actores y efectuando movimientos certeros para agrandar el reducido espacio físico utilizado para el rodaje. A pesar del gran número de actores que intervienen, es una buena lección sobre cómo se pueden optimizar las locaciones en una película coral sin derrochar grandes cantidades de dinero.

El elenco, que tal vez resultará desconocido para el gran público, está conformado con varios actores de reparto, todos ellos amigos del director. Es imposible no destacar la gracia y la riqueza gestual de Amy Acker como la reticente Beatrice, así como la rústica comicidad de Alexis Denisof que hace el papel del valiente y testarudo Benedick.

La cinta se suma a muchas otras producciones que retoman los diálogos originales de los textos de Shakespeare, que van desde las adaptaciones carcelarias de la italiana César debe morir (Cesare deve morir, 2012), las actualizaciones militares como Coriolanus (2011), hasta los coloridos filmes adolescentes tipo Romeo+Julieta (Romeo+Juliet, 1996). Incluso el británico Kenneth Branagh, un director asiduo a los trabajos del bardo inglés y amigo personal de Whedon, ya había hecho su propia versión de Mucho ruido y pocas nueces en 1993.

Esta obra deja al descubierto el talento de Whedon para hacer una de las pocas adaptaciones verdaderamente divertidas de una comedia de Shakespeare. Mucho ruido y pocas nueces es un acercamiento fresco y elegante a la obra original, es una pequeña maravilla. Aunque esto no fue suficiente para los grupos de adolescentes que decidieron abandonar la sala después de apenas quince minutos de película. Ni hablar, ellos se lo pierden.

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