Entretenimiento

Cartelera Retrospectiva: Tres rostros

Jafari y la adolescente son las primeras dos caras del título. La tercera es una misteriosa actriz de televisión que habita en un lugar alejado del pueblo. Ahora vieja y olvidada, permanece marginada desde la caída del régimen del sha en 1979. Estos son tres rostros de tres generaciones distintas.

Morelia, Michoacán, 30 de junio de 2019.- Tras la muerte de Abbas Kiarostami en 2016, Jafar Panahi se convirtió en el referente inmediato del cine iraní. Panahi ya había estado en la mira de los grupos radicales de su país tras el rodaje de El círculo (Dayereh, 2000), así como de Fuera de juego (Offside, 2006), filmes en los que reivindica los derechos de las mujeres en una sociedad abiertamente sexista. 

La gota que derramó el vaso fue la asistencia del cineasta al entierro de la joven Neda Agha-Soltan, quien fue asesinada durante las protestas electorales del año 2009, tras la cuales, a pesar de las múltiples acusaciones de fraude, se afianzaron en el poder los grupos conservadores. Panahi fue detenido un par de ocasiones, pero gracias a la presión ejercida por activistas locales y organizaciones internacionales, se logró su liberación condicionada.  

A Panahi se le ha imputado la vaga acusación de “actuar contra la seguridad nacional”.  La sentencia incluye una inhabilitación de veinte años para realizar cualquier actividad relacionada con el cine, conceder entrevistas o viajar al extranjero. Este es el contexto en el que el cineasta iraní ha desarrollado su actividad en los últimos años. Ya que a pesar de las restricciones, Panahi ha realizado cuatro largometrajes desde el inicio de la sentencia. 

El primero de ellos fue un documental rodado enteramente en el interior de su casa, Esto no es una película (In film nist, 2011), el cual desde el título nos habla de la forma en que ha estado bordeando la censura. Le siguieron Pardé (2013), también rodada en interiores y Taxi Teherán (Taxi, 2015), en donde el propio director recorre la capital iraní a bordo de un auto de alquiler. 

Su más reciente trabajo es Tres rostros (Se rokh, 2018), el cual retoma algunas de las características formales de sus trabajos anteriores: el uso de pequeñas cámaras digitales o teléfonos celulares, así como la evidente economía de recursos propia de alguien que es acosado por las autoridades. 

En esta ocasión, Panahi abandona la populosa capital iraní para dirigirse a un pequeño pueblo al norte de su país. El motivo, una adolescente aspirante a estudiante teatral difunde un video en donde pide ayuda a Behnaz Jafari (una reconocida actriz de su país), para poder seguir sus sueños. Acuciada por el remordimiento, ya que la chica amenaza con suicidarse, la mujer recurre al propio Panahi para dirigirse al lugar. A pesar de sus esfuerzos, ambos se darán cuenta de que el tradicionalismo y la ignorancia son obstáculos muy difíciles de vencer. 

Se habla mucho de la influencia de Kiarostami en la obra de Panahi. En este caso, es mucho más evidente. Las largas tomas en caminos rurales y calles polvorientas, incluso una toma casi idéntica bajo el portal de una morada como la de ¿Dónde está la casa de mi amigo? (Khane-ye doust kodjast?, 1987). Además hay que resaltar tono realista que ambos directores imprimieron sus obras, aunque Panahi tal vez más por necesidad que Kiarostami en sus últimas obras.  

Pero es claro que Panahi ya ha encontrado su propio camino. En este caso se debe destacar la forma en como mezcla la realidad con la ficción. Panahi y Jafari, al igual que el resto de los personajes que aparecen a cuadro, interpretan solo una versión de sí mismos. Cuando Jafari sugiere que todo el asunto podría ser una treta del propio director, quien había estado trabajando un proyecto similar, nos da una idea del grado de integración de lo que está en el guión y de lo que es real. Esta ambigüedad mantiene casi intacto el misterio de la adolescente que quiere escapar del futuro que le espera en su pueblo y a quien por este simple hecho se le señala y se le insulta.

Jafari y la adolescente son las primeras dos caras del título. La tercera es una misteriosa actriz de televisión que habita en un lugar alejado del pueblo. Ahora vieja y olvidada, permanece marginada desde la caída del régimen del sha en 1979. Estos son tres rostros de tres generaciones distintas. Ellas simbolizan una inequidad de género que parece inmutable, no solo en Irán, sino en todos aquellos lugares en donde a diario se acosa y discrimina por cuestiones de género. 

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba