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“Un monstruo viene a verme”, de Juan Antonio Bayona, se presentó en el FICM

Entre lo mejor de la cinta debemos mencionar un gran trabajo de fotografía, además de los efectos visuales que son verdaderamente espectaculares. Pero cuando nos vamos a la parte argumental encontramos algunos problemas.
Entre lo mejor de la cinta debemos mencionar un gran trabajo de fotografía, además de los efectos visuales que son verdaderamente espectaculares. Pero cuando nos vamos a la parte argumental encontramos algunos problemas.

La cinta gira alrededor de Conor, un niño británico que sufre por la grave enfermedad que aqueja a su madre y es molestado en su escuela por un grupo de chicos. Pero cada noche, siete minutos después de la medianoche se le aparece un monstruo que surge de un enorme, que empezará a guiarlo a través de los retos que le impone la vida.

Morelia, Michoacán, 28 de octubre de 2016.- Una de las cintas que prometía en la sección de estrenos del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), era el melodrama fantástico Un monstruo viene a verme (A monster calls, 2016), tercer largometraje que dirige el catalán Juan Antonio Bayona, quien es conocido por la producción española El orfanato (2007) y el drama de catástrofe Lo imposible (2012). La cinta se presentó en el Festival de Cine de San Sebastián y se estrenará en México a principios de noviembre.

La película está basada en la novela homónima del escritor británico-estadounidense Patrick Ness, publicada originalmente en 2011 y que está inspirada en una idea original de Siobhan Dowd (en español está editado por Nube de Tinta). Cabe hacer mención que el propio Patrick Ness escribió el guión para el filme. La cinta de Bayona gira alrededor de Conor, un niño británico que sufre por la grave enfermedad que aqueja a su madre y es molestado en su escuela por un grupo de chicos. Pero cada noche, siete minutos después de la medianoche se le aparece un monstruo que surge de un enorme árbol (un tejo para ser exactos, cuyas amplias variedades incluyen al ahuehuete, al ciprés y al sabino), que empezará a guiarlo a través de los retos que le impone la vida.

El director catalán asegura que desde que leyó la obra de Ness pensó en la seriedad con que se toma el autor las preocupaciones de los niños. Le atrajo de inmediato la manera en como el escritor retrata la vida de un pequeño que pasa por un momento muy difícil en su vida y que no sabe cómo canalizar toda la ira y la frustración que eso le provoca.

Con esta película Bayona cierra una trilogía que inició en 2007 con El orfanato, aunque no parece evidente, es posible encontrar elementos comunes en todas ellas, por ejemplo, la participación con pequeños personajes de la actriz Geraldine Chaplin. También podemos notar como elemento común la profunda relación que establecen las madres con sus hijos, además del uso de la fantasía como elemento encubridor de una triste realidad.

Para lograr una mayor proyección de su película además de que la historia así lo requería, el cineasta recurre a un elenco conformado por actores de habla inglesa reconocidos por el gran público: Sigourney Weaver y Liam Neeson, garantizan taquilla internacional. Y aunque en menor medida, Felicity Jones es una cara conocida gracias a su nominación al Oscar por su actuación en La teoría del todo (The theroy of everything, 2014).

Entre lo mejor de la cinta debemos mencionar un gran trabajo de fotografía, además de los efectos visuales que son verdaderamente espectaculares. Pero cuando nos vamos a la parte argumental encontramos algunos problemas. A pesar de que la película arranca de una manera interesante: la misteriosa aparición del monstruo y la narración de tres historias (unas más interesantes que otras), nos plantea una intriga que promete pero que no cumple y se diluye conforme avanza el metraje.

Ya hemos visto antes este tipo de historia sobre la aceptación y el crecimiento (físico y emocional), contado desde una perspectiva fantástica, ahí en donde El laberinto del fauno (2006) brilla por su profunda carga simbólica y emocional, la obra de Bayona palidece y se desinfla ante la posibilidad de ofrecer un clímax y una resolución verdaderamente convincentes.

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