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Papa Francisco bendice el palio de los arzobispos nombrados este año

El palio será impuesto a cada Arzobispo, en representación del Pontífice, por el correspondiente Nuncio Apostólico en la respectiva sede metropolitana; en el caso de Mons. Garfias, el Sr. Nuncio D. Franco Coppola se lo impondrá el lunes 24 de julio, en la Catedral de Morelia
El palio será impuesto a cada Arzobispo, en representación del Pontífice, por el correspondiente Nuncio Apostólico en la respectiva sede metropolitana; en el caso de Mons. Garfias, el Sr. Nuncio D. Franco Coppola se lo impondrá el lunes 24 de julio, en la Catedral de Morelia

En la Plaza de San Pedro, como es tradición de cada año, el Papa Francisco bendijo los palios destinados a los Arzobispos Metropolitanos nombrados de junio de 2016 a la fecha, entre ellos el Sr. Arzobispo de Morelia, D. Carlos Garfias Merlos, presente en la ceremonia

Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2017.- En la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, hoy a las 9:30 a.m., hora de Roma, en la Plaza de San Pedro, como es tradición de cada año, el Papa Francisco bendijo los palios destinados a los Arzobispos Metropolitanos nombrados de junio de 2016 a la fecha, entre ellos el Sr. Arzobispo de Morelia, D. Carlos Garfias Merlos, presente en la ceremonia. El palio será impuesto a cada Arzobispo, en representación del Pontífice, por el correspondiente Nuncio Apostólico en la respectiva sede metropolitana; en el caso de Mons. Garfias, el Sr. Nuncio D. Franco Coppola se lo impondrá el lunes 24 de julio, en la Catedral de Morelia.

Luego del rito de bendición de los palios, el Papa presidió la Misa junto con los cinco nuevos Cardenales que creó el día de ayer, otros purpurados, los Arzobispos Metropolitanos y otros Obispos y sacerdotes.

Como ya es costumbre en la ocasión de esta fiesta de los Apóstoles, estuvo presente un delegado del Patriarca Ortodoxo de Constantinopla Su Beatitud Bartolomé.

Luego de la lectura del Evangelio, el Santo Padre predicó la homilía, en la cual se centró en “tres palabras fundamentales para la vida del apóstol: confesión, persecución, oración”.

Acerca de la confesión, señaló que “de poco sirve conocer los artículos de la fe si no se confiesa a Jesús como Señor de la propia vida… Preguntémonos si somos cristianos de salón, de esos que comentan cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón. Quien confiesa a Jesús sabe que no ha de dar sólo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a «arder» por amor”.

Sobre la persecución, dijo que “No fueron sólo Pedro y Pablo los que derramaron su sangre por Cristo, sino que desde los comienzos toda la comunidad fue perseguida, como nos lo ha recordado el libro de los Hechos de los Apóstoles (cf. 12,1). Incluso hoy en día, en varias partes del mundo, a veces en un clima de silencio —un silencio con frecuencia cómplice—, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados, víctimas de una violencia incluso mortal, a menudo sin que los que podrían hacer que se respetaran sus sacrosantos derechos hagan nada para impedirlo… Sin la cruz no hay Cristo, pero sin la cruz no puede haber tampoco un cristiano. En efecto, «es propio de la virtud cristiana no sólo hacer el bien, sino también saber soportar los males» (San Agustín, Disc. 46.13), como Jesús. Soportar el mal no es sólo tener paciencia y continuar con resignación; soportar es imitar a Jesús: es cargar el peso, cargarlo sobre los hombros por Él y por los demás”.

Finalmente, de la oración dijo que “es el agua indispensable que alimenta la esperanza y hace crecer la confianza. La oración nos hace sentir amados y nos permite amar. Nos hace ir adelante en los momentos más oscuros, porque enciende la luz de Dios. En la Iglesia, la oración es la que nos sostiene a todos y nos ayuda a superar las pruebas… El Señor interviene cuando oramos, Él, que es fiel al amor que le hemos confesado y que nunca nos abandona en las pruebas, Él estará también cerca de vosotros, queridos hermanos Arzobispos que, recibiendo el palio, seréis confirmados en vuestro vivir para el rebaño, imitando al Buen Pastor, que os sostiene llevándoos sobre sus hombros. El mismo Señor, que desea ardientemente ver a todo su rebaño reunido, bendiga y custodie también a la Delegación del Patriarcado Ecuménico, y al querido hermano Bartolomé, que la ha enviado como señal de comunión apostólica”.

Al final de la Misa, el Delegado del Patriarca y los Arzobispos Metropolitanos, entre ellos el Sr. Arzobispo de Morelia D. Carlos Garfias Merlos, tuvieron oportunidad de saludar brevemente en persona a Su Santidad Francisco.

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