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Se suma Arquidiócesis de Morelia al Día Mundial de Lucha contra el Cáncer

“Los invito para que adquiramos estilos de vida saludable, dieta, ejercicio y cuidado médico, que tengamos una cultura de detección precoz, que tengamos una buena calidad de vida”, expresó Carlos Garfias
“Los invito para que adquiramos estilos de vida saludable, dieta, ejercicio y cuidado médico, que tengamos una cultura de detección precoz, que tengamos una buena calidad de vida”, expresó Carlos Garfias

Se pretende aumentar la toma de conciencia sobre el cáncer entre la población en general y hacer que los gobiernos y la ciudadanía adopten medidas contra esta enfermedad, afirmó el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias

Morelia, Michoacán, 03 de febrero de 2019.- La Arquidiócesis de Morelia se sumó al Día Internacional de Lucha contra el Cáncer, que se realiza este 4 de marzo.

Se pretende aumentar la toma de conciencia sobre el cáncer entre la población en general y hacer que los gobiernos y la ciudadanía adopten medidas contra esta enfermedad, afirmó en rueda de prensa el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos.

Este 2019 se celebra bajo el lema “Yo soy y pienso” Se trata de una llamada a la acción que pide un compromiso personal y representa el poder de las acciones individuales tomadas ahora para impactar en el futuro. El objetivo de la jornada es reducir el número de muertes evitables cada año.

“Los invito para que adquiramos estilos de vida saludable, dieta, ejercicio y cuidado médico, que tengamos una cultura de detección precoz, que tengamos una buena calidad de vida”, expresó Carlos Garfias.

El prelado señaló que la epidemia mundial de cáncer es de enormes dimensiones, y se prevé que vaya en aumento. “Actualmente, 8.8 millones de personas en el mundo mueren de cáncer, por tal motivo, hay que tomar acciones urgentes para aumentar la toma de conciencia de la enfermedad”, abundó.

Garfias Merlos explicó que la Iglesia por misión sirve de muchas maneras a los enfermos y cuida de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor: “La Pastoral de la Salud sigue siendo, y siempre será, una misión necesaria y esencial que hay que vivir con renovado ímpetu tanto en las comunidades parroquiales como en los centros de atención más específicos”, comentó.

“No podemos olvidar la ternura y la perseverancia con las que muchas familias acompañan a sus hijos, padres y familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves. La atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario de amor por la persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento adecuado y con unas políticas apropiadas”.

Por lo tanto -abundó el arzobispo-, médicos y enfermeros, sacerdotes, consagrados y voluntarios, familiares y todos aquellos que se comprometen en el cuidado de los enfermos, en especial con los que padecen cáncer, participan en esta misión eclesial. Se trata de una responsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario de cada uno.

En otro tema, Carlos Garfias recordó que cada año, con motivo de la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo -2 de febrero- se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

Este año, la Jornada tiene como lema: “Padre nuestro. La vida consagrada, presencia del amor de Dios” y tiene como objetivo dar gracias a Dios por el don de la vida, y más concretamente de la vida consagrada en el seno de la Iglesia y para el servicio de todos y con la que se anima a toda la Iglesia a que agradezca a Dios este magnífico don, que hace presente la ofrenda y la entrega de Cristo y por eso presenta a todos los fieles la grandeza de esta vocación, que tanto enriquece a la Iglesia con sus abundantes carismas”.

Garfias Merlos expresó que “la vida consagrada reviste múltiples formas de consagración: desde las vírgenes consagradas, que ya están presentes en las primeras comunidades cristianas y tienen hoy su papel, hasta las monjas contemplativas que hacen de su vida una ofrenda en el claustro, manteniendo viva y encendida la lámpara de la fe y del amor en medio de nuestro mundo de hoy”.

“Cada consagrado, con su vida y testimonio, nos anuncia que Dios es Padre, es un Dios que ama con entrañas de misericordia. Configurado con el Hijo, el consagrado vive, unido a Cristo, su relación filial con Dios Padre, a quien no duda de llamar confiadamente todos los días: Abba El consagrado vive, en la tierra, su relación fraternal con el Hijo y, junto con Él, mira al cielo, pues sabe que tiene un Padre que le espera con anhelo para unir su vida divina con la suya, humana, en un abrazo eterno”, señaló.

“Empapado por el amor divino que recibe del Padre y también de su místico Esposo, el consagrado desea que su experiencia de amor pueda ser compartida por todos. De este modo, es transformado en puente entre el hombre y Dios para que el amor reine también en este mundo. Hoy existe la necesidad de que estos corazones que anteponen el amor de Cristo a cualquier otro interés crezca en número, recemos por las vocaciones a la vida consagrada”, concluyó el arzobispo de Morelia.

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