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Intolerancia y agresión (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Evidentemente, la causa primaria de la violencia y la intolerancia tiene nombre y apellido: Andrés Manuel López Obrador. Un señor que desde hace 4 años viene incitando a los mexicanos a enfrentarse unos contra otros

Morelia, Michoacán, 24 de enero de 2024.- Normalmente un artículo de índole noticiosa tiene una vigencia corta, las noticias en esta época de comunicación instantánea tienen una vida efímera y van desapareciendo para dar lugar a nuevos hechos, datos, escándalos, tragedias etcétera. El asunto cambia un poco en el caso de los llamados artículos de opinión; estos son textos que tienen la intención de despertar el interés de la opinión pública al tratar temas más relevantes o persistentes y pueden tener una vigencia más prolongada. Raro , pero existen, textos con una vigencia indefinida, al tratarse en ellos problemas de interés casi perenne, como vienen siendo los que abordan conductas y características de una sociedad.

Leyendo y repasando noticias y datos recientes me vino a la mente un viejo artículo de mi autoría, noviembre del año 2007, viva en la memoria la derrota de López Obrador candidato de un grupo de partidos (PRD, PT y Convergencia) frente a Felipe Calderón postulado por el Partido Acción Nacional, derrota que se dio por el ajustado margen de 0.56%. Resultado ampliamente revisado, analizado, diseccionado, verificado hasta confirmarse sin duda alguna el triunfo del candidato del PAN.

Obviamente para el candidato perdedor, López Obrador no existía dato ni argumento alguno capaz de hacerle entender que perdió la elección, por un muy estrecho margen, pero la perdió. Sus fieles seguidores, sin voluntad ni pensamiento propios, lo apoyaron en la disparatada aventura de desconocer su derrota y descarrilar, al costo que fuera, una transición democrática . En esta desatinada andanza el candidato derrotado y su grupo idearon y realizaron una serie de atropellos a la voluntad ciudadana. Dentro de estos vergonzosos episodios se dio el que a continuación rescato, con datos y nombres de personajes aún vigentes y que en su momento se embarcaron en un verdadero asalto al poder digno de ser avalado por un firme militante del NSDAP.

Noviembre de 2007 , gritando y atropellando lo que tuvieran enfrente, más de cien enardecidos fanáticos de López Obrador, ingresaron a la Catedral Metropolitana al inicio de la misa dominical de las 12 del día. ¿El motivo?, algo muy grave; el tañido de las campanas llamando a misa contaminaba el discurso de la monotemática Rosario Ibarra.

Las imágenes son ampliamente conocidas. Pero no vamos a insistir en los detalles de la agresión, importa más precisar el origen de todo, el «huevo de la serpiente», los nombres y apellidos de los verdaderos culpables.

Estos personajes , con el cuento de que fueron despojados de un triunfo electoral el dos de julio, se han propuesto causar la mayor cantidad posible de daño a la sociedad mexicana.

Azuzar a los seguidores de AMLO que se encontraban en el Zócalo ese domingo era relativamente sencillo. No se necesita ser un experto en psicología de las masas para saber que con una multitud con esas características, cargada de profundos resentimientos y sometida a una constante desinformación por la prensa facciosa al servicio de AMLO era material humano fácilmente manipulable.

Analizado a posteriori es evidente la cobardía de los capitostes perredistas después de la agresión. Nadie es culpable. Dice Rosario Ibarra que ella no incitó a la violencia. Oficialmente el Partido de la Revolución Democrática afirma que ellos no tienen nada que ver con la violencia. Dice Marcelo Ebrard que él no permitió la violencia y no tiene mejor ocurrencia que decir que el clero no tiene autoridad para cerrar la catedral. Dice Fernández Noroña que sobredimensionaron el episodio, que no hubo violencia. Dice Guadalupe Acosta Naranjo que fueron personas ajenas al PRD quienes incitaron a la violencia. Dice Jesús Ortega que ni su partido ni el Frente Amplio Progresista avalaron la violencia. Total, nadie es responsable.

Claro, clarísimo, ellos estaban en paz, ellos sólo respondieron a una «provocación» ¿qué ocurrencia esa de tocar las campanas de Catedral justo cuando hablaba Rosario Ibarra? . Fue su culpa, por haberlos hecho enojar.

Pero llamemos a las cosas por su nombre, evidentemente, la causa primaria de la violencia y la intolerancia tiene nombre y apellido: Andrés Manuel López Obrador. Un señor que desde hace cuatro años viene incitando a los mexicanos a enfrentarse unos contra otros. Ese individuo que con su versión del «compló», que ahora incluye a una «mafia», descalifica e insulta a quienes no comulgan con su mentira. Ese personaje que agrede a la sociedad permanentemente con marchas, plantones, descalificaciones, acusaciones e insultos. Ese «político» que ordena a sus vasallos legisladores que tomen la tribuna si las cosas no son como él ordena. Ese promotor del bonapartismo que maneja a los camisas negras incrustados en la CNTE. Ese aspirante a caudillo, que por medio de sus columnistas y moneros del «Periódico objetivo» y los infaltables «tontos útiles» incrustados en varios periódicos, se dedica a insultar a todos aquellos que, en su delirio, considera que le «robaron» el triunfo.

Pero no es el único, la violencia también tiene otros nombres: Marcelo Ebrard, Leonel Cota, Guadalupe Acosta, Ricardo Monreal, Manuel Camacho y un largo etcétera, todos culpables por solapar, editorializar y justificar la violencia e intolerancia que López Obrador ha generado, no desde el 2 de julio, sino desde hace ya varios años.”

Fin de la transcripción. Concluyo, entendamos, aceptémoslo, el Sr. López y su grupo no ha cambiado… y no va a cambiar.

Alejandro Vázquez Cárdenas

La paradoja del mal; Epicuro (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

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