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La medicina como negocio (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

Si bien a la mayoría de los médicos no se les da fácilmente el espíritu de comerciante, existe un buen número de ellos que logran desarrollar, en tiempo récord, un verdadero espíritu ya no de comerciante, sino de un auténtico fenicio

Morelia, Michoacán, 11 de octubre de 2022.- El encabezado, que suena como un oximorón, tiene una razón de ser. Van primero algunos datos. La carrera de medicina es una de las más largas, ya que se requieren 5 años en una Facultad, más un año completo de Internado en un Hospital y luego otro año completo de «Servicio Social», generalmente en alguna localidad pequeña y más o menos remota. En total son 7 años. Y si se desea hacer una especialidad hay que presentar un examen nacional, bastante riguroso, con un alto número de rechazados, y posteriormente durar 4 ó 5 años en un Centro Médico con jornadas extenuantes. Si le sobra tiempo y edad puede realizar una subespecialidad, con lo cual se agregan 2 ó 3 años más a la carrera.

Después de todo ese tiempo el médico especialista sale no muy joven, rondará los 30 años o más y apenas iniciará su labor profesional, quizá dentro de un sistema hospitalario o bien intentará abrirse paso en el competido nivel particular. Los sistemas de salud del Estado, IMSS, ISSSTE, SSA permiten sobrevivir con magros sueldos para alguien que tiene ese nivel académico; pero cuando menos no fallece de hambre y con algo de suerte puede ahorrar para un vehículo compacto y conseguir un crédito para una vivienda apenas superior a las de interés social.

En el medio particular la cosa es diferente, si bien a la mayoría de los médicos no se les da fácilmente el espíritu de comerciante, existe un buen número de ellos que logran desarrollar, en tiempo récord, un verdadero espíritu ya no de comerciante, sino de un auténtico fenicio.

Lamentablemente para llegar a estos niveles se tiene que abandonar en el camino una buena parte, si no es que todo rastro de honestidad y hacerse a la idea de ver al paciente no como un enfermo, sino como un «cliente». Esto es grave, tan grave que en algunos casos el médico es capaz de orillar al paciente o a sus familiares a una situación económica desesperada, pero a ellos, a esas alturas, ya no les importa.

Se que no faltará algún «profesional de la salud» que intente justificar este atraco, alegando cosas como el tiempo y el esfuerzo que tardó en prepararse, o su hipotética o real competencia, argumentos discutibles en el mejor de los casos; pero donde no hay justificación ni excusa es cuando el médico por razones exclusivamente monetarias, pide estudios o procedimientos no necesarios por la única razón de recibir dinero, vía comisión, por parte del laboratorio. Pero el verdadero colmo de estos comerciantes es cuando intervienen quirúrgicamente a un paciente a sabiendas de que la cirugía o el procedimiento que realizan es innecesario.

Ejemplos de lo anterior los podemos encontrar en casi todos lados; en los servicios de Terapia Intensiva de algunos Hospitales, donde atienden pacientes terminales, esos que van a morir hágase lo que se haga y solo logran prolongar la agonía a un costo altísimo, los internamientos para poner «sueros vitaminados» y cuando veladamente se amenaza al paciente con todos los males del mundo si no se realiza X cirugía en un corto plazo, casi de urgencia.

¿Qué hacer si por mala suerte nos topamos con uno de estos médicos-comerciantes? Si lo detectamos a la primera consulta debemos pedir la cuenta y despedirnos alejándonos de su consultorio como alma que lleva el diablo; pero si ya estamos embarcados debemos invocar nuestro derecho a tomar una segunda opinión y ya informados tomar una decisión; ningún médico serio se puede oponer a eso. Si lamentablemente ya hemos caído en las manos de uno de estos comerciantes del dolor existen (hipotéticamente) instancias tales como la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, la CONAMED, que en teoría, pudiera lograr un arreglo entre el médico y el paciente. Si no es así (es lo más seguro), por favor no lo dude, contrátese un abogado y demande al médico.

Lo mejor es prevenir, pedir cuántas referencias sea posible, y en todo momento recordar que tenemos el derecho de pedir una segunda o tercera opinión. La salud es irreemplazable y no se debe jugar con ella.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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