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Proyecto Secreto: ¡El Código de Ética en ruinas!

Nombremos las cosas por su nombre, estamos viviendo en la anti civilización de la falsedad y gestionando la República de la mentira

Morelia, Michoacán, 23 de mayo de 2023.- Vista panorámica

Los valores humanos, espirituales, el sistema de ética se derrumba en todo el mundo, hay polvareda de ruinas.

Son los valores grabados por el Creador en las entrañas mismas del ser humano, en su alma y que son estructura del espíritu lo que da una estatura de adulto y norma la conducta humana y la convivencia social.

El orden social, la armonía, una convivencia de altura y agradable son el producto de la puesta en práctica del código de ética que orienta las actividades de los individuos y las relaciones entre ellos.

Son los valores conocidos y aceptados teóricamente por todos los miembros de la sociedad, de las naciones, del planeta, son valores cardinales, que sustentan la sociedad humana como un edificio: son los cimientos y las trabes que dan solidez inconmovible al edificio social y permiten el movimiento libre, ordenado, sabio de todos los miembros de una sociedad.

Hay valores cardinales de la convivencia humana en todo el planeta, son los valores universales, inviolables, que no admiten excepción ni prescriben.

Los poderosos y la gente del común creen en estos valores universales, los aceptan en teoría, en sus discursos y en sus poses. Tristemente en la práctica hacen otra cosa, creyendo en incoherencia y en contradicción.

Una columna fundamental de la sociedad culta y ordenada es la verdad. El más grande conductor de los pueblos afirmó: la verdad los hará libres.

Los poderosos se dan aires de personas muy dignas y sabias y en la narrativa se ostentan individuos de la verdad, tienen como bandera la honestidad valiente, son militantes respetuosos de la verdad. En los hechos, tiran la verdad y la desechan y ponen su lugar sus conveniencias y sus caprichos. A una expropiación le llaman ocupación para encubrir el crimen..

La verdad ya no es Dios para ellos ni un valor supremo que todos deben acatar, crean su propia verdad que tiene como sustento un individuo que miente, tergiversa, que afirma mentiras bajo forma de verdad, falacias.

La verdad es una e inmutable y los poderosos cambian tan sencillamente sus principios, como la presencia del ejército en las calles, se olvidan de sus compromisos.

Ellos pretenden crear el bien y el mal y hacer de los criminales personas de bien, de inercia admiración, como quien proclama un gran gobernador a una persona que no da resultados y moviliza grupos de porros contra sus adversarios que se muestran autónomos y defienden la verdad de los acontecimientos. 

La luz de Dios 

No se trata de valores que se cotizan en la bolsa, de valores, pecuniarios, se trata de valores espirituales, inherentes a la naturaleza humana, del homo sapiens, dotado de inteligencia y libertad que se norman por los valores éticos y espirituales, trascendentes.

Son los que dan a la persona humana su dignidad, superior a todas las demás criaturas, son los que nos distinguen de los brutos y de la vida vegetal, los que orientan nuestra vida y actividades.

Las personas apoyadas en este sistema de valores construyen la civilización, el orden social, la vida ordenada en el estado de derecho, en la armonía y la paz. Es lo que hace la grandeza de los imperios y de los pueblos. La historia de la humanidad ha sido un gran movimiento de civilización, de la barbarie a las manifestaciones más altas de la convivencia y de la cultura. Pienso en la Grecia clásica y en la civilización de los olmecas.

Una frase bella de un gran hombre, de un pensamiento grandioso y sólido cuyo nombre pensé que lo había citado en mi tesis, pero no fue así ni está en mis fichas bibliográficas. La frase reza así: “la desaparición de las grandes civilizaciones ha estado presidida por la desaparición de los valores absolutos”. Son muchos.

Se me viene a la mente inmediatamente el caso del imperio romano, la delegación de las costumbres, la munición, la sociedad de bacanales y el libertinaje.

Es el funcionamiento natural del ser humano, inteligente y libre y que norman su acción en relación con el ser humano, Dios y todas las criaturas del universo. Es el movimiento natural del ser humano que tiende a su realización plena que le fue fijada por la suprema inteligencia del creador. Así, conviviendo en paz con sus semejantes, se organiza en sociedad y crea un pueblo, una nación, una civilización.

Somos una civilización de altísimos valores, de los que tomaron conciencia las personas primitivas, que se fueron practicando y cultivando hasta formar una civilización muy rica, de valores morales y religiosos muy altos. La civilización mesoamericana hemos ido descubriendo, cultivando valores muy altos que han llevado al gran florecimiento de los pueblos, como las altísimas culturas maya, tolteca, la Purépecha que alcanza su apogeo en tiempos del emperador Zuangua, con  una gran pureza de vida, en el que, entre otras cosas, no hay embriaguez, contrariamente a la imagen que se tiene de un pueblo de borrachos.

Sin la verdad la convivencia humana pierde transparencia, solidez y orden. El mundo no se asienta sobre los valores universales sino en la retórica y el capricho, la veleidad y la visión miope o interesada de los que están en el poder. En lugar de un terreno de granito, compacto se asienta la convivencia social sobre lo oscuro, maloliente, aguado.

Nombremos las cosas por su nombre, estamos viviendo en la anti civilización de la falsedad y gestionando la República de la mentira.

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