Editoriales

Colosio / Teodoro Barajas Rodríguez

El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas
El autor es maestro en Gobierno y Asuntos Públicos, así como candidato a Doctor en Ciencias Políticas

El 23 de marzo de 1994 fue abatido a tiros Luis Donaldo Colosio Murrieta, fue el año en que los demonios se soltaban para darle un toque al estilo de las novelas de William Shakespeare a la realidad mexicana que en ese lapso reportaba tragedias, asesinatos, una irrupción armada en el sureste, la turbulencia previa a los comicios federales

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Morelia, Michoacán, 20 de marzo de 2015.- El 23 de marzo de 1994 fue abatido a tiros Luis Donaldo Colosio Murrieta, fue el año en que los demonios se soltaban para darle un toque al estilo de las novelas de William Shakespeare a la realidad mexicana que en ese lapso reportaba tragedias, asesinatos, una irrupción armada en el sureste, la turbulencia previa a los comicios federales.

Nadie sabe, nadie supo. La muerte perpetrada por oscuros intereses, ejecutada por Mario Aburto fue un vuelco para retornar por el sendero de la barbarie. Una inmensa mayoría no cree en la verdad jurídica que apunta al asesino solitario, algo se descompuso en ese tiempo que comenzaba los primeros minutos del primero de enero con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y, paralelamente, el levantamiento en Chiapas del EZLN que en unos días ya navegaba en la internet para globalizar efectos propagandísticos.

Luis Donaldo Colosio apenas había relanzado su campaña por la presidencia de la república el 6 de marzo con un discurso atípico para ser del Partido Revolucionario Institucional, dijo ver un México con hambre y sed de justicia, un país harto del burocratismo como de la arrogancia gubernamental, dijo no querer votos al margen de la ley. Algunos interpretaron las palabras del abanderado tricolor como un enfrentamiento con el entonces mandatario Carlos Salinas de Gortari, aunque había sido el propio presidente quien lo había designado para cumplimentar el ritual sexenal.

Durante la campaña del nacido en Magdalena de Kino, la sombra de Manuel Camacho Solís no le dejaba, éste ganaba protagonismo en el desempeño de su papel como comisionado para la paz y reconciliación en Chiapas, Colosio Murrieta mantenía una campaña sin despegue.

El 23 de marzo de 1994 el candidato del PRI acudió a Lomas Taurinas, populosa colonia de Tijuana, al concluir el mitin de campaña fue asesinado por Mario Aburto, aunque se presume que fueron dos quienes le balearon, algunos de los investigadores del crimen murieron de trágica forma, los mataron, todo se enrareció.

Nunca se sabrá si Colosio Murrieta habría sido un buen mandatario, esa hipótesis resultó incompleta, lo cierto es que los lamentables sucesos que llegaban con esa primavera de 1994 parecían llevar a México a una escalada cruenta como lo confirmaría el asesinato posterior de su compañero de partido José Francisco Ruiz Massieu.

Hace 21 años del crimen contra Luis Donaldo Colosio, aunque el homicida está tras las rejas una inmensa mayoría no creyó en la verdad legal, los motivos para la incredulidad son múltiples como justificables. La impunidad tiene su propia narrativa.

La barbarie no se ha detenido, la violencia irrumpe para fabricar historias de miedo, el tiempo de Colosio tiene semejanzas con la actualidad.

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